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Angel Mario
Ksheratto
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El fin de la impunidad, debió incluir a Elba Esther Gordillo. |
Las promesas
de justicia y el intento por culpar al “fruto podrido”, no pueden —ni podrán—
borrar el horror del México que conforme pasan los días, las horas, los minutos
y los segundos, regresa a la realidad, afianzada en el pasado que, a pesar de
las promesas de campaña, nunca ha estado bajo la amenaza de alejarse del país.
Ese “pasado”, sigue robusto y prepotente.
La impunidad
y la corrupción, bases del resto de males que tienen a toda la nación sometida,
siguen campantes; siguen siendo el sustento de la inseguridad y la violencia. El
“vamos a acabar con la impunidad y la corrupción para garantizar la seguridad”,
es a todas luces, una frase que se desmorona cada vez que se pronuncia y desmoraliza
a cada ciudadano que la escucha.
La sola
presencia de agentes de la corrupción y la impunidad del odiado pasado en el
gabinete, confirma que la transformación ofrecida, solo fue la carnada para
alcanzar el poder.
Mientras el presidente
López, diserta vehementemente contra tales cánceres, sus subordinados regresan todos
los bienes incautados a la persona que por sexenios, despojó al sindicato
magisterial más grande de América Latina: Elba Esther Gordillo. El vergonzante
emblema de la corrupción, el cinismo, los excesos y frivolidades, es —además de
millonaria a costa de cuotas sindicales, venta de plazas y beneficiaria de
chantajes políticos y extorsiones—, intocable y empoderada en el régimen que
prometió limpiar al país de corruptos.
Triste
destino del México engañado, del ciudadano utilizado. Triste final de miles de
mexicanos masacrados por hordas que burlan a todo el sistema de justicia y dejan
en ridículo a políticos tradicionalistas, que también se niegan a dejar sus
privilegios.
Apenas unas
horas después de la masacre en una fiesta familiar en Minatitlán, Veracruz, las
redes sociales se saturaron con el video del asesinato de dos mujeres en
Tabasco; sobresalieron las imágenes de un bebé (de meses de edad), con un
impacto de bala en el pecho, tirado sobre el asfalto. A un lado, otro menor de
edad (de no más de 10 años), herido gravemente a balazos; las dos mujeres,
inertes dentro del vehículo en que se conducían.
“Pelea entre
bandos del narcotráfico”, se apresuran las autoridades a explicar ante la
creciente presión social. Con razón o sin ésta, la dilucidación oficial, no es
suficiente. No es del todo creíble y sí en cambio, ahonda la desconfianza en
las instituciones que no han podido garantizar la paz y la seguridad de la
ciudadanía.
Nadie niega
que los gobernantes del pasado, son absolutamente responsables del país que
hereda la actual administración; pero ésta a su vez, debe ahora,
responsabilizarse de sus actos. Cuando el presidente López fue opositor, no
dudo en culpar a sus predecesores de los miles de muertos. Y tuvo toda la
razón. Razonable es entonces, que asuma el costo político y social de lo que en
su gobierno ocurra y admita que ahora, ¡el presidente es él!
Culpar al
pasado, es admitir flaqueza en su autoridad moral; es reconocer, tácitamente,
que sus antecesores, siguen teniendo el control y el mando del país y que él,
solo es una pieza inútil en el tablero manejado por sus pretendidos
archienemigos políticos.
Por otro
lado, si “los del pasado” son responsables de la violencia, la corrupción y la
impunidad, castigo ejemplar debe haber para ellos. Someterlos al escarnio
público sin la correcta aplicación de la ley y la justicia, es burlarse del
pueblo. Es traicionarlo. Es mentirle. Y es convertirse en cómplice de los
acusados.
El
presidente López, debe saber que ya es presidente. Que sus obligaciones constitucionales,
van más allá del discurso mesiánico y la perorata romántica. Su
responsabilidad, no solo es dar clases de moral todos los días, ni es convertir
a los medios en púlpito. Su responsabilidad, es construir su propia historia
como presidente, pero más, construir el país que pintó a sus seguidores.
No decepcione
a ellos, que no son pocos. Son 33 millones de 119 o 120 millones de mexicanos.
Transitorio
¿Qué alegres
cuentas presentará la secretaría de Turismo tras el periodo vacacional? Sin duda,
serán de regocijo, aunque los del ramo, tienen sus propios números. Los reales,
pues. Las cifras que la titular de la dependencia presente, verán que
rebasarán, por mucho, a las de Dubái.