En Canadá, muy envalentonado. |
Ocasionalmente, la señora pasaba frente a la cantina donde el pendenciero solía sentarse por las tardes a jugar cartas y beber cerveza hasta embrutecerse. No volteaba ni
por curiosidad a ver hacia el grupo de amigotes de su marido y tampoco saludaba. Una de tantas tardes, uno de ellos le hizo ver la falta de respeto de la señora y le urgió a enseñarle los buenos modales de los pueblerinos. Otros de su calaña, apoyaron la petición del ebrio, obligándole a pararse a media calle y exigir a su mujer, respeto a sus compañeros.
La señora no se inmutó a los primeros gritos del hombre, dando unos pasos más; cuando la exigencia se convirtió en insulto, se dio media vuelta parándose frente a su macho alfa.
—¡Repíteme lo que acabas de decir! —le increpó llenándole el rostro de saliva—.
—Yo solo quería presentarte a mis amigos —respondió tímidamente el hombre—.
Dicho aquello, la mujer le tomó por el pelo, le soltó un soplamocos y le pegó un rodillazo en la entrepierna, obligándolo a caer de bruces. Luego, le arrastró media cuadra y cuando pudo ponerse de pie, lo llevó a empellones hasta su casa, en medio de palmazos en la espalda, coscorrones y mentadas de madre.
El presidente Peña Nieto, se asemeja en mucho a aquel macho de pacotilla: presume tener todo bajo control y se envalentona ante otros dignatarios, para decir que no, que la reforma educativa no está a discusión. No ha perdido tiempo para dar rienda suelta a su imaginación y pintar ante otros mandatarios, una realidad inexistente.
Lo cierto es que la suya, es una administración que hasta ahora, solo ha mostrado debilidad extrema, contrasentidos y arañazos en los lugares y momentos equivocados. Salir del país para fortalecer la presunción de un gobierno fuerte, diligente, ordenado, firme y determinado a hacer cumplir las leyes, es dar muestras claras de las carencias y ausencias que hoy dañan al país.
Basta ver los escándalos de corrupción en que se ha visto envuelto el mismo presidente de la República, funcionarios, amigos y familia, para saber que aquí, no se cumple ninguna ley. En el tema educativo, para no ir muy lejos, la Constitución establece que la educación debe ser laica, gratuita y obligatoria y desde hace años, hay que pagar cuotas de inscripción, cuotas para pagar velador, cuota para esto y cuotas para lo otro.
En Canadá, a pesar que hay un intento de diálogo para evitar que la disidencia magisterial afecte por completo al pueblo, Peña Nieto —arrogante y prepotente—, anunció que el tema educativo, no está en la agenda de conversaciones con la CNTE. ¡Por favor! Si esa es la causa del conflicto.
Las valentonadas presidenciales, se parecen en mucho al personaje de la anécdota que da pie a éste artículo. Allá dice que tiene al país bajo control, pero éste, le azota, le da sus moquetazos, lo mantiene a sartenazo limpio. ¿Por qué presumir un poder que no se tiene, que no se ejerce? Allá ha dicho que lamenta profundamente las muertes derivadas de la irresponsabilidad compartida (CNTE-policía federal), pero acá, no duda en enviar miles de efectivos policiales para tratar de contener una revuelta que no debió gestarse jamás.
Como el machote de la historia, Peña presume justamente de lo que carece: voluntad para gobernar con decencia, ausencia de criterio para tomar decisiones sabias, principios para conducir a su gabinete y valor para enfrentar la realidad.
Postdata: ninguno de los hijos del machín aquel, cumplió sus exigencias; cada uno hizo lo que le vino en gana. Su mujer, terminó siendo la mejor jugadora de cartas del pueblo y él, se conformó con hacer, diariamente, los oficios domésticos.