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Angel Mario
Ksheratto
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De sospechoso de tortura y ejecución extrajudicial a Auditor. |
La crisis de la izquierda latinoamericana —incluso
de algunos países de la desaparecida Unión Soviética— terminó por devorar a la
mexicana; un presidente de izquierda y un grupo guerrillero que iniciaron hace
25 años su lucha, no pudieron ponerse de acuerdo desde la oposición y tampoco
ahora que, como corriente ideológica, han alcanzado el poder.
Los
desencuentros entre Andrés Manuel López Obrador y el sub comandante Marcos (o
Galeano, como ahora se hace llamar), han sido notorios y no por cuestiones de
fondo o por diferencias insuperables, sino por nimiedades y quizá, hasta por
ambiciones personales, que son las más peligrosas en el terreno político.
Aunque tanto
AMLO como el EZLN, se asumen “izquierdistas”, en la praxis, distan mucho de una
ideología que —con todo y sus aciertos y errores— dominó a gran parte del mundo
en el siglo pasado y puso en jaque a las potencias occidentales que se vieron
obligadas, incluso, a negociar con los líderes de la izquierda mundial.
La historia reciente
de zapatistas y el ahora presidente, es ampliamente ilustradora de la lejanía
de las dos partes del ideal socialista, salvo el extremismo y la subrepticia
intención del sometimiento absolutista a que llegó el comunismo recalcitrante
de Mao, Lenin, Stalin o Castro.
En 25 años,
la zona zapatista no ha sido mejor que antes del surgimiento de la lucha
armada; si bien expusieron ante el mundo el olvido, la marginación y la pobreza
extrema de miles de indígenas, no supieron aprovechar el respaldo de millones y
tampoco, la tardía reacción gubernamental mediante la cual, se intentó, sin
éxito, revertir las condiciones paupérrimas de la gente de esa zona.
La
pretendida empatía entre pares, no ha existido, sino en el oportunismo mediático
que a uno y otro le sirvió para el protagonismo, el lucimiento; no es, por otro
lado, un pleito a muerte del que debamos esperar otra refriega entre las
huestes de cada uno. Basta recordar el sospechoso silencio de Marcos y el EZLN
durante los últimos tres sexenios, para darnos cuenta que tras su repentina
crítica al aliado empoderado, hay más de un interés… y no es por el bien de la
empobrecida gente.
También hay
que revisar el presupuesto federal para las zonas indígenas de Chiapas, para
sacar algunas cuentas concluyentes que ponen en entredicho la promesa de campaña
de sacar al país de la pobreza. Hay, si se quiere, valores entendidos que
podrían pasar por un acuerdo de distanciamiento fingido, para legitimar más de
un proyecto personal, que no tarda en mostrar su punta en alguna parte.
¿Debe, por
tanto, preocuparnos la fase de encontronazos entre dos personajes aparentemente
disímbolos y aparentemente hermanados por una ideología no apta para ellos? No.
No, mientras ambas partes logren mantener a flote las apariencias y en vía de mientras,
distraigan, para su conveniencia, a los mexicanos.
Hemos
llegado a tal grado de desconfianza en uno y otro, que lo que digan o dejen de
decir, es irrelevante o cuando menos, un distractor que no pasa de llenar espacios
en los medios masivos de comunicación. Si, por el contrario, la confrontación
va en serio y no tiene tintes de cofradía, esperemos entonces, la reacción espontánea
de la sociedad que lo único que quiere es la solución definitiva de problemas
de fondo y no reyertas de cantina.
Transitorio
El Congreso
del Estado, en el último estertor del 2018, aprobó la desincorporación de
guardias de seguridad a exgobernadores y demás exfuncionarios; también quitó el
fuero a los actuales. Y de paso, cometieron una pifia: nombraron Auditor, a un
hombre señalado de tortura y ejecución extrajudicial en años idos.
Sobre lo
primero, es plausible, puesto que los exgobernadores, con todo lo robado, bien
se pueden pagar un ejército de gorilas que los protejan. Es también de
reconocer que en adelante, los funcionarios, empezando con el gobernador, ya no
gocen de fuero, sino que por el contrario, puedan ser procesados penalmente sin
engorrosos trámites legislativos que antes, solo servían para institucionalizar
la corrupción.
Pero
negativo, el nombramiento de un auditor, por lo menos, bajo sospecha. Hay que
recordar que organismos como la CNDH y la CIDH, recomendaron la acción penal en
contra de los involucrados en la tortura y ejecución del líder campesino Reyes
Penagos Martínez; José Uriel Estrada Martínez, fue uno de los directamente
señalados por lo cual, estuvo un tiempo en prisión.
La exigencia
es que los diputados, reconsideren el nombramiento; porque le hacen un mal a
Chiapas y al mismo gobernador Rutilio Escandón.