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Angel Mario
Ksheratto
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¿Con permiso de quién? |
Con los
últimos acontecimientos entre México y Estados Unidos, se han desatado
auténticas jaurías cibernéticas de defensores de los lamentables resultados de
una negociación que nunca debió existir. Puede ser que tengan razón en dos
cuestiones: primero, porque siguen creyendo en la bonhomía de un discurso que
atrae, pero no convence por las consecuencias que está dejando, y segundo,
porque el hartazgo de políticas fallidas del pasado inmediato, obnubila la
capacidad de entendimiento de una situación compleja, pero no imposible de
resolver.
Porfirio
Muñoz Ledo, presidente de la Cámara de Diputados —constituido, en una semana,
en la única voz sensata, vigorosa e independiente contra las ofensas del
presidente Donald Trump y la sumisión del gobierno mexicano—, dio la receta
para bajar de la nube a la que fueron llevados por un soñador que se niega a
voltear hacia la realidad del país: “¡Infórmese!”.
La
desinformación —o lo peor: la información manipulada para hacer creer que todo
en el país va viento en popa— se ha convertido en el instrumento oficial para
negar que se ha caído, torpemente, en el juego del presidente estadounidense y
ocultar que se están cumpliendo los caprichos de aquel que ha encontrado al
perfecto “payaso de las cachetadas”, en su ambición por mantenerse por cuatro
años más en la Casa Blanca.
No es la
primera vez que México es presa de los intereses estadounidenses, ni es el
único país latinoamericano que se arrodilla frente a la todopoderoso nación
norteña; la historia está plagada de intervenciones e invasiones. Y han sido
pocos, los estadistas de la región que se han atrevido a levantar la voz a los
agresores. Unos por convicción y otros, por mera pedantería, prejuicios
ideológicos o por pendencieros.
La ola de
desinformación que arrastra a los defensores de lo imposible, es quizá, lo más
catastrófico dentro de la crisis; porque se ha llegado a creer y apoyar
incluso, posturas encontradas de la misma fuente.
Veamos un
ejemplo: los mismos que aplauden la llegada de la Guardia Nacional para contener
el creciente flujo migratorio, son los que celebran el acendrado discurso
presidencial mediante el cual, abre las puertas a los migrantes y les ofrece
casa, dinero, salud, empleo… Para justificar la militarización fronteriza y el
uso de la fuerza, alegan —promotores y defensores— hartazgo por la presencia de
miles de ciudadanos de otros países, a quienes culpan del clima de violencia e
inseguridad en la zona. Pero al mismo tiempo, ponderan el hecho que México, sea
el refractario de Estados Unidos en materia migratoria y se convierta en el
tercer país seguro.
El
“¡infórmese”! de Muñoz Ledo, es más que oportuno. Hemos visto con pena y azoro,
posturas legislativas verdaderamente ridículas y de la fanaticada, expresiones
tan rupestres y desgarbadas, que nos hace creer que lejos de avanzar hacia el
utópico “primer mundo”, —y mucho más lejos de un país gobernado por un grupo de
genuinos progresistas—, estamos siendo arrastrados al oscurantismo y la
barbarie.
En un país
de libertades como se pretende, cierto es que todos tienen derecho a opinar; de
defender sus ideales y sus sueños. Pero nadie tiene derecho a engañar, simular,
mentir. Y mucho menos si se tiene una responsabilidad constitucional. Desde
ahí, el comportamiento oficial debe ser mondo y no perverso y sucio, puesto que
no se trata de simples negocios comerciales, sino de la vida de miles de
hombres, mujeres, niños, niñas, ancianos y ancianas que buscan, por lo menos,
ponerse a salvo de la violencia y el hambre.
Si López,
Sánchez, Cordero, Ebrard, Batres, Encinas, Garduño, Monreal, Padierna y sus
fanáticos desean estar al servicio de Donald Trump, recomendable es que
renuncien al cargo y busquen empleo en aquel país; no tienen derecho a manchar
a México con políticas entreguistas y violatorias al Derecho Internacional y
los derechos humanos de miles de personas en condiciones vulnerables.
En descargo
suyo, digamos que les asiste la razón cuando argumentan que la migración debe
ser legal y ordenada; totalmente de acuerdo. Para lograrlo, menester es que las
políticas públicas para ese cometido, se diseñen en los países directamente
afectados y se consulte con expertos en la materia y no que sean éstas,
directrices de un hombre que ha vivido siempre en la extrema opulencia. Lo
contrario sería ir en contra de los apaleados postulados que los llevaron al
poder.
Transitorio
Nos cuentan
que personal de SEICSA S.A., empresa de seguridad privada con contrato de
servicios para el INM, hace labores de revisión y cateo de vehículos y personas
en el puesto de control migratorio entre Las Rosas y Comitán. El marco legal de
dicha empresa y las leyes y protocolos de seguridad nacional, no contemplan la
participación de particulares en la detención de migrantes indocumentados y menos,
la retención ilegal de ciudadanos mexicanos. Alguien debe explicar esa
gravísima situación. Lo peor, dicen usuarios de esa vía, el trato de los
elementos de seguridad privada, es déspota, amenazante y sin el menor respeto a
los derechos humanos.