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Angel Mario
Ksheratto
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¿Le alcanzan sus "activos"? |
La versión
más cercana a la verdad, la dio a conocer un columnista de la Ciudad de México;
en ésta, devela lo ocurrido en una reunión a ciegas en donde el presidente Peña
Nieto, contra todas las cifras de encuestas, sondeos y percepciones adversas,
informó al gobernador Manuel Velasco Coello, que había tomado la determinación:
el candidato de la alianza PRI-PVEM, sería Roberto Albores Gleason.
La táctica
ha sido la misma desde hace muchas décadas. Los candidatos a gobernar Chiapas,
no surgen del consenso local, sino de determinaciones cupulares que nunca han
sido las correctas, en términos de resultados. El enorme rezago social y
político de la entidad, ha dependido, precisamente, de esas decisiones cuando
no, de intereses mezquinos que solo voltean hacia acá, cuando hay algo
importante que saquear, que explotar.
No debería
sorprendernos que desde Los Pinos o la sede nacional del PRI, se elija a quien
deba gobernar; llama la atención en éste caso, que pese a los negativos de Albores
Gleason, se hayan decidido por él, cuando la consigna del oficialismo federal
es que el candidato priísta, José Antonio Meade Kuribreña, gane a como dé
lugar.
Los activos
del senador comiteco, no han estado por encima, incluso, del aspirante con
mucho menos posibilidades. Ya en otras ocasiones, hemos resaltado el abandono
en que durante su trabajo como “dirigente”, mantuvo a su partido y la
indiferencia que ha mostrado frente a los problemas locales.
Es cierto
que, de los que aspiran a suceder a Manuel Velasco, ninguno —sí, leyó bien:
NIN-GU-NO— convence ni con su discurso, ni con propuestas, ni con plataformas,
ni a su partido, ni con ideas. Todos se han ido con la promesa fácil y demagoga,
el palabrerío que ha rayado, siempre, en lo ridículo.
Con todo y
eso, tanto en el PRI como en el Verde, había otros aspirantes que, con la pesada
carga de desaprobación pública que llevan encima por sus malos resultados,
rebasaban en preferencia a Roberto Albores, que armó su candidatura, gracias al
secuestro del PRI estatal, donde eliminó la esencia de ese partido, empezando
con la justicia social.
La
determinación de Peña Nieto —que no escuchó los argumentos de Velasco Coello,
según el prestigiado columnista Raymundo Riva Palacio—, deja la impresión que
contra su propia orden de invertir todo a favor de Meade, en Chiapas, debe
ocurrir lo contrario: que gane Andrés Manuel López Obrador que, por su parte,
prácticamente ha impuesto a un candidato perdedor. ¿Acaso la lectura es que
Peña y López están dejando la plaza libre para el candidato propio de Manuel
Velasco?
Otra lectura
es que desde Los Pinos, visualizan (o promueven encubiertamente) el triunfo del
panista Ricardo Anaya y se pretende dejar a éste, una bomba de tiempo en
Chiapas, que podría detonar en conflictos postelectorales y terminen siendo la
catástrofe personal del próximo presidente. Es decir, desechar a tiempo a
Chiapas para no tener responsabilidad moral en lo que pudiera venir.
Según el
columnista, la propuesta fue solitaria; la habría hecho Aurelio Nuño, ex
secretario de Educación y actualmente, coordinador de campaña de Meade Kuribreña.
¿Qué interés mezquino orilló a un tecnócrata gris, recomendar al presidente a tomar
una determinación que solo dañaría a la impresentable candidatura de su actual
jefe? ¿Hora de abandonar el barco? ¿Preludio de un cambio de candidato presidencial
priísta?
La necedad
de imponer a un candidato poco rentable para Meade y el PRI, ha generado una hecatombe
política local que, lejos de parecer el inicio de un movimiento por la
dignidad, ha sonado más a berrinche chantajista. La renuncia —en el aire hasta
éste lunes a media tarde— de los diputados del Verde a las siglas del otrora
partido satélite del PRI, le complica la elección aún más a Albores Gleason.
Aunque en
los círculos del priísta priva la soberbia y minimizan los efectos de la
postura verdista, lo cierto es que en la misma casa, se están gestando otras
rebeliones; por ejemplo, la liderada por Willy Ochoa, que pretende competir por
la misma candidatura, pese a que sus activos son pobres, tanto, que no le
alcanzarían siquiera para una regiduría. Pero oposición al fin.
Desde
cualquier perspectiva, Roberto Albores Gleason, debe empezar desde abajo, si es
que quiere ganar en buena ley. Debe saber que no es candidato preferido y que
tampoco, sus activos le ayudan; a más, la gente que le rodea, no le ayuda en
nada. Debe, por tanto, bajarse del ladrillo, dejar de sentirse diva, abrevar
del pueblo y olvidar sus aires de grandeza. De otra forma, no logrará más que
simplemente, ser uno más. Soberbia, prepotencia, distanciamiento y otros
factores, no le harán ganador.