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Angel Mario
Ksheratto
¿Cárcel para quienes lucren con la ayuda humanitaria? |
Por
distintas vías, damnificados por el terremoto del 7 de septiembre, hicieron una
denuncia en el mismo sentido: cientos de despensas estaban siendo acaparadas en
una bodega del Club de Leones en la ciudad de Tonalá, una de las más afectadas.
Corroboré las versiones con dos fuentes semioficiales y confirmaron que sí, en
efecto, existía una bodega de ese club, habilitada como “centro de acopio”,
aunque aclararon que a pesar del letrero que la identifica como tal, ésta ha
permanecido cerrada y “de vez en cuando la abren para extraer despensas”.
Los
denunciantes coincidían en todo: nombres de las responsables y objetivo de
éstas, así como el modus operandi. Todos mencionaron a Aracely Martínez Ramírez
y Juanita Zavala, como las principales operadoras y a Irma de los Santos de
Prado, beneficiaria directa.
Junto a
algunos colaboradores de ellas, disponen de la ayuda humanitaria para
repartirla en colonias y comunidades donde el seísmo no ocasionó ningún daño.
"Mir usted —denunció uno que se identificó como damnificado— sacan 15 o 20
despensas y se las llevan a colonias donde no las necesitan; nosotros no hemos
tenido atención de ninguna autoridad, ni siquiera una botella de agua nos ha
llegado y eso no se vale”, dijo.
Otro contó
que a un familiar suyo que no tuvo afectaciones, le entregaron una despensa, a
cambio de una fotocopia de su credencial de elector y la recomendación de no
olvidarse de la señora de Prado el día de las votaciones. Claramente, hay un
uso abusivo, grosero y oportunista de la generosa ayuda que gente de otros
estados, está enviando a los damnificados.
Pocos
minutos después de haber publicado la denuncia en las redes sociales, una mujer
que conocí hace años en la talacha reporteril, me contactó para defender a una
de las implicadas, la señora Martínez Ramírez.
Que es la
mujer más honrada del mundo, que sería incapaz de cometer una felonía de esa
naturaleza, que las despensas se las envió un familiar residente en Puebla, que
ayuda desinteresadamente a los demás… en fin. Le sugerí que le diga a su
defendida que el espacio está abierto para que aclare la situación. ¿Quién le
dio las despensas? ¿Dónde las ha repartido? Esperé hasta media tarde y ninguna
respuesta.
“¡Jesucristo
Brigadier —pensé cuando leí tanta belleza—, me he metido con la madre de la
Madre Teresa de Calcuta!”. La defensora, sin embargo, reveló el único defecto
de la aludida: “Tiene un carácter de la chingada”. Dejé de sentirme el pecador
más miserable en toda la historia de la humanidad.
Por otro
lado, Irma Velázquez Vicente, supuesta trabajadora de la secretaría Técnica de
la Comisión para la Transparencia de la Reconstrucción (o como se llame esa
instancia del Congreso del Estado), me llamó para solicitar dos cosas: el nombre
y dirección de los denunciantes y “pruebas documentales” de ésta.
Me negué, primero,
porque no se puede exponer a los denunciantes a potenciales riesgos. Y porque
las fuentes no se pueden revelar. En cuanto a lo otro, no podemos, los
periodistas, hacerle la chamba a los diputados integrantes de esa comisión. La
denuncia está ahí; que vayan, investiguen, indaguen y recomienden las sanciones
a que haya lugar. Si es que no ya sacaron las despensas de ese lugar y las
fueron, o a repartir o a esconder a otra parte.
Hace unos
días, el gobernador Manuel Velasco se comprometió a enviar a la cárcel a quienes
den mal uso a la ayuda humanitaria; he ahí, una buena oportunidad para dos
cosas: cumplir la advertencia y mandar un claro mensaje a las aves de rapiña
que quieren comprar votos con lo que a las víctimas del terremoto, corresponde.
Porque tras
la denuncia pública, hubo llamadas que confirmaron el delito e incluso,
agregaron que parte de los beneficios de esa conducta ilegal y ofensiva, sería
para el secretario de Pesca, Miguel Prado de los Santos, quien busca ser
candidato al Congreso Federal.
La ley debe
aplicarse; que hay dos o tres que canonizan a una de las implicadas, no
significa que no esté lucrando con la desgracia de miles de chiapanecos que sí
necesitan una despensa. Un estado de leyes, debe prestigiarse por sus acciones,
no solamente por sus discursos. Lo menos que pueden hacer es investigar.
Y ya. No
para cuando las evidencias hayan desaparecido y salgan con su batea de baba,
diciendo que todo fue un mal entendido o en el peor de los casos, que se trató
de una calumnia. Permitirlo será destruir el discurso y fortalecer a la
impunidad, el abuso, los excesos y la corrupción. ¿O no?