Fichero Político Angel Mario Ksheratto David Solís (en primer plano) y Martha Grajales (a la derecha, de blusa blanca), durante una de las pocas a las que asistieron como diputados locales. El pleito por las curules abandonadas al fragor de las ambiciones personales, subió de tono; la ley, que juraron cumplir y hacer cumplir los diputados, bajo el fuego irracional de una abierta rebeldía que la coloca en el último plano, como si ésta —la ley— estuviese en la víspera de su funeral. Obviamente (y a juzgar por el nivel cultural, social y político de los enredados en un asunto que debió ser visto con la lupa de la ley en materia electoral) el lío se ha salido de los cánones de buena conducta y civilidad, al grado que una de las legisladoras protagonistas del affaire, no solo logró vulnerar la ley, sino que puso en jaque la poca credibilidad que los ciudadanos tienen en los políticos de ahora y pone en evidencia lo que todos hemos temido y condenado desde siempre: la impunidad con que los p
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