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Angel Mario
Ksheratto
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Periodistas, los más vulnerables en Chiapas. |
A propósito
del extraordinario texto del caricaturista y analista político, Enrique Alfaro
Santos, referente al terco olvido social e institucional que padecen
cotidianamente los periodistas —especialmente los chiapanecos—, debo agregar al
epílogo de tan oportuna expresión, un sonoro, determinado y —lo más probable—,
impotente grito: ¡Hijos de la gran puta!
Los
periodistas chiapanecos (me refiero a los verdaderos —los de a pie, los que con
recursos propios cubren la nota bajo constantes riesgos y exigencias
empresariales burdas, absurdas y violatorias, por lo menos, de los tratados
laborales—), han sido víctimas de una circunstancia que ha sido, paralelamente,
consecuencia de una realidad mayor: la voracidad de “empresarios” empoderados y
aparentemente, domadores de políticos corruptos y hambrientos de halagos
fáciles.
Sería inútil
desconocer que también existen los extorsionadores, los peinadores, los
chayoteros, los prepotentes, los abusivos, los “influyentes”, los “voladores”,
los “fusileros”, los plagiadores… Ésos parásitos que hacen “periodismo” a
costilla de los demás. Tenemos que, incluso, convivir con muchos de ésos, a
pesar de la vocación, los valores, principios, la ética, la convicción, la
moral y los tanates.
Es un hecho
irrefutable que los “empresarios” del periodismo, viven como reyes; residencias
interminables, propiedades invaluables, autos de lujo, viajes alrededor del
mundo, en tanto que los periodistas —los verdaderos, insisto—, mueren de
enfermedades curables (frase robada al subcomandante Marcos, personaje de la
esperanza colectiva, brutalmente extinto), sin posibilidades de una carpa, pan
y café, para “hacer menos el dolor de los dolientes”. (Otra frase robada; ésta,
al generosísimo niñato del régimen que mitigó con pan, café y carpas, la
tragedia sísmica de septiembre del año pasado).
No faltará
el insulso de mente reducida y cerebro atrofiado, que exija nombres. ¡Vaya!
Tales nombres, sometidos al más discreto susurro, se escucharían hasta en los
confines del universo y serían vistos en la peor de las cegueras.
Éstos, los
mercenarios de la información, han traído un lastre sobre la prensa libre, los
periodistas de verdad y el derecho a ser debidamente informados. En mi época de
reportero de tiempo completo, cada “director” de un periódico para el cual
pretendía laborar, sacaba un interminable pergamino de nombres: «Estos son mis amigos;
no te metas con ellos o te corro»,
era la advertencia. El gobernador en turno, por supuesto, encabezaba la
infinita lista. Y así sigue siendo.
Los
periodistas hemos hecho millonarios a los dueños de los medios… Mientras,
nosotros morimos en la lipidia. No tenemos siquiera seguro social; en los
diarios donde laboré por años, al miserable sueldo quincenal, le descontaban un
montón de impuestos, incluido el Seguro Social y el INFONAVIT. ¿Qué creen?
¡Nunca fuimos dados de alta! Se robaban nuestros impuestos.
Así son;
viven de los periodistas. Pero nunca han destinado un peso para la aspirina de
un reportero enfermo; menos para el ataúd o que hablemos de una pensión
vitalicia para la familia del colega muerto.
No quiero
provocar un sisma; lo que pretendo es atraer la historia misma, la historia de
todos, la de cada uno. De cada periodista de verdad que lo ha dado todo por
informar, pero siguen haciendo periodismo, bajo esquemas esclavizantes, y
perseguidos por estereotipos rasantes, aplastantes y groseros.
Disculpen la
verdad, pero los periodistas, seguimos comiendo mierda, mientras los
“empresarios”, dilapidan dinero conseguido con nuestro trabajo digno y honrado.
Al
imperdible texto de Alfaro, publicado en Facebook, siguieron algunos
comentarios deplorables; condenatorios y exigentes de sumisión, a lo que, por
supuesto, los periodistas verdaderos, no debemos ceder.
Algunos
usuarios atreviéronse a decir que los periodistas, por no estar de acuerdo con
su tendenciosa manera de pensar, somos unos hijos de nuestra puta madre. ¡Vaya!
¡Sí, lo somos!
Pero es
mejor ser hijo de puta, que hijo del engaño, del mercenarismo, del caudillismo
enfermizo, del autoritarismo, del mesianismo fraudulento, de la mentira, de la
ignorancia…
Yo no diría
que somos un gremio incomprendido; somos un gremio incómodo, que paraliza y
enferma a los corruptos que solo quieren un cambio de ladrones en las
principales sillas del país; que anhelan un “Chucho el Roto”, que reescriba las
leyendas de la auténtica Revolución, en un siglo en el que los mexicanos, ya no
se chupan el dedo. Pero les dejo el texto de Alfaro, que no tiene ni un asomo
de desperdicio:
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Un grupo de mujeres periodistas, asume la dirección del FPCAC. |
YO SOY PRENSA VENDIDA
Se nos exige, se nos condena, se nos apesta: ¡Prensa vendida! Y sin embargo, cuando muere un periodista de a pie, nadie condena su situación.
Se nos exige, se nos condena, se nos apesta: ¡Prensa vendida! Y sin embargo, cuando muere un periodista de a pie, nadie condena su situación.
Los movimientos sociales exigen prensa libre, que
escriba lo que denuncian.
En el norte del país los medios son libres porque
sobreviven de la publicidad que genera la iniciativa privada, no del gobierno.
En Chiapas no existe esa posibilidad. Los únicos
opositores a los terribles excesos de los gobiernos locales son el movimiento
social, ese mismo que golpea y condena a la prensa “oficialista” y no es capaz
de sostener a la prensa independiente. Quieren prensa libre pero no se
preocupan por su sostenimiento: “ése es su problema”.
Condenan, golpean, ridiculizan a los periodistas que
cubren su movimiento por no publicar la “realidad”. Los reporteros, la tropa,
los de a pie, entregan sus notas y soportan que los directivos no se los
publiquen. Ésos últimos sí son prensa vendida, los primeros son obreros de la
información que se parten la madre todos los días.
Los periodistas mueren, los reporteros, fotógrafos,
los de a pie, padecen los mismo que reclama el movimiento social, pero sufren
la condena, la descalificación, el señalamiento.
Si el movimiento social no puede ayudar a sostener la
prensa libre no puede, en justicia, condenar a los obreros de la comunicación:
ellos no son los dueños enriquecidos, los que deciden que se publica y qué no.
Los periodistas en Chiapas están luchando por
organizarse, aún en contra de los dueños de sus medios e intentan ser
solidarios para que, quienes mueran, no lo hagan en el más completo abandono
social y gubernamental, desprovisto de derechos. Y los que nos critican, no
acusan la desprotección en que vivimos.
Quieren prensa libre, pero no son capaces de sostener
la libertad.
Cuando muere un periodista en condiciones de abandono,
los críticos no se dan por enterados. ¡Váyanse a la chingada!
Aplaudo
y apoyo, el esfuerzo de muchos colegas jóvenes (hombres y mujeres, encabezados
por Itzel Grajales) que han hecho un esfuerzo extraordinario, para reunirnos a
todos en un solo propósito: ser libres, ser solidarios, ser unidos. Desde el
Foro de Periodistas A.C., lucharemos por sueños comunes. Enhorabuena.