ksheratto@gmail.com L a unidad nacional no se forma como se haría con un patacho de mulas; esa es la parte de su propio discurso que no entiende el señor Enrique Peña Nieto. En los últimos días no ha perdido momento para repetir el mismo llamado. Uno que en las condiciones del país, no cala, no convence ni convoca, sino a la rabia colectiva que contraría a la distorsionada retórica presidencial y tornase cada vez más virulenta. Ayer, rodeado de militares —algunos de ellos con evidentes signos de hartazgo por la utilización de las fuerzas armadas para tareas inapropiadas— insistió e incluso, recurrió a frases trilladas y términos desgastados que reflejan la total ausencia de ideas para terminar el sexenio, sino con medianía, por lo menos, con los menores males posibles, aunque a éstas alturas, ya nada nos asusta. Conforme pasan los días, Peña Nieto muestra más la
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