Artículo
Único
Angel Mario
Ksheratto
![]() |
Zamora Morlet, fuera de la bacinica. |
“Informe de
Actividades Legislativas”; así han nombrado la mayoría de legisladores a los
eventos masivos en los que, suponen ellos, dan cuenta del “trabajo” que
realizan en las tres cámaras de representantes del país. Las reuniones se
abarrotan de dos tipos de personas: los aduladores profesionales de los informantes
y los mismos que van a todos los informes donde a cambio de hacer bulto,
obtienen una prebenda insignificante cuando no, una raquítica despensa que
ataranta al hambre medio día.
Desatada la
parafernalia, el diputado local, federal o senador, desenfunda el palabrerío
fatuo, hueco, impreciso, engañador, manipulador. ¡Lo han hecho todo! Leyes
benéficas para todos, gestiones financieras, programas de desarrollo,
normativas incluyentes…
Y exigen a
cambio, el aplauso atronador que les permita sentirse los elegidos del Altísimo,
para postularse para el siguiente cargo; claro que la ovación arrancada a
fuerza de promesas incumplibles y logros no alcanzados, deja a los legisladores
con la sensación de tener la siguiente elección en la bolsa. Y como El
Jibarito, vánse locos de contentos a convencer a los ausentes, de su músculo
social.
Se tratan —los
informes que se han estado presentando— de un engaño y un autoengaño; los
asistentes a tan onerosos encuentros, engañan al legislador o legisladora,
haciéndole creer que han ido dispuestos a abrazar sus propuestas y han ido para
agradecer el supremo esfuerzo que hacen para que vivan a sus anchas. El
informante, por su lado, cree que la perorata desembuchada, ha convencido a los
asistentes, a pesar de tener la certeza que aquellos han llegado a cambio de
algo.
Quienes
conocen del trabajo legislativo, saben a ciencia cierta que no hay un solo
diputado local o federal y ni un solo senador, que trabaje. Sin ninguna
excepción, las leyes que aprueban se las entregan redactadas desde Palacio de
Gobierno y en la mayoría de las veces, ni siquiera se toman la molestia de
leerlas, de tal forma que las sancionan a favor, con todo y los errores
ortográficos y tecnicismos obsoletos que pudieran contener.
Tarea del
legislador es gestionar bienes y servicios para los ciudadanos. Ello no ocurre;
resulta imposible ver a un legislador en su distrito, trabajando en beneficio
de sus representados. Y si el ciudadano acude a sus oficinas en el Congreso del
Estado, por ejemplo, nunca está y si acaso llega a sus oficinas, no atiende a
nadie. Por tanto, no hay nada, absolutamente nada que informar.
El gasto
para la realización de tales “informes” es exorbitante: pago del lugar donde se
lleva a cabo, renta de sillas y equipo de sonido, vallas, transporte de los
acarreados, refrescos, gorras, playeras, despensas y tortas para los
asistentes; pagos extraordinarios especiales para los organizadores, apoyos de
agradecimientos a los líderes de colonias que juntaron gente para el acarreo,
inserciones pagadas en medios de comunicación, por mencionar parte de la
inversión.
En el caso
de los senadores, han programado informes en cada cabecera distrital, lo que
significa una erogación impagable… Bueno, sí, con dinero del pueblo. No hay uno
solo que utilice su sueldo personal para sufragar todos los gastos. Por el
contrario, cada uno pide recursos extraordinarios, como si el Estado estuviese
en jauja.
Los informes
de labores, deben suprimirse; en primer lugar, porque diputados y senadores, nada
tienen que informar. Sabemos con certeza que son holgazanes, son solo una carga
financiera para la sociedad. Segundo, porque esas actividades son una cortina
para esconder graves violaciones a la ley electoral.
Y de forma
tan descarada y cínica. El ejemplo más patético es el del diputado Enrique Zamora
Morlet, quien rindió su “informe de labores” en Tapachula, que no pertenece al
distrito que dice representar: Huixtla. Zamorita busca ser candidato a la
alcaldía tapachulteca. Como ese, hay infinidad de casos en los que se ha
utilizado esa actividad con fines perversos.
Claro, con
la complicidad o cuando menos, complacencia de la autoridad electoral que se
niega a imponer los correctivos de ley.
Con todo,
los informes no nos sirven de nada; no son éstos, indicativo que las cosas del
Estado marchen bien. La descomposición social, la crisis financiera y
económica, la creciente desconfianza en las instituciones, se derivan
precisamente de la falta de congruencia y compromiso de quienes no legislan y cuando
lo hacen, lo hacen mal.
La exigencia
es que desaparezcan ese tipo de eventos. Son solo actos de lucimiento personal
que a la sociedad, no le dice nada bueno. Sería lo correcto, lo idóneo.