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Angel Mario
Ksheratto
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Rectores bajo el signo de la corrupción. |
Siempre
hemos estado a favor de las manifestaciones sociales contestatarias. El derecho
a la exigencia, sin embargo, está permanentemente unido a la responsabilidad de
la acción respetuosa, principalmente, del resto de sectores sociales, a
quienes, por ningún motivo y bajo ninguna circunstancia, se debe poner en
riesgo, ni en sus bienes, ni sus libertades y menos su integridad física y
estado emocional.
Los actos de
barbarie cometidos por estudiantes o presuntos estudiantes de la tristemente célebre
Normal Mactumactzá, no son travesuras estudiantiles, ni acciones aisladas; son,
claramente, actos de sabotaje y terrorismo que de manera sistemática y por
largo tiempo, han llevado a cabo para exigir condiciones inaceptables para el
esquema educativo, de por sí, destartalado y sin una estructura idónea.
En respuesta
a los abusos de un grupo minoritario, el gobierno del Estado, a través del encargado
de la política interna, Ismael Brito Mazariegos, ha dicho que no tolerará ni un
acto de esa naturaleza, más; la razón y el derecho, asisten a las autoridades
que hasta ahora, se habían mostrado indiferentes ante la ola de violencia e
intimidaciones, de quienes, pretendiendo ser maestros, se mueven a
contracorriente de los principios y valores del magisterio honrado y
trabajador.
Era preciso
que el gobierno asumiera su responsabilidad con los chiapanecos; cinco millones
217 mil 908 ciudadanos y ciudadanas, no pueden estar secuestrados por 200
muchachos sin oficio ni beneficio. Las empresas, los comerciantes, los
profesionistas, los estudiantes, las mujeres, los niños de éste estado, no
deben estar bajo constante riesgo de ser agredidos por quienes, ni en las aulas
ni a la hora del examen curricular, han demostrado aptitudes para pararse
frente a un grupo de alumnos y enseñar principios de ética, civilidad y
respeto.
A lo largo
de dos sexenios, los susodichos, han logrado solo una cosa: el repudio
generalizado, aún de muchos de sus mismos condiscípulos; salvo uno que otro
mocho arrepentido, sigue creyendo que su lucha es justa y sus acciones,
loables. Y puede ser que sí, pero ellos mismos la han aniquilado con actos
deplorables y absolutistas que solo dañan a la población.
Debemos
asumir que la nueva postura del gobierno doméstico, lleva la intención de
detener a los causantes de la desestabilización social; es decir, que no quede
solo en la “condena enérgica”, sino que alcance la enérgica acción, que ponga
fin al terrorismo. No es una exageración llamar terrorismo a tales acciones.
El incendio
premeditado del último autobús sobre dos principales arterias citadinas,
reflejó el terror de cientos de automovilistas que se quedaron atrapados entre
el intenso tráfico, las paredes del Puente sobre el Libramiento Norte y una
gasolinera. Eso, no requiere solo un llamado de atención, ni una invitación al
dialogo, ni una advertencia a gritos; urgen acciones contundentes, sin
miramientos y sin remordimientos.
Se han
dispuesto mesas de diálogo y se mantienen en la necedad de obtener lo
imposible, lo ilegal. Si no atienden ni entienden el dialogo e incurren
violencia extrema, deben ser castigados. Nadie puede estar por encima de la
ley. Nadie.
Transitorio
Las
universidades públicas de Chiapas, inmersas en malos manejos, corrupción y
administraciones pésimas. Quien por unos minutos fue considerado la mejor
opción para manejar los destinos de la máxima casa de estudios local, Carlos
Natarén Nandayapa, resultó todo un majadero con los pensionados y jubilados; se
niega a pagar finiquitos y a devolverles los impuestos retenidos.
En la
UNICACH, el rector, Rodolfo Calvo Fonseca, se ve nuevamente envuelto en otro
escándalo de corrupción, tras conocerse que él, está detrás de un millonario
desvío de recursos por parte de la lideresa del sindicato de esa institución.
Lo desviado, ha servido para frivolidades excéntricas, que nada tienen que ver
con los objetivos de la universidad.
El primero,
fue claramente impuesto por el exgobernador Manuel Velasco Coello; el segundo,
también; ambos, no han demostrado si no, capacidad para no hacer nada. Opacos,
ineficaces, cerrados, intolerantes. El retroceso en ambas universidades, es muy
claro. Y preocupante.
¿Cómo decir
que tenemos alto nivel académico con rectores de escasa calidad moral? ¿Qué
excelencia artística y científica podría haber en la UNICACH con un rector que
no sabe escribir? El montón de libros que dice haber escrito, se los escriben
otros. En fin, vamos de mal en peor.