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Único
Angel Mario
Ksheratto
¿Habrá uno -solo uno- que rompa las ligas? |
¿Hay
seriedad en los aspirantes a gobernar Chiapas en el siguiente sexenio? ¿Existe
compromiso alguno con el real desarrollo de un estado empobrecido y saqueado?
¿Tienen éstos, una sola idea clara de lo que se requiere para terminar con los
grandes males de la entidad? ¿Hay entre ellos, uno que tenga la plataforma ideal
para superar viejas y nuevas crisis?
Esa y muchas
otras preguntas rondan en la mente de los chiapanecos. Ninguna parece tener una
respuesta clara, a juzgar por lo que hasta ahora hemos visto: displicencia,
soberbia, abusos, mentiras, oportunismo, excesivos gastos, imprudencia, pobreza
discursiva, complicidad, ambición, torpeza, engaños…
Casi todos
los que han externado su intención de ser candidatos al gobierno, han intentado
mostrar fuerza social mediante los tradicionales acarreos a eventos masivos,
cuyo oneroso gasto, ha corrido por cuenta del erario, otorgado generosamente
por el único y principal promotor de todos los que buscan asumir ese cargo.
Si
revisásemos los discursos hasta ahora pronunciados, no tendríamos
complicaciones de ninguna naturaleza para descubrir que ni uno solo ha marcado
pautas sobre economía, seguridad, salud, educación, finanzas y otros temas que
interesen a los ciudadanos. Simple y llanamente, se han ido por la tangente,
evadiendo responsabilidades y compromisos.
Las falsas demostraciones
de arraigo social, han servido para confirmar, irónicamente, la debilidad e
ingenuidad de los aspirantes. Los mismos “líderes” de colonias y organizaciones
que acarrean gente para los eventos de Eduardo Ramírez, son los que llenan los
espacios en los de Roberto Albores, Fernando Castellanos, Enoc Hernández,
Armando Melgar, Rutilio Escandón, José Antonio Aguilar.
La variación
ha consistido en las siglas; desafortunadamente para ellos, son organizaciones
de escasa credibilidad, muchas de éstas, ligadas a acciones criminales como el
robo, despojo, ataque a las vías de comunicación, secuestro, vapulaciones,
entre muchos delitos más.
No hay uno
solo que llene el espacio más reducido, a no ser que entregue las consabidas
despensas, la playera barata o el gorro de cartoncillo o que, con el erario,
contrate a un cantante famoso para atraer asistentes. Que no adeptos o siquiera
simpatizantes.
La total
ausencia de un candidato confiable, se basa en un factor preocupante: todos son
propiedad del mismo jefe político. Es decir, no hay independencia, no existe la
autonomía en ninguno de los sentidos. ¿Le alcanzará a los aspirantes, el ser
amigos o compadres o subalternos del gobernador Manuel Velasco para ganar,
primero, la nominación y segundo, las elecciones?
Hay que
partir del hecho que el actual gobernador, ganó por más de un millón de votos,
con un discurso pobre en contenido, pero popular entre su caudal de seguidoras.
También hay que recordar que Velasco Coello, hizo campaña desde doce años
antes. Ello no significa que ser su amigo, compadre o empleado, garantice el
triunfo.
No. No,
porque el descontento contra el mandatario, crece cada día más. El estado de
las finanzas, el alto grado de corrupción (consentido por él, por ejemplo, en
el caso de David León, que dispone de los recursos del Estado a su antojo) y la
falta de criterios firmes para detener los abusos y excesos de grupos de choque
que tienen a Chiapas en completo estado de ingobernabilidad, han hecho que se
pierda la confianza en su administración y no solo contra él, sino en contra de
todo lo que tenga que ver con políticos jóvenes.
De tal
manera que, quien quiera ser el candidato ganador, deberá distanciarse de
Velasco Coello. Debe tener un proyecto propio; uno que nada tenga que ver con
políticas fallidas. Deberá contar con planes, estrategias y plataformas que, en
primer término, rescaten las roídas finanzas de Chiapas y garanticen
estabilidad política y social.
Mientras las
campañas se centren en meros actos circenses y se mantenga el apego a un
proyecto irreal con respecto al verdadero desarrollo de la entidad, nada debe
tomarse en serio. Ni los acarreos, ni el griterío asumido como discurso, ni las
ocurrencias, ni ninguna otra postura irresponsable, pueden ser factores para la
confianza y credibilidad.
Chiapas está
urgido de un gobierno firme; de un gobernador visionario que invierta los
recursos públicos en obras de calidad; que revierta viejos métodos de gobernar.
Que innove. Mientras sigan siendo dependientes, lo único que tienen asegurada,
es la derrota moral y política. No que peleen, ni traicionen: simplemente, que
convenzan con un discurso nuevo y alentador. ¿Podrán?