Buena estrategia, ojalá siga así. |
Muy pocas veces escuchamos informes de gobierno apegados fielmente a la buena fe y honestidad de los gobernantes. Es decir, informes sin paja, ni mácula ni falsas expectativas.
Desde hace unos días, hemos venido escuchando y viendo, vía multimedia, los adelantos del informe de gobierno del alcalde de Tuxtla Gutiérrez, Fernando Castellanos Cal y Mayor. Por alguna razón de peso, el alcalde ha decidido
alejarse del discurso demagógico y ha recurrido al realismo, sin que ello signifique que todo en él es admirable. Seríamos injustos con los tuxtlecos si no hacemos referencia a los yerros que ha cometido y que han marcado la línea entre lo bueno y lo malo.
Todos esperamos un informe sin mentiras ni excesivo triunfalismo. Mal haría Fernando Castellanos si nos hablare de un Tuxtla irreal, inexistente, imposible de tener. Es cierto que en un año, no se puede hacer todo. Avanzar, sí. Y en eso el alcalde tiene razón. Quizá para sus adversarios sea poco o nada. En eso radica la confianza en su discurso. No ha caído en triunfalismos espasmódicos, esos que solemos escuchar cada año y que la verdad, da flojera y alimenta la desconfianza en las autoridades.
Los alcaldes duran tres años en el encargo y muchos de los anteriores, han logrado muy poco. No digo que Castellanos Cal y Mayor ya lo hizo todo. Falta muchísimo por hacer en favor una ciudad que ha crecido desproporcionada y desordenadamente. Lo deseable es que aunque sea poco, se camine y a la par, se construya un discurso sincero, derecho, realista; sin mentiras ni engaños ni simulaciones. Hasta ahí va bien el edil. Ello habla bien de su buena voluntad para reconocer errores y mejorar aciertos. Quisiésemos que hiciera más. Probablemente para el segundo año, lo haga mejor.
¿Ha cometido errores? ¡Claro que sí! Uno de éstos ha sido el nombramiento de algunos funcionarios de su gabinete; el director del SMAPA, el de la policía municipal, la tesorera, por citar unos cuantos. Son errores reparables cien por ciento y será él quien decida despedirlos o permitir que le sigan causando daño como alcalde y, por supuesto, a la ciudadanía. También deberá deshacerse de funcionarios, colaboradores y asesores soberbios, abusivos, prepotentes, mentirosos, incompetentes, corruptos e ignorantes.
A todo esto, esperemos que nos hable, con verdad, acerca de temas torales como la inversión en obra pública, sus logros y retos. Que nos plantee los mecanismos que se están poniendo en marcha para el reordenamiento de la ciudad y nos hable de las estrategias para mejorar la economía, superar el desempleo y otras necesidades, para los próximos dos años. Si mantiene el nivel de discurso que ha tenido en sus promocionales de su informe que habrá de ofrecer el 3 de octubre, seguramente tendremos un panorama nítido del futuro inmediato de Tuxtla. Así, sin falacias y sin sueños guajiros. Con toda la honestidad con que se ha conducido en los últimos días.
A Fernando Castellanos, le conviene ser honrado en su informe. Porque debe legitimarse cada día y porque es un político que debe pensar en su futuro. Aplaudo el correcto uso del realismo; porque los tuxtlecos están hartos de mentiras y merecen respeto. Tiene mucho qué decir de sus promesas de campaña. Ojalá y mantenga su disposición de hablar sin demagogia, aunque la verdad resulte amarga y dolorosa. Es su oportunidad.