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Angel Mario
Ksheratto
Fin a conflicto familiar. Foto: Chiapas247.com. |
Desde hace
unos meses, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), ha vuelto al
escenario político, reactivando su discurso antigobiernista y convocando a
movilizaciones masivas contra la 4T, a la que acusan de seguir los mismos pasos
de las administraciones pasadas y de mantener la estrategia de exterminio de
los pueblos indígenas del país.
Los
señalamientos, por desgracia, son ciertos; y no son nuevos, ni exclusivos del
EZLN y sus dirigentes. En lo que va del sexenio de Andrés Manuel López Obrador,
los asesinatos de defensores de los Derechos Humanos, defensores del Medio
Ambiente, periodistas, activistas sociales y líderes comunitarios, se han
incrementado de manera alarmante, sin que exista un mínimo de voluntad oficial
para castigar a los responsables, normalmente ligados a grupos de poder
político y económico.
La razón
está del lado de los zapatistas… pero su postura reaviva las sospechas y
suspicacias en torno a ellos, luego del silencio guardado durante los sexenios
de Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. Durante ésos 18 años (más
los últimos tres de Ernesto Zedillo), nada dijeron cuando se cometieron
atrocidades contra miles de indígenas en comunidades de Oaxaca, Guerrero y
Chiapas.
En ese
lapso, cerraron ojos, oídos y boca, frente a la corrupción, el saqueo y los
excesos de los gobernantes y desaparecieron mientras campesinos e indígenas,
luchaban por el derecho a tener una vida digna.
Reaparecer
ahora con la pretensión de monopolizar la voz de los marginados y
reconstituirse en la élite única de los indígenas engañados por la demagogia de
una falsa izquierda que gobierna, solo los coloca en el terreno de los
oportunistas, aun cuando tengan razón de sobra en cuanto a sus
cuestionamientos. El derecho a reclamar, lo perdieron con su silencio cómplice
en el pasado inmediato.
Esto último
arrastró a esa organización, al descrédito y la desconfianza. Incluso, al
olvido, toda vez que se autolimitó a breves conmemoraciones sobre su aparición
y discursos alejados de una lucha consistente en favor de los indígenas. No va
a ser posible, por tanto, reconciliarse con la sociedad mexicana que desde el
año 2000, ha sido engañada por políticos demagogos, mediocres y claramente
corruptos; han ofrecido un cambio que nunca ha llegado y ahí, los
ezetaelenistas, no han estado para protestar.
Cierto es
que la necedad del presidente López para construir una obra de relumbrón que
solo beneficiará a su rancho en Palenque, es un capricho personal inadmisible.
Verdad es también que la 4T ha traicionado a los mexicanos, perdonando el
saqueo a los exgobernantes de Chiapas. Nadie estaría en condiciones de
desmentir al EZLN.
Pero eso no
le da derecho a irrumpir con chantajes que solo a su disminuida dirigencia
favorece. Para recuperar la credibilidad, deben, los zapatistas, actuar
coherentemente y presentar un plan de acción que no sea su tradicional amenaza
de desestabilizar al país y menos, amenazar con otro levantamiento armado.
México, pero
principalmente Chiapas, no necesita más “mesías” autoritarios y ambiciosos;
tenemos suficiente con el actual presidente, cuyo único gran logro ha sido
polarizar a la sociedad. No más odio propagado por falsos redentores, ni más
divisiones que solo benefician a políticos y “líderes” inescrupulosos. No
debemos saltar de las brasas a las llamas.
Cuando hagan
propuestas serias, realizables, inteligentes e incluyentes, quizá se les voltee
a ver de nuevo. Mientras, bueno será dejarles lamer sus heridas a solas.
Transitorio
Al final de
la ilegal intervención de una parte de la familia Salazar en el IESCH (más
conocido como “la Salazar”), los Emilios informaron que la ley y la justicia
les favorecieron, devolviéndoles la rectoría absoluta de ese centro de
estudios. Fue, dicen, una larga pelea legal que dejó abierta la posibilidad de
demandar a quienes intentaron quedarse con la institución particular, toda vez
que tras las auditorías, se detectó que se robaron nada menos y nada más que 50
millones de pesos.
Con ello se
reanudan los beneficios que fueron vetados por los invasores, como el
transporte gratis y las becas, además de garantizar servicios de mayor
importancia que tienen que ver con la titulación. Bien por la educación.