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Angel Mario
Ksheratto
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Peña Nieto, populista institucional. |
Señor presidente:
llamó la atención su reciente visita a Chiapas; dudo mucho que haya tenido,
usted, noción certera de las razones por las que, como nunca, su presencia fue
—¡por fin!— notoria. No ha sido por su irrescatable discurso al que, sin
embargo, hay que atenerse para llegar a algunas conclusiones respecto a su
penosa condición de jefe de Estado. Tampoco ha sido por la proclividad suya al
populismo institucional que le otorga privilegios fatuos, como tomarse
autoretratos con los coristas de la comedia trágica en que ha convertido el
arte de gobernar, por ejemplo.
He dicho que
su discurso no tiene asidero; ya no hablemos siquiera de retórica y menos
recursos, estructura, argumentos, etcétera, etcétera. No se rescata de éste,
una sola frase que fundamente, ni justifique su presencia en un acto que debió
ser, por su elevada importancia, en otras condiciones, otros escenarios y bajo
una logística digna de los pueblos indígenas. Sirve, sí, para descubrir
preocupantes signos de menoscabo tanto en su persona, como en la institución
que representa.
Empieza,
usted señor presidente, agradeciendo la hospitalidad, la calidez, el respaldo y
acompañamiento de la gente que acudió al evento que encabezó. ¿Le informaron
que mientras peroraba, a apenas unos metros, ciudadanos indignados con su mal
gobierno, protestaban y repelían a las fuerzas del orden que fueron dispuestas
para protegerle? La primera señal de la descomposición a la que hago
referencia, tiene que ver con la despersonalización suya.
Tiene usted,
una grave alteración de la percepción; separa —deliberada o inconscientemente—
la realidad de la verdad. La única calidez que pudo haber durante su estancia
aquí, habrá sido las de los cohetones y bombas lacrimógenas que se lanzaron policías
y manifestantes. ¡No hubo ningún acompañamiento! Aquí le decimos “acarreo”...
Otra prueba de su separación de la
realidad, es cuando recurre al cinismo y la burla para justificar su tardanza,
desorganización, irresponsabilidad y falta de respeto al tiempo de los demás: “Primero quiero agradecerles a todos su presencia —dijo, ¿lo
recuerda?— sobre todo cuando me enterado en mi trayecto a
este punto, que algunos llegaron muy temprano o fueron llegando desde muy
temprano, a propuesta, no le voy a echar la culpa al gobernador del estado,
pero propuesta seguramente de la coordinación para el evento, Nuvia, dijeron,
por la tarde es mejor, porque hace menos calor en esta temporada. Y bueno lo
hicimos en tarde…” (sic).
Probablemente no ha
escuchado aquella historia que los norteamericanos contaban en torno Lenin, a
quien le atribuían un episodio brutal y amenazante en el cual, el entonces
líder soviético, desplumaba, viva, a una gallina y posteriormente daba granos
de maíz sobre la palma de su mano, mismos que el animalito comía voraz y
alegremente; muy parecido lo que hizo usted con sus “invitados”. La irrealidad
en que vive, lo ha llevado a pensar que esa misma gente a la que ha hecho
esperar horas, a la que tortura bajo el sol y la lluvia, a la que le roba
valioso tiempo, le prodiga abrazos, besos y le “alimentan el alma”.
Ya entrados en lo
que dijo, pero que a nosotros no nos dice nada, habló de proyectos de salud y
educación y otras “distintas acciones para impulsar y favorecer el desarrollo
de los pueblos indígenas”. ¿En serio cree que las comunidades indígenas de
Chiapas se han desarrollado de la forma como lo describió?
Debería saber,
señor presidente, que hay cientos de comunidades a solo metros de las zonas
arrebatas a sus dueños para construir represas, que no tienen luz eléctrica.
Alguien debería informarle que en los hospitales de las ciudades importantes,
los pacientes esperan remota atención médica, tirados en el piso. ¡Vaya! Con
decirle que la extrema pobreza y marginación, se puede ver en las periferias de
Tuxtla Gutiérrez, Tapachula, San Cristóbal, Comitán, Palenque, Tonalá,
Villaflores, Ocosingo, Huixtla…
A donde quiera que
usted vaya, encontrará cientos de niños indígenas muriendo de hambre; verá
familias desplazadas. Sabrá de indígenas presos injustamente, de mujeres
maltratadas porque sus políticas públicas, son un fracaso y porque sus
funcionarios, solo están para robar, no para atender a la población.
Ha venido usted a
demostrar dos cosas: su falta de percepción a la realidad (no vayamos lejos,
mientras usted argüía a su favor, protegido por decenas de gorilones
insensibles, afuera, cientos de ciudadanos reñían a palos y gases con su
policía y aun así, se dio tiempo para recorrer el Cañón del Sumidero,
acompañado uno de los carniceros de la música vernácula que tanto orgullo dio a
México en el pasado), y su incurable mitomanía respecto al país que nos está
dejando.
Señor presidente:
no albergo esperanzas de que las cosas cambien en lo poco que queda de su
mandato; no pudo en cinco años y medio, no podrá en tan poco tiempo. Queda, eso
sí, la dignidad de los chiapanecos, por la que exigimos respeto absoluto. No
vuelva a venir. No será bienvenido. Que le vaya bien.