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Angel Mario
Ksheratto
Nimiedades por prioridades. |
Prioridad de
cualquier gobierno sensato es la procuración de la buena salud de sus
gobernados. Un pueblo enfermo, no va sino a la tumba. Un pueblo enfermo, no
produce; no progresa, no es feliz. Lo hemos presenciado durante la crisis de salud
en Venezuela, cuyo gobierno dictatorial, requisó todos los recursos financieros
para mantenerse en el poder y dejó a la población sin medicamentos básicos y
sin atención adecuada.
Hace unas
horas, la Secretaría de Hacienda y la directiva del Instituto de Seguridad y
Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), anunciaron el
congelamiento de casi 800 millones de pesos para la operatividad de esa
institución, al mismo tiempo que se adelantó el despido más de más de tres mil
empleados, además de revisar las remuneraciones de los que se quedan, para un
posterior reajuste de sueldos.
La
justificación es simple: exigencias de la “austeridad republicana”. La
explicación ofrecida, pudiera ser creíble si a la par, se estableciesen
estrategias viables para amortizar el duro golpe que significarán los recortes
a millones de cuentahabientes y familias de los nuevos desempleados.
Paradójicamente,
el llamado “Plan Nacional de Desarrollo”, fue ideado, según la secretaría de
Gobernación, para crear los empleos y condiciones necesarias que terminen con
la guerra contra el narcotráfico. ¡Vaya contrariedad! Desempleados, sin
posibilidad de nuevas oportunidades y sin servicios básicos de salud.
Si lo
anterior fuese poco, este martes renunció al cargo de Director General del
Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), Germán Martínez, un político de la
ultraderecha, ultraconservador y conocido por su habilidad para los negocios
turbios dentro del aparato gubernamental. Su dimisión podría carecer de
importancia, de no ser porque deja una carta demoledora y acusatoria que es en
sí, el crudo diagnóstico de un gobierno sin rumbo, sin orden y sin un liderazgo
respetable, responsable y eficaz.
Soberbio y
petulante como los apóstoles tradicionales de la 4T (incluya en la lista a Gerardo
Fernández Noroña, Yeidckol Polevnsky, Ricardo Monreal, Layda Sansores, Miguel
Barbosa, Jesusa Rodríguez, entre otros ilustres patanes), Martínez, no dejó
pasar la oportunidad para desnudar las precarias condiciones de la institución más
grande en materia de salud del país. Y dejar claro que la corrupción, es el
principal aliento de la administración “del cambio”.
Deja
perfectamente claro que la secretaría de Hacienda, sin las facultades necesarias,
pretende manejar a su antojo los recursos financieros que pertenecen a la clase
patronal, los trabajadores y sí, en cierta medida, al gobierno federal. La
manipulación, como instrumento para despojar a los mexicanos de sus derechos y
arrastrarlos a la mendicidad canjeable por votos.
Para el
colmo, el Seguro Popular, quedó en suspenso, hasta que se emitan nuevas reglas
de operación.
Para nadie
es secreto que en el país, hay un preocupante desabasto de medicamentos,
derivado de contratos leoninos del pasado que dejaron en bancarrota al sistema
de salud nacional. Plausible es que el gobierno haya cortado de tajo los
contratos amañados con los laboratorios y distribuidores de medicinas, pero
fallaron en establecer mecanismos de control y reabastecimiento.
No vayamos
lejos: en Chiapas, los adeudos en materia de salud, son escandalosos, de tal
forma que hoy, difícilmente se encuentra un hospital o clínica, con un cuadro
de medicamentos básicos completo. Incluso, en Comitán, el Hospital fue
embargado ante la falta de pago a proveedores.
Al
presidente López, le están fallando sus hombres de confianza; están haciendo
mal su trabajo y le están arrastrando al descrédito absoluto. Le están haciendo
creer que las políticas de austeridad son eficaces, aplicando medidas
neoliberales.
La reacción
del gobierno federal ante la renuncia de Martínez, ha sido la de minimizar el
asunto; pero el impacto es enorme y las consecuencias, conforme pasen los días,
serán catastróficas, principalmente, si no se corrige el rumbo. Puede que no
tenga demasiada importancia, pero seguramente, tendrá repercusiones que se están
a tiempo de evitar.
Transitorio
En cuanto a
Chiapas, la crisis de salud es enorme; el titular de la dependencia, José
Manuel Cruz Castellanos —perfecto desconocedor de las necesidades urgentes de
los chiapanecos—, ha optado por atender nimiedades y no atacar el problema de
fondo. Lamentable.