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Angel Mario
Ksheratto
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Presidente incompetente y provocador. |
Lo que sea
que haya venido a hacer el presidente Enrique Peña Nieto a Chiapas, no tiene
justificación alguna, aun cuando los propagandistas oficiosos, griten las
bondades de la inexistente administración gubernamental, cuyos resultados son
deprimentes. Hubo poco interés de parte suya, para difundir las razones de su
visita, como poca ha sido la intención de los chiapanecos de saber a qué vino. Es
intrascendente.
En primer
lugar, porque las condiciones del estado, hablan por sí mismas. De tal manera
que los discursos, los cantos de victoria y las nuevas promesas, no borrarán la
falta de medicinas en los hospitales, ni detendrán el crecimiento de la pobreza
y la marginación. Nada de lo que diga o deje de decir, revertirá los efectos de
la grave crisis financiera de la entidad y tampoco borrará del mapa a los
corruptos —protegidos por el canciller Luis Videgaray y el secretario José
Antonio Meade—, que saquean a su antojo las arcas públicas.
En segundo
lugar, porque ni uno solo de sus programas y proyectos de gobierno, han tenido
efectos positivos en Chiapas. A pesar del exagerado maquillaje a las cifras, el
número de chiapanecos en condiciones de pobreza y pobreza extrema, aumentó drásticamente,
en comparación con el gobierno de Felipe Calderón, periodo en el que la cifra
de personas en esas condiciones, se elevó dramáticamente.
Los números
en cuanto al crecimiento económico de la entidad, son raquíticos; si se
contrasta el crecimiento de estados como Nuevo León, Baja California,
Querétaro, Jalisco y otras entidades federativas, Chiapas, está muy por debajo
de la media nacional, contrario a la expectativa discursiva y las buenas
intenciones.
En materia
de infraestructura, no estamos ni lo más cercano posible a lo que se prometió
durante la campaña del 2012. Carreteras despedazadas, centros turísticos
abandonados, hospitales inoperantes, escuelas a punto de derrumbarse,
producción agrícola a la baja, corrupción al alza, impunidad galopante…
A millones
de chiapanecos, les importa un bledo lo que venga a hacer el presidente; otro
tanto, salió a las calles a protestar por su visita. No tiene caso su visita,
no es bienvenido el señor Peña, no hay nada que valorar ni agradecer. Su
administración para Chiapas, ha sido un fracaso rotundo. Que le llenaron el o
los espacios donde se presentó, no cabe duda.
De hecho, la
necesidad obliga; por la torta, el refresco, la gorra y la playera, mucha gente
acude, mediante acarreo, a los eventos donde se presenta el presidente. Gritan,
aplauden, alaban… Pero no hay nada de sinceridad en ello. Coadyuvan al autoengaño
presidencial, ése que hace pensar a Peña Nieto que es el mejor presidente del
universo.
“Chiapas es
el único estado que llena a placer las carpas donde planta pie Peña Nieto”, me
dice un diputado de viejo cuño priísta y tiene razón. El acarreo en la entidad
es como un deporte basado en el hambre y la necesidad, pero también, en la
necedad. Esa terquedad de intercambiar porras por gorras, aunque la mayoría de
las veces, nadie sepa quién es personaje a quien se debe llenar de elogios. Me
contó un alto prelado de la Iglesia Católica que para la visita de don Jorge
Bergoglio, les costó llenar los lugares a donde se presentaría el Papa. Muchos,
exigían transporte gratis y despensa.
A la inmensa
mayoría de ciudadanos, los dueños de su dignidad, les vale un cacahuate la
presencia de Peña Nieto y sus discursos triunfalistas y de dudoso fundamento. Diga
lo que diga, prometa lo que prometa, todos sabemos que no tiene calidad moral
para venir a contar más mentiras. Porque hasta para mentir se debe tener
solvencia… Y capacidad. Ingenio.
Por ello,
las manifestaciones contra su visita, en Chiapa de Corzo, son básicamente, la
mejor muestra del hartazgo contra un mal presidente y un peor político. Los
chiapanecos, no pueden tolerar más engaños, ni burlas, ni mentiras. Peña Nieto
no es bienvenido a Chiapas; no goza de ninguna simpatía.
Venga a
hacer lo que quiera, no le otorgará, nunca, congratulaciones, puesto que no las
ha construido y por tanto, no las merece. A Chiapas, ha venido a provocar; a
tensar la ya de por sí crítica situación política, económica y social. Puede,
entonces, irse por donde vino y cuanto antes, mejor. ¡Ah, y que no regrese
nunca más!