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Angel Mario
Ksheratto
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Templanza sin reconciliación. |
Hubo solo
una diferencia entre los discursos de toma de protesta del presidente Andrés
Manuel López Obrador y el gobernador Rutilio Escandón Cadenas: la templanza.
Contrario a la constante beligerancia del tabasqueño frente a sus imaginarios
adversarios (un gobernante responsable, deja de ser político desde que asume el
cargo), el nuevo gobernador, se limitó a ignorar a quienes durante la campaña,
no le fueron cordiales.
No fustigó a
nadie; ni a quien le acusó de un multimillonario desvío de recursos del Poder
Judicial, para financiar su campaña, ni a quien le gritó “¡corrupto!”, durante
los debates. Tampoco amenazó a los medios y periodistas que no le apoyaron y no
tocó a los morenistas que, masivamente, desaprobaron su candidatura.
Razones para
criticar a su antecesor, no las tuvo; de haberle acusado de la crisis en que
recibe al estado, se habría auto-inculpado, en virtud de haber sido parte del régimen
saliente. En pocas palabras, no se confrontó con nadie, pero tampoco envió un
mensaje de conciliación entre él y los chiapanecos que siguen creyendo que al
final, es un gobernador circunstancial que le debe el cargo a la figura del
presidente y al hartazgo ciudadano.
Por ello,
repitió a pie juntillas el discurso presidencial, incluyendo programas sociales
que requerirán de inversiones multimillonarias que suponen un gasto más allá de
la austeridad y que, como en las mejores épocas del PRI, apuntan a ser el
mercado electoral que por años, ha encontrado en la pobreza y marginación, las
ganancias necesarias para retener el poder.
De ahí la
insistencia de pronunciar, una y otra vez, el nombre del presidente y alabar
sus virtudes. Dejó con ello, la claridad de un compromiso con AMLO, antes que
con los chiapanecos.
Éso y la
distancia con muchos sectores sociales importantes desde que resultó electo,
tuvo un efecto intrigante: la indiferencia popular ante su asunción. En las
redes sociales, frecuentadas para hacer catarsis, muy pocos abordaron el tema,
mientras que los medios —que fueron confinados e ignorados por la “ayudantía”
presidencial—, hicieron muy poco eco del evento.
Es saludable
que en su toma de protesta, Rutilio haya hecho lo correcto. Que no haya hecho
gala de acarreos, ni abusado del erario para grandes comilonas, ni dispendio de
despensas y gastos excesivos para el pago de autobuses y taxis. Quizá ello
contribuyó para que los chiapanecos, hicieran mutis e ignoraran un acto republicano
de la mayor importancia, aun cuando las condiciones de su llegada a la
gubernatura, no hayan sido las deseadas dentro de una democracia plena.
El reto de
Escandón Cadenas, no es menor. Recibe un estado en ruinas; un Chiapas saqueado
por Manuel Velasco Coello. Amerita, por ley, una investigación seria, a fondo y
con resultados contundentes… Pero tiene atadas las manos. El ahora
exgobernador, es protegido por el presidente que prometió acabar con la
corrupción en campaña y ya instalado en la presidencia, otorgó perdón a los
corruptos.
Ésa pudo
haber sido la razón por la que cuidó mucho su discurso; no podía comprometer su
puesto frente a un presidente decidido a cubrir total y arbitrariamente de
impunidad al exmandatario doméstico. Y ése, también el motivo por el que la
sociedad chiapaneca, lo ignoró, puesto que la exigencia es que se castigue a
Velasco Coello.
Pero, ¿qué se
espera de la administración de Rutilio Escandón? ¡Todo! En primer lugar,
ordenar al estado; terminar con los cotos de poder de supuestas organizaciones
sociales y de pseudoestudiantes, que afectan severamente la economía, asaltando
comercios, secuestrando camiones, cerrando carreteras y sembrando el terror.
Deberá tener
actos de poder gubernamental que devuelvan la fuerza y el respeto a las
instituciones, apegado a un principio inviolable de la Federación: la autonomía
e independencia del Estado. Es entendible su afinidad con Andrés Manuel López
Obrador, pero no por ello, debe replicar programas que solo minarán el derruido
fundamento financiero, que requiere inyecciones monetarias para el desarrollo de
infraestructura, seguridad, salud, educación, comercio y empleos, por citar los
más urgentes.
Legitimarse
no va a ser fácil. No va a radicar en discursos prometedores, sino en acciones
que permitan el cambio real anunciado. Por ello, no es bueno repetir lo que
otros dicen. Porque si AMLO fracasa, Chiapas no debe ser arrastrado por esos
efectos. Rutilio, está obligado a ser un gobernador para los chiapanecos, no
para los intereses del presidente.
Salvo la
inclusión del director de Protección Civil, presentó un gabinete más o menos aceptable.
De ellos, ya hablaremos.