Peña Nieto, incendiará al país. |
Secretarios, “expertos” afines al gobierno, políticos mercenarios, diputados y otros cuantos más, repiten la misma excusa: “competencia”. Una “competencia” que solo a su pobre juicio, beneficiará a los mexicanos. “Si se liberan los precios de la gasolina, provocará mayor y mejor competencia entre las empresas proveedoras de gasolina, lo que redundará en una economía familiar más fortalecida”, se atrevió a decir un displicente secretario de Hacienda, José Antonio Meade, pocas horas antes de finalizar el 2016.
Su declaración, no se acerca en nada a una teoría ni es hipótesis, mucho
menos, resultado de un pormenorizado estudio económico del país. Es, simple y llanamente, un discurso estrafalario, demagogo, ruin, perverso, engañador. Es la perorata fácil que surge desde la comodidad de una lujosa oficina, a cuyo titular, el pueblo, vía Estado, paga todos sus gastos. No es, desde luego, la percepción de los mexicanos a quienes se afecta brutalmente, ni es la realidad que tiene sumida al país en mayor pobreza y marginación.
Han tratado de explicar que la competencia generada en la liberación de precios, logrará que la gasolina “sea más cara o más barata”; “en una región o en otra”. Que cada empresa pondrá sus propios precios a fin de atraer clientela. Como en el supermercado. Han recurrido a las más inverosímiles analogías para “revelar” lo ya bien entendido por la sociedad, que no es ignorante, como piensa Enrique Peña Nieto. (El león piensa que todos son de su condición.)
La medida no es otra cosa que desviar la culpa de la crisis; de tener a quien responsabilizar de los errores gubernamentales en materia energética y económica.
La verdad es otra: antes de “liberar” los precios del combustible, el gobierno Federal impuso gravámenes excesivos, abusivos. Es decir, se cobra impuestos adelantados. Pero no a las empresas proveedoras que a partir de éste año se instalarán en el país, sino a los ciudadanos. Esto obligará a las empresas a estandarizar los precios, con lo cual, la “liberación”, es solo demagogia. Hay que recordar que existe una Comisión Reguladora de Precios, dependiente del gobierno federal y será ésta la que al final y en atención a criterios gubernamentales, imponga precios a los dueños de las gasolineras.
La competencia entonces, no existirá. No imagino a la Chevron, Texaco, Esso, Pemex, ofreciendo dos litros de gasolina por el precio de uno u obsequiando pantallas de televisión por la compra de diez litros de diésel.
Todo es una falacia; un griterío de merolicos en convención anárquica. Han dicho los personeros de Peña Nieto que no afectará a los mexicanos el alza de los precios. ¡Mentira! Atroz mentira.
Quien deba transportar frijol, tomate, cebollas, leche, pescado, azúcar, etcétera, deberá pagar más por gasolina y para mantener su ritmo de ganancias, habrá de elevar sus precios; quien provea materia prima a éstos productores, hará lo mismo. La cadena se vuelve interminable.
Mucha gente dice: a mí no me afecta el alza en la gasolina porque no tengo vehículo. Pero utiliza el servicio colectivo y ahora, en lugar de pagar 6 pesos de pasaje, deberá pagar siete, ocho o nueve pesos… Casi los cuatro pesos de aumento al salario quincenal y en un solo viaje. Ésta misma semana, el precio de la tortilla subió en algunos expendios, hasta a 15 y 16 pesos.
¿Que no nos afecta? ¡Por supuesto que sí! El presidente Peña Nieto, ha creído que puede engañar a los mexicanos. Ha creído que cada mentira suya es creíble, aceptable. No es así. Desde el 1 de enero de éste mes, en muchos estados empezaron las movilizaciones en contra de su medida. E irán en aumento las protestas. El hartazgo contra imposiciones absurdas, podría ser el inicio de una revuelta popular contra un sistema de gobierno ineficiente y corrupto. Peña Nieto está en serios problemas. O echa para atrás sus alzas, o podría estar en la antesala de una salida indigna del poder. Lastimosamente para él.