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Angel Mario
Ksheratto
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Un "perdón", no sanará las heridas sociales. |
Ni perdón ni
olvido, claman los mexicanos desde que se hizo el anuncio presidencial de
amnistiar a los corruptos del pasado, incluyendo, soslayadamente, a capos del
crimen organizado; ha sido, desde luego, polémica la postura del presidente
López Obrador, puesto que en el caso concreto del México presente, perdón y
olvido engendran impunidad y ésta última, más corrupción.
En eso
estábamos cuando (hace unas horas) el mismo presidente ha exigido a los
monarcas españoles y al alto mando de El Vaticano, “pedir perdón” por las
atrocidades cometidas por los conquistadores y evangelizadores. La petición
presidencial tiene cierta lógica, aunque navega en un océano de incongruencias:
que pidan perdón los malos del otro lado del mundo —muertos hace siglos—, pero
a los de acá, nosotros les otorgamos —sin que lo hayan pedido—, el perdón a sus
excesos y abusos.
Parece
solamente un juego de palabras; un galimatías y un enredo que, como la cascada
de disculpas públicas “oficiales” a los familiares de las víctimas de
desapariciones forzosas, secuestros y asesinatos, no resuelven ni remotamente
los problemas de fondo que con todo y pretendidas transformaciones, siguen tan
robustos como antes.
Coincidimos
en que los delincuentes enviados por los reyes españoles hace 527 años, para
descubrir y conquistar vastos imperios indígenas, violaron todos los derechos y
todas las leyes posibles, incluso, en el nombre de Dios.
¿Basta un “perdonen
ustedes, señores”? Desde el punto de vista histórico, una respuesta del Papa
y/o de los actuales reyes de España, no sanará heridas sociales profundas, que
hasta hoy, tienen a América Latina sumida en pobreza, marginación y olvido
institucional. No devolverá tampoco el esplendor de los incas, mayas, aztecas,
olmecas…
El perdón,
dicen muchos filósofos, es una necesidad natural, pero al mismo tiempo, trivial
e impersonal. Solemos pedir perdón ante cualquier posible error, lo cual no
significa que con ello, reparemos el daño de manera integral. Son solo frases y
hasta largos discursos amables, pletóricos, respetuosos, pero el daño causado,
ahí seguirá por largo tiempo.
Pedirlo, es
un rutina mesiánica. Para decirlo menos duro, digamos que es mostrar cierta
voluntad mediadora, tan necesaria para los políticos de nuestros tiempos. Como
el lavado de las manos: “ustedes son pobres, por culpa de aquellos que, al
ofrecer perdón, han reconocido sus yerros; yo, nada tengo que ver con su
desgracia.”
España y el
Vaticano, podrán pedir perdón 70 veces siete al día, pero, ¿olvidaremos los
latinoamericanos el saqueo, las masacres, el exterminio de grandes
civilizaciones precolombinas? ¡Claro que no! Mientras exista la tragedia
indígena en cada pueblo, en cada región, en cada país, veremos el daño que
causaron clérigos y asesinos del viejo mundo.
De esa
forma, el perdón solicitado por el presidente López, es solo una ocurrencia,
porque no por lo que los jerarcas aludidos digan, desaparecerán, como por arte de
magia, la pobreza y marginación de los pueblos indígenas de México.
Algunos
teólogos afirman que el perdón es olvido (San Agustín). Si en esa lógica AMLO
pide que pidan perdón, la pretensión podría ser entonces, que olvidemos las
matanzas y se acaben los resabios contra la Corona; en todo caso, que ellos —los
reyes y la alta curia vaticana—, olviden su responsabilidad y deuda histórica y
moral con los pueblos originarios de América. Es como si el diablo, exigiese
disculpas a Dios por haberle hecho tan malo, feo, perverso y sinvergüenza.
El
excelentísimo señor López debe saber que ya es presidente; su tarea y
obligación constitucional, es gobernar bien, para que los males heredados desde
el descubrimiento, la conquista y la colonización, se superen con acciones a
favor de los más necesitados y no con peticiones que sobrepasan los cánones
históricos y rayan en la falta de seriedad y aplomo.
Transitorio
Al doctor
Gurría, alcalde de Tapachula, se le complican las cosas; ahora, según reportes
de la prensa local, tricicleros que recolectan basura en esa ciudad, le fueron
a tirar los desechos a la entrada del ayuntamiento, en protesta por los altos
cobros de “impuestos”, que dicho sea de paso, no necesariamente pasan por la
tesorería municipal.
Lejos de
responder con acciones, el edil tapachulteco, recurre a intimidaciones y
ataques en las redes sociales. Mal y de malas, el otrora emblema de MORENA en
Chiapas. ¿Qué cuentas dará a AMLO?