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Angel Mario
Ksheratto
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El abajo firmante... |
Está claro
que la rigurosidad del análisis financiero, no es el fuerte del exgobernador
firmante de esperpentos, en los que mete el dedo —y aun la mano— en sus propias
llagas. Más bien, se presenta como propagandista desinformado y divulgador de
bullicios psitácidos, que en la “Cuarta Transformación”, se han vuelto comunes
y poco sostenibles.
De esa
forma, el ahora flamante “analista”, no examina, no argumenta, no profundiza,
no expone nuevas teorías, no separa la paja del trigo limpio, no conoce el
estado y forma de su texto y por lo tanto, no ofrece conclusiones que convenzan
a uno solo de los que pudieron leer, por lo menos, un párrafo suyo. Sí, en
cambio, refleja cinismo, pero al mismo tiempo, deslegitima su intento por
condenar la práctica que lo llevó al descrédito generalizado.
Ha escrito
un par de joyas de barro, que dada su superficialidad, no alcanzan para la
réplica, sino para el recordatorio puntual de su reciente paso por la
gubernatura de Chiapas, entidad que deja sumida en la pobreza, endeudado y sin
recursos para paliar las mínimas necesidades de la gente a quien defraudó.
Convertido
en devoto cantador de loas al nuevo régimen, Manuel Velasco Coello, engalana las
ideas de su escribano, con una frase que demuele su intención de mostrarse como
el anatema de la secta que profesó durante los seis años que estuvo al frente
del gobierno chiapaneco: la corrupción.
“En suma, hay
un compromiso con las finanzas sanas y la estabilidad macroeconómica sumando un
elemento novedoso: el combate frontal a la corrupción”, escribió con ufana
frialdad de cínico eximido. Asúmese él, como el más pulcro redimido de la “Cuarta
Transformación”, como el discípulo más adelantado del perdón y el olvido
otorgado a los saqueadores del país.
La
intocabilidad parece darle “autoridad” para ahora, declararse soldado
combatiente de la corrupción, que hasta hace unas semanas, practicaba hasta
convertirse en el emblema de ése cáncer que tiene a México y a Chiapas, en la
más extrema de las pobrezas, mientras él y los suyos, fortalecen emporios con
dinero público.
Será
menester esperar a que, en su calidad de “enemigo” de la corrupción, cumpla con
una de las expectativas que soltó en el bodrio que publicó en “El Financiero”,
periódico capitalino: la devolución —por parte suya—, de miles de millones de
pesos que desfalcó al erario chiapaneco y que, según su propia visión (o de
quien redactó su perorata), servirán para financiar programas sociales,
proyectos de infraestructura, redoblar la pensión de los adultos mayores, becar
a estudiantes, apoyar a millones de jóvenes, construir nuevas universidades e
incluso, para la construcción del afamado Tren Maya.
Si con ésa
prédica comulgare, solo con lo que pudiera devolver él, se cumplirían ésos y
otros compromisos, puesto que el fraude que encabezó en Chiapas, es
sencillamente, incuantificable. Y sí, sí es posible dejar contentos a todos, si
en lugar de justificar su mal proceder, cumpliese con las intenciones que exige
a los demás.
Como
propagandista desinformado, Velasco Coello, recurre a la deformación de su
pasado inmediato: supone que el presupuesto federal, garantizaría el “estado de
derecho”. ¿Acaso lo conoció en todo su sexenio? Chiapas entero estuvo
secuestrado por hordas criminales en modo de “luchadores sociales”; los saqueos
de presuntos estudiantes normalistas y militantes del MOCRI, tomas de
carreteras, los asaltos colectivos en la zona norte, los secuestros de
autoridades municipales y tantas otras ilegalidades, demostraron que el
exgobernador, nunca supo ni quiso aplicar el Estado de Derecho.
Acusa, casi
de último, que la “desacreditación como estrategia” contraria a los planes su
protector —el presidente de la República—, serán perjudiciales para el país;
desde la perspectiva, por lo menos de los chiapanecos, el descrédito suyo,
desacredita a López Obrador. Y será pieza clave para que al país, le vaya mal.
Como le fue a Chiapas, con Manuel Velasco como gobernador.
Transitorio
El asesinato
de una joven durante un asalto en Osumacinta, pudo prevenirse; desde hace
meses, habitantes de la región Mezcalapa, han denunciado la existencia y
operación de una peligrosa y violenta banda de asaltantes, algunos de éstos,
con nexos con autoridades de los municipios que componen esa zona. Tanto, que
algunos de los delincuentes, han ocupado cargos públicos como jefes policiales
y escoltas de diputados regionales.
Otros, han
sido temporalmente detenidos bajo cargos graves, pero tardan más en detenerlos,
que en liberarlos. El nuevo Fiscal, Jorge Luis Abarca Llaven, tiene la tarea de
terminar con ese flagelo. Solo es cuestión de voluntad para hacer cumplir la
ley.