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Angel Mario Ksheratto
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Ni una escena del crimen más. |
El primer
síntoma de esa lamentable indiferencia, es la negación del terrible estado de
las cosas. “Son casos aislados”, han dicho con desfachatez, aun cuando la cifra
de jóvenes secuestrados y asesinados, crece desmesuradamente. Justificación
arrebatada y estúpida, ha sido la de pretender echar la culpa a las víctimas,
de las consecuencias de la violenci
Otra señal
que delata la indiferencia de las autoridades en el tema de seguridad, es la
grosera compra de “galardones” y “premios” (incluso “internacionales”),
mediante los cuales, pretenden propagandizar (perdón por el neologismo) un
status quo inexistente.
En la
perspectiva —tanto del gobierno estatal como el de varios municipios donde la
violencia se ha disparado—, la inseguridad y el inusitado brote de terror, es “normal”
y basan esa burda explicación en el crecimiento de la mancha urbana, en el caso
de las ciudades y, en cuanto a los hechos de sangre en los municipios, a “añejas
disputas por tierras”.
Ambas dilucidaciones
gubernamentales, tienen, ciertamente, alguna dosis de verdad, pero chocan con
la obligación institucional de procurar garantías plenas para todos los
ciudadanos. Los orígenes de la crisis de seguridad, también están en el
creciente desempleo, en la falta de oportunidades, en la cada vez más amplia
brecha entre ricos y pobres; en la corrupción y la impunidad.
Ninguno de
esos factores ha sido atendido por el gobierno doméstico, por mucho que los difusores,
oficiales y oficiosos, elogien las fallidas políticas de seguridad y traten de
pintar un panorama diametralmente opuesto a lo que padecen miles de
chiapanecos.
Preocupante
resulta que ante la imparable espiral de violencia, los obligados a someter a
los criminales, ocupen tiempo y energías en temas intrascendentes que les beneficia
solamente a ellos, en tanto que la población, debe resguardarse, como si
viviese en Siria y no en una de las otrora pacíficas ciudades de Chiapas.
A la
preocupación se une la impotencia y la indignación, puesto que, autoridades
como el alcalde capitalino, los fiscales, jueces y jefes policíacos, lejos de
trabajar para frenar la virulenta carrera de los criminales, están ocupados
buscando candidaturas a través de las cuales, obtengan fuero para no ser
llevados a los Tribunales y respondan por los cargos de corrupción de los que
se les acusa.
La lista de
jóvenes (hombres y mujeres) secuestrados y asesinados en las últimas semanas,
ya es interminable. Gloria Castellanos y Adán Enrique Gómez, sobresalen en ese
triste inventario de terror; obviamente, muchas más víctimas, muchos
chiapanecos inocentes que han pagado con sus vidas, la negligencia, la
inoperatividad, la incapacidad, la indiferencia, la omisión de un gobierno que
no atiende, ni escucha a los ciudadanos.
“No todo es
culpa del gobierno”, ha sido otra de las puertas falsas que han ofrecido los
defensores del régimen; puede ser que no sea su culpa, pero sí es responsable
directo, desde el momento en que otorga impunidad a los delincuentes y se hace
omiso para imponer el Estado de Derecho. A más, el argumento de no culpabilidad
oficial, se derrumba solo…
Y nos
obliga, a los ciudadanos, a constreñirnos a determinadas áreas de seguridad, lo
que equivale a restringir libertades fundamentales como el libre tránsito, la
expresión de las ideas, la intimidad y la seguridad pública a que tenemos
derecho.
La petición
de un accionar responsable y determinado a las autoridades y la exigencia de
justicia, son elementos muertos frente a un gobierno insensible, cínico e
hipócrita. No existe pretexto alguno, para ocultar la realidad y socavar la
legítima confianza de los ciudadanos. Nadie, absolutamente nadie, debe estar
por encima de la ley.
Quienes han
sometido a los chiapanecos a un régimen de terror —avalado por funcionarios
omisos e ineficientes—, deben pagar las consecuencias de sus actos; pero que
sean los verdaderos culpables y no chivos expiatorios, escogidos para dar
apariencia de resultados. De otra forma, estaremos a merced de la delincuencia,
esperando solamente, que nos exterminen. ¿Podrá la actual administración
garantizar paz y seguridad a los chiapanecos? Francamente, esperamos resultados
contundentes, positivos. Es, quizá, otra esperanza fallida. Ojalá y esté
equivocado.