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De presidiario, a promotor de candidaturas independientes. |
Algunos analistas empezaron a ver su reaparición en los escenarios políticos como un intento de retomar el poder y postularse él, como candidato independiente… O en todo caso, para impulsar la carrera de uno de sus hijos, siguiendo la moda de los hijos, nietos y familiares cercanos de
muchos exgobernadores que hoy usufructúan el poder en la entidad.
Conforme ha pasado el tiempo, el asunto se va aclarando: Pablo Abner Salazar ha entendido los riesgos de estar al frente de una entidad conflictiva, cuya sociedad, con todo y sus reservas, es cada vez más exigente, especialmente en lo que al erario público se refiere. Por eso busca mantener el control político, imponiendo gobernantes a su modo.
Su primera tentativa terminó en un fracaso absoluto y fue a parar a la cárcel cuando desafió a su sucesor; pese al cúmulo de pruebas en su contra, logró un acuerdo político para ser liberado, lo que, por supuesto, no lo exonera de ninguno de los delitos por los que fue encarcelado. Persisten las causas de su aprehensión y solo le ha salvado de pagar sus delitos, el alto grado de impunidad que tiene al país de rodillas y las componendas políticas entre grupos de políticos corruptos que se niegan a cambiar al sistema político mexicano.
¿Qué entonces pretende el ex dictador al promoverse como “el mejor” gobernador de Chiapas? Atando cabos, no es difícil encontrar las razones de fondo que lo mueven, incluso, a retar al sistema que, contra las pruebas que lo incriminan en delitos diversos, lo sigue protegiendo.
El primer secretario de Gobierno de su nefasto régimen, fue Emilio Zebadúa, un tecnócrata al que en su momento, Pablo Abner calificó como un hombre de extraordinarias cualidades; éste, de manera casi subrepticia, fue nombrado Oficial Mayor de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (SEDATU), cuya titular es la mujer considerada como la funcionaria más corrupta desde que fue Jefa de Gobierno del Distrito Federal, donde se vio envuelta en escándalos con empresarios de dudosa procedencia y actuar.
Rosario Robles Berlanga, durante la dictadura pablista, junto con los llamados “chuchos”, la corriente que casi desapareció a la izquierda mexicana, ocuparon durante todo el sexenio, la casa de Gobierno de Tuxtla Gutiérrez. Asiduos a sus francachelas en esa casa fueron Pablo Abner, Emilio Zebadúa y periodistas “independientes”, procedentes de la ciudad de México, “críticos” de los gobiernos priístas y panistas, pero afines a personajes de la falsa izquierda, ésa que vive del erario público mediante partidos políticos creados al vapor. (O sea, los que critican las imposiciones de Televisa y TvAzteca, pero quieren a su modo, imponer gobernantes, bajo el disfraz de “democráticos”, “críticos” y “plurales”.)
La posición de Emilio Zebadúa en la SEDATU, es estratégica. A los alcaldes de Chiapas que requieren atención en esa dependencia, primero, les hacen complicado el trámite, la gestión. Posteriormente, los envían con el bueno y carismático Emilio, quien, bajo ciertas condiciones, “destraba” los problemas y decide por cuánto y cuándo, el apoyo les será liberado.
Plan con maña. “Yo te soluciono tus problemas y tú te pones a mi disposición para cuando sea candidato independiente”. Porque esa es la tirada: que Zebadúa sea candidato independiente a la gubernatura de Chiapas para el 2018. Esto, como puede observarse, es contra la ley. Nadie puede utilizar recursos públicos para promocionar candidaturas. Pero se trata del gran simulador Salazar y la reina de la corrupción en México y a ellos, se debe perdonar cualquier tipo de delito.
Cuentan algunos alcaldes chiapanecos que han tenido necesidad de acudir a la SEDATU que todo apoyo, es condicionado. No de manera directa y contundente pero sí, de manera velada. La pregunta recurrente es sobre quién consideran ellos que debe ser el próximo gobernador. Luego viene el lavado de cerebro sobre las candidaturas independientes y sobre la necesidad de elegir a un gobernador “maduro”.
“Los chamaquitos que ahora gobiernan, solo llevan a Chiapas a la debacle; juegan a ser autoridad…”, dicen que les dicen. (Inicio de la historia.)