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Angel Mario
Ksheratto
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Golpe de muerte a la 4T. |
“En un
Estado, es decir, en una sociedad en la que hay leyes, la libertad solo puede
consistir en poder hacer lo que se debe querer y en no estar obligado a hacer
lo que no se debe querer.” La frase es de Charles Louis de Secondat, quien a mi
parecer, ha sido uno de los mejores teóricos de la real y efectiva separación
de Poderes y, consecuentemente, del equilibrio político y social de un gobierno
auténticamente democrático.
Más por
extensión que por convicción, en Chiapas hubiera debido aplicarse el mismo
criterio con que los legisladores federales —con todo y la intentona de cometer
un exceso deplorable—, salvaguardaron el equilibrio político, al no permitir la
reelección de los directivos en ambas cámaras. Fue fundamental la presión
social para que no se hiciese uso arbitrario de la desorientada mayoría de
MORENA.
La
separación de Poderes tiene como objetivo principal, la no concentración del
poder en una sola persona; más aún, en la jerarquización de éstos, Thomas
Hobbes (filósofo inglés 1558-1679) y John Locke (también filósofo e inglés
1632-1704), establecieron que el Poder Ejecutivo es el tercero en la escala; el
segundo es el Poder Judicial y el primero, el Legislativo. De ahí la arenga de “mandar
obedeciendo”.
Aquí esa
escala está perdida; el orden de mandato está totalmente al revés y ese ha sido
el pretexto de los actuales diputados para reelegir a la presidenta de la Mesa
Directiva, Elizabeth Bonilla, que por cierto, no fue electa diputada por
MORENA, el partido mayoritario en el Congreso del Estado, sino por el
minoritario Partido del Trabajo, cuyo “líder moral”, Manuel Bartlett, está
siendo seria y duramente cuestionado por actos de corrupción en el pasado y que
ahora le han alcanzado.
Antes de su
arbitraria reelección, tuve oportunidad de charlar con varios diputados y
diputadas y su sentir contra su par en cuestión era casi unánime: no tenían la
mínima intención de reelegirla, pero a su vez, se sinceraron y justificaron que
solo una orden de Palacio de Gobierno, podría influir para lograr un cometido
arbitrario y absolutista. Y así parece haber sido.
Con ello, la
libertad de los legisladores locales ha sido severamente dañada. Han sido
prácticamente obligados a hacer lo que no querían lo cual, compromete la
credibilidad en los organismos estatales y somete al cuestionamiento la
existencia de una mayoría partidista, puesto que deja sin contrapesos a los
Poderes del Estado y a la sociedad, en indefensión.
Por salud
moral de la destartalada Cuarta Transformación y aun para guardar las
apariencias —incluso hasta para simular—, hubiesen cambiado a la presidenta de
la Mesa Directiva. Era lo deseable, lo idóneo, lo sano. Lo políticamente
correcto, principalmente porque los mismos diputados se han quejado de la
supina ignorancia de la señora Bonilla, lo que pudo influir para violar —ella— la
Ley Orgánica de ese Poder, usurpando funciones, incluso de la Junta de
Coordinación Política.
Los
legisladores, casi en su conjunto, estaban en desacuerdo con su reelección. No
le perdonan el trato grosero que de ella han recibido y tampoco, que el
personal a su cargo, los ningunee. Con la arbitrariedad cometida, los diputados
perdieron la valiosa oportunidad de poner en práctica, valores políticos loables;
demostraron cobardía y sumisión. No tuvieron el valor de cambiar la vieja y no
escrita regla del sometimiento de los Poderes en una sola persona.
En política,
todo tiene un precio y un costo. El precio, es cuestión interna del Congreso;
el costo, se verá en las elecciones de medio sexenio. Menester será que los
partidos opositores, conformen una gran alianza para obtener más escaños y
constituir un verdadero contrapeso que evite que el país y el estado, se vayan
definitivamente al precipicio, en cuyo borde ya está.
En ese
contexto, un escenario posible sería ver al PRI, PAN, PRD, MC e incluso los desilusionados
del partido confesional que apoyó a AMLO para ganar la presidencia y que se
siente traicionado por el impulso de leyes que desde su perspectiva, son
inmorales: el PES. El PVEM, esperará hasta las elecciones del 2024, cuando ya
tengan, sus mercenarios dirigentes, certeza de quien se perfilará como ganador.
Hay que
recordar que, por lo menos en Chiapas, la militancia de MORENA, es raquítica. Aquí
—y todos lo sabemos—, no ganó per se, sino por la popularidad del ahora
presidente López. Pero tampoco hay que olvidar que a diez meses de su asunción,
el desencanto va en crecimiento de tal manera que al proceso intermedio, no
llegaría con la fuerza del 2018. Insisto: fuerza robada a la figura de su entonces
candidato presidencial.
No cabe duda
que ese factor, los dirigentes de MORENA en el Senado y la Cámara de Diputados
Federales y el partido, lo sopesaron; analizaron los escenarios, costos y
riesgos, y concluyeron que un exceso, un avasallamiento, los llevaría a la quiebra.
En Chiapas
lo ignoraron y sellaron el destino de su incipiente partido. ¿Tienen tiempo
para rectificar? Puede ser que sí… Si los dejan o si se los ordenan.
Transitorio
Charles Louis
de Secondat, señor de la Bréde y barón de Montesquieu, mejor conocido por el
segundo título nobiliario. Se lo explico a los diputados, para que le den una
leidita, a ver si algo aprenden.