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Angel Mario
Ksheratto
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El cinismo, cobija de perredistas. |
Las reglas
electorales, son las menos observadas en lo que va del proceso para elegir
presidente, senadores, diputados, gobernadores, alcaldes, regidores. Algunos,
hasta han inventado sus propias normas, muchas de éstas, draconianas y
francamente, ridículas. Tanto, que no alcanzan para ser llamadas “excesivas”;
si acaso, groseras y torpes.
Sucede en
una de las tantas tribus del destartalado PRD local, ésa que usufructúa las
siglas de lo que alguna vez, fue un partido respetable. De pronto, César
Espinosa, quien finge (que no funge) ser el presidente estatal, decidió asumir
responsabilidades que, según el estatuto interno de esa pretendida institución,
solo corresponden a instancias nacionales internas, cuyos componentes, tienen
el deber de tomar las determinaciones que consideren pertinentes.
En ese
contexto, no sorprendió la descalificación a priori de por lo menos, tres
aspirantes a la gubernatura que se habían inscrito para competir al interior
del PRD; no, porque claramente, Espinosa Morales, no actúo solo. Solo siguió
instrucciones y para ello, recurrió a presuntos estatutos, dictados, sin lugar
a dudas, por su verdadero jefe.
Cierto es
que la “cancelación” personal de aspiraciones anodinas —como la del brazo
ejecutor de la dictadura pablista, Rubén Velázquez y la del hijo putativo de
Salazar, Diego Valera—, son necesarias en virtud de representar éstos, el
retroceso político y la continuidad del desastre social, que se fortaleció con
la imposición de sucesores a modo.
En el caso
del expriísta José Antonio Aguilar Bodegas, independientemente de su pasado en
la administración pública, es claro que se aderezó en su contra, una especie de
persecución judicial, que terminó por mostrar manos siniestras que no tuvieron
el cuidado de, por lo menos, cumplir con el debido proceso, en caso de estar
éste, involucrado en asuntos de corrupción.
Siguiendo
esa línea, César Espinosa Morales, tomó determinaciones que desnudan a su
propio partido: no hay, como dice, unidad; tampoco es un partido incluyente. No
es, el PRD, una organización política plural y menos, que sea democrática. Los
enconos son evidentes y los intereses —de grupo o personales—, se anteponen al
interés superior que debería ser el desarrollo y progreso de Chiapas. Queda
claro además, que ese partido, no es autónomo, sino que obedece órdenes
precisas y directas.
¿Por qué se
dan aparatosas y disparatadas acciones como lo ocurrido en el PRD? Por una
sencilla razón: las reglas electorales no son claras ni contundentes. Y porque
las autoridades electorales, han sido complacientes y omisas ante actos que
vulneran la confianza en la institución encargada de coordinar el proceso.
Amén de lo
anterior, los partidos políticos, han dejado de perfeccionar sus estatutos. De
adecuarlos a las cambiantes exigencias de los procesos electorales. Obra a
favor de la anarquía, la total ausencia de liderazgos locales, regionales y
nacionales.
Revisemos el
“historial” político del dirigente del PRD. Nulo. Impuesto. Espurio. Sin trayectoria
en la izquierda. Si hacemos lo mismo con los demás partidos, la misma cosa. Ni
uno solo de los líderes de los partidos, posee las cualidades idóneas para
estar al frente de una institución de esa naturaleza.
El mismo
Espinosa Morales, ha sido acusado por la militancia de ese partido de fraude en
las finanzas internas. También lo han señalado de manejar, junto con su
hermana, los dineros de una institución educativa estatal, venida a menos por
los malos manejos administrativos.
Más aún, se
le ha señalado de hacer mal uso de las prerrogativas a que tiene derecho el
PRD, acción que ha sido desestimada por el IEPC, lo que ha dado al “líder” del sol
azteca, valor para mantener un ritmo de vida personal, no acorde con el sueldo
que dice tener.
Con todo y
eso, ha dicho que su partido, no postulará a candidatos ligados con actos de
corrupción… ¿Y él? El cinismo parece ser el arma perfecta de quien se ha
adueñado del ideal de un organismo que nació como una esperanza para el país, y
está siendo el más grande fraude ideológico en toda la historia de México.
Es de risa ver
cómo un “líder” partidista, acusa de corrupción, cuando él, no está a salvo de
todo tipo de acusaciones en ese mismo sentido. Ese es el nivel de nuestros
políticos. De tal manera que en las próximas elecciones, se habrá de votar o
por el menos corrupto, o por el corrupto menos visible. Tan mal estamos.