ksheratto@gmail.com Perdón e indulgencia, perdón, perdón... Foto: P. de la R. E l matarife del pueblo destazó con toda mala intención el único marrano de su vecino; cuando el ofendido acudió a reclamar el abuso, negó haber sido el autor del hurto, lo que obligó al dueño a recurrir al juez de paz; ante éste, el carnicero puso cara de compungido, pidió disculpas y para consolar al dueño del animal, le contó que la carne y los chicharrones, fueron ampliamente elogiados por la clientela y se comprometió a exhortar a sus compinches a nunca más, tocar otro cochino del demandante. Algo parecido ha ocurrido en México con el tema de la corrupción, principalmente en el asunto de la “Casa Blanca”, el “error” presidencial hasta ahora reconocido y no por voluntad propia, sino por la grandísima presión social y el compromiso que conlleva la creación de un sistema nacional anticorrupción, cuyos resultados están lejos de verse. La petición presidencial, a decir verdad, no provocó sorpresa,
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