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Angel Mario
Ksheratto
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Pancho Nava. |
No. No hubo
ninguna interpretación falsa o errónea de los dichos desafortunados y torpes
del alcalde de Cintalapa, Francisco Nava Clemente, al referirse a las trabajadoras
del Ayuntamiento que decidieron unirse al Paro Nacional de Mujeres; fue el
edil, claro y contundente: “Nuestras compañeras hoy están haciendo el aseo en
sus casas, yo creo que allá están haciendo las labores domésticas, ayudando
allá al papá, a las mamás”.
Reducir el
papel de las mujeres trabajadoras a tareas domésticas bajo sometimiento de los
hombres, aparte de ser una muestra de desprecio a su condición de género, es un
insulto, una ofensa a todas las mujeres mexicanas que han alzado la voz,
precisamente, para poner un freno a los abusos cometidos por los hombres,
principalmente a quienes ostentan cargos públicos de la mayor importancia en un
municipio.
No tiene, de
ninguna manera, disculpa un funcionario, cuya obligación política es procurar
por la seguridad, la equidad y la defensa de los derechos de las mujeres y cuyo
deber moral es apoyar incondicionalmente a quienes, le guste o no al señor Nava
Clemente, son parte integral —y de mayor trascendencia— en la sociedad.
No fue una
expresión espontánea e involuntaria, ni siquiera un intento de hacer un chiste
sobre un tema tan sensible como es el de la creciente ola de feminicidios; fue
en sí, una declaración explícita cargada de machismo, intolerancia y misoginia,
que revelan ignorancia y odio hacia las mujeres.
En su preocupante
alocución, Pancho Nava, como es conocido, recurrió a un recurso imperdonable:
crear una brecha entre las empleadas administrativas y las mujeres policías, lo
que, un gobierno sensato, prudente y capaz, evitaría a toda costa, en virtud de
tener la obligación constitucional de mantener la cohesión social desde la
autoridad misma.
Y mintió,
puesto que a las policías, se les prohibió unirse al paro, so pena de castigos
y despidos. Hay que recordar que en varias ocasiones, los mandos policiales de
Cintalapa, han sido acusados por las agentes de acoso sexual y laboral, lo cual
explicaría el motivo por el que debieron trabajar y fueron utilizadas para
denostar al resto de trabajadoras municipales. Es inadmisible que un alcalde
utilice a mujeres, para atacar a otras mujeres.
Lo anterior,
obliga a las instituciones públicas y organismos independientes, a realizar una
exhaustiva investigación sobre las condiciones laborales de las mujeres en la
alcaldía de Cintalapa. Porque no es cosa menor que un alcalde, se burle
abiertamente de ellas; ahí, hay mucho de fondo, asuntos que deben ser
develados, para evitar más abusos y excesos de Pancho Nava contra quienes
sirven a su municipio.
Sobra decir
que en esa ciudad, la inconformidad por la pésima administración del susodicho,
cada día crece más. Temas como la inseguridad, la violencia y el desvío de
recursos, son recurrentes entre los ciudadanos. A la par, surgen cotidianamente,
señalamientos de utilización de fondos públicos para financiar, ya sea su
reelección, o la eventual candidatura de su esposa (contraviniendo las leyes
electorales), quien, aseguran, es la que en realidad manda y ordena.
Así las
cosas, no se puede ni se debe seguir tolerando la misoginia institucional. Desafortunadamente,
el caso del presidente municipal de Cintalapa, no es el único; otros alcaldes
hay, que abusan de su poder para someter a las mujeres. Eso debe terminar.
Transitorio
El 51 por
ciento de los habitantes de éste país, son mujeres; el 49 por ciento de los votos
que elevaron a López Obrador a la presidencia, fue de mujeres. Uno de los
principales postulados de campaña fue “no traicionar”. La indiferencia e
indolencia de AMLO frente al imparable exterminio de mujeres, es una forma de
traicionar. Otro postulado fue “no mentir”; maquillar cifras para aparentar “otros
datos”, es mentir.
El
presidente López ha fallado de mil maneras. No ha mostrado verdadero interés en
garantizar la seguridad de las mujeres; por el contrario, ha dado rienda suelta
a la impunidad, al condolerse de los criminales.
Si no atiende
—y entiende— el poderoso grito de las mujeres del pasado domingo, habrá
fracasado rotundamente. Así de sencillo.