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Angel Mario
Ksheratto
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La estrategia de COMV, es propagar odios. |
La respuesta
a la espiral de violencia en la capital, ha sido el ataque directo y desmedido
contra las víctimas; es, por supuesto, una reacción que refleja incapacidades,
ineficacias e indiferencias por parte del cuerpo edilicio que ha tomado partido
a favor de un alcalde poco preparado y peor posicionado en el combate a la
inseguridad.
A la
exigencia de un mejor comportamiento de la autoridad, la burla ha sido el
instrumento para tratar de enterrar la legítima demanda. En días pasados,
cuando un grupo de ciudadanos marchó por las calles de la ciudad para exigir
garantías de seguridad, el alcalde —a través de su área de prensa—, hizo
publicar insultos y ofensas contra los manifestantes y los periodistas que
cubrieron el evento.
Aunque los
esperpentos llevaron la firma del titular de Comunicación Social, Pablo Morales
Hernández, la ira y soberbia de Carlos Orsoe Morales Vázquez, estaba implícita
en los textos; ambos funcionarios dejaron en claro su total desprecio hacia la
sociedad, ignorando por completo preceptos constitucionales y otras
obligaciones legales que deberían regir su actuar como servidores públicos.
Si los
insultos de Pablo Morales —un muchacho sin la menor preparación para un cargo
público— demostraron menosprecio, valemadrismo y odio hacia el pueblo, las
posteriores actitudes del edil, nos dejaron paralizados de impotencia y
sorpresa. Y es que nunca antes, un funcionario de ese nivel, había recurrido a
explicaciones brutalmente torpes y estúpidas.
En la lógica
de Carlos Orsoe Morales Vázquez, si un ciudadano tiene sus ahorritos y se los
roban, ¡es culpa del ciudadano! Si a otro ciudadano le disparan a plena luz del
día y lo matan, es culpa del ciudadano por no viajar en auto blindado y no
portar un chaleco antibalas. En esa misma lógica, si un ciudadano es atacado a
balazos y no muere, salió “ileso” del atentado.
Ello nos
deja claro que como autoridad, Morales Vázquez, no tiene un plan específico
para combatir la delincuencia; no existe una estrategia para garantizar la paz
y la calma a los capitalinos. Al arrebato, hace publicar mentiras para hacerse
creer a sí mismo, que tenemos una capital segura. Es lo que todo gobernante
inepto suele hacer: mentirse y mentir.
Lo peor ha
sido la propagación del odio y la profundización de la brecha entre gobernantes
y gobernados. El mandato constitucional de abonar a la unidad nacional y
mantener lazos de cooperación entre el gobierno y el pueblo, se ha roto
drásticamente y deja a Morales Vázquez con una sola opción: irse o mantenerse
en el cargo hasta que la sociedad le saque del puesto, lo cual podría ser un
extremo que otros niveles e instancias de gobierno, podrían evitar.
No se puede
concomitar con un gobernante inútil, soberbio, abusivo, injurioso, incapaz y
debilitado por sí mismo. No puede haber armonía entre los tuxtlecos y un hombre
que ataca ferozmente a los ciudadanos que exigen que cumpla con sus
obligaciones constitucionales.
¿Cuántos
muertos más debe haber para que el alcalde reaccione y se ponga a trabajar
responsablemente? Seguramente, muchas. Muchos asaltos más, muchos allanamientos
más… Mucha sangre derramada. Y eso, señores, será responsabilidad absoluta de
Carlos Orsoe que hasta hoy, sigue sentado en su balcón de burlas y ofensas para
los tuxtlecos. Muy lamentable.
Transitorio
La cosa es
clara: nadie tendrá derecho a oponerse a obras de relumbrón de la 4T; ocurre
ahora mismo en Tabasco, donde el Congreso de ese estado, aprobó la “Ley del
Garrote”, que prevé cárcel a quienes marchen o participen en manifestaciones.
La presidenta de MORENA, el partido de la familia de López Obrador, Yeidckol Polevnsky,
recién dijo que dicha ley, es para evitar que los tabasqueños se opongan a la construcción
de la refinería “Dos Bocas”. ¡Vaya transformación democrática!
Y no dudemos
que con el famoso “Tren Maya”, que solo beneficiará al rancho del presidente en
Palenque, se imponga esa misma ley aquí. Muy grave que los derechos humanos y
constitucionales, se vulneren para beneficiar a los gobernantes en turno.
Gravísimo.