A todos les llega su hora Angel Mario Ksheratto Se muere el presidente también el delincuente; el gobernador y su asistente, no escapan de la huesuda que se lleva a la mujer copetuda, como a la más caprichuda. Gozan todos los deleites de la vida, en cada esquina tienen “movida”; aunque que la gente esté jodida, defienden y mantienen a PROVIDA y eso sí, ¡que aborte la querida! Declararon la guerra al narco, al país volvieron un charco de sangre, muerte y ojizarco, más no han tenido mucha suerte pues les ha encontrado la muerte de la cual, no hay quien les liberte. Así, con todo y sus grandes gritos, antes de morir, dinero dieron a los viejitos que en un tris, se los gastaron en antojitos; corrieron también al Senado donde todo hombre es alquilado, ya como mercenario, ya como abogado. De ahí sacaron sus reformas y devanados que luego aprobaron cientos de diputados, cual burritos domesticados. “Compló”, gritó un legítimo perdedor, prometió no dejar en paz al usurpador; la muerte acabó su
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