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Angel Mario
Ksheratto
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Perseguir la alcaldía, rutina para obtener chamba. |
Hace quizá 24-28
años (y esto no es cuento ni leyenda) vivió en la capital de Chiapas un espécimen
raro; muy raro, si tomamos en cuenta que éste se nutrió en las entrañas de un
monstruo que para entonces, lo era todo y por tanto, no consentía la menor de
las rebeliones internas. La “cosa” ésa, era un muchacho intrépido que ya había
sido diputado local y luchaba por algunos cambios democráticos al interior del
PRI, desde el Movimiento Territorial, donde construyó su propia plataforma de
lanzamiento a sus aspiraciones políticas.
Era la época
en que Chiapas cambiaba de gobernadores como cambiar la ropa interior; no pudo
avanzar en sus pretensiones, siendo derrumbado por las recurrentes imposiciones
internas, pese a que entonces, Carlos Morales Vázquez, contaba con una
estructura de base política y social, sólida. Obligado a abandonar a su
partido, se afilió al PRD y compitió en absoluta desigualdad frente al
todopoderoso empresario Antonio Pariente Algarín, a quien derrotó en las urnas,
convirtiéndose en el único diputado federal poseedor de un amplio
reconocimiento y respaldo de priístas y perredistas. Ya en la curul de San
Lázaro, recurrió a la vieja práctica de todos los diputados: olvidarse de los
electores.
Con todo,
regresó a conquistar de nuevo el voto; ahora, para alcanzar la presidencia
municipal, frente a la candidata del PAN, Victoria Rincón. Fue una elección
reñida en la que Morales Vázquez, como en su anterior elección, peleó en
desigualdad. El PAN utilizó recursos públicos para impulsar a su abanderada,
mientras Carlos sobrevivía en la confianza que los electores tenían en él, pese
a su ingratitud. Perdió la alcaldía.
Algunos
afirman que por un escasísimo margen de votos; otros aseguran que ganó, Carlos
Morales, con una importante cantidad a su favor. Él mismo alegó que le habían
arrebatado la victoria y anunció que impugnaría el proceso. Dijo que contaba
con todos los elementos y pruebas… Pocos días después, se retractó y aceptó las
migajas convertidas en una suculenta regiduría, de la que vivió holgadamente,
en virtud de su alianza con la alcaldesa Rincón. Atrás quedaron las acusaciones
de fraude electoral.
Carlos
Morales Vázquez, demostró ser animal de rutinas; de costumbres y rutas
preestablecidas. Volvió a buscar la alcaldía. Ya no fue el boom político. Ya no
aglutinó votos duros ni blandos. Su plusvalía había llegado a lo más bajo, pese
a que, como la primera vez, gritó que le habían defraudado. Aun cuando así
hubiere sido, la gente lo tiró a loco, a charlatán. No obstante, el lloriqueo
le alcanzó para negociar un puesto en la actual administración.
Titular en
una dependencia que hoy, no se sabe a ciencia cierta qué es, ni cuáles son sus
objetivos. Llámase Secretaría de Medio Ambiente e Historia Natural, pero, desde
la llegada de Morales Vázquez, se convirtió en una eficiente distribuidora
(previo jugosos pagos, claro está) de especies en peligro de extinción y otras
de las llamadas "exóticas”. El medio ambiente, como negocio particular, a
costa del detrimento de éste.
Se han
vuelto habituales los videos promocionales de un Carlos Morales, sembrando un
arbolito o acariciando una guacamaya, cuando no, dando paseos por espacios
públicos aparentemente remodelados, o al lado del gobernador, explicando
avances utópicos de su gestión. La realidad, es diametralmente opuesta: cero
avances y escandalosos negocios de flora y fauna, que han llevado al medio
ambiente a la ruina total.
Morales
Vázquez, contra los nulos resultados de su “trabajo”, es un hombre de fe… O
peca de cinismo. Ha vuelto a anunciar que será, ¡otra vez!, candidato a la
alcaldía de Tuxtla Gutiérrez. Se presume que de hacerlo, irá bajo las
sacrosantas siglas del partido lavador de culpas, el MORENA. Dada la calidad
moral de las últimas afiliaciones a esa empresa política, n dudamos que así
sea.
Salta una
pregunta: Si Carlos Morales Vázquez, “ama” a Tuxtla; si de verdad le preocupa
la ciudad, si tiene una plataforma extraordinaria para sacarla del bache, ¿por
qué no se alistó como candidato en las elecciones intermedias? La respuesta es
sencilla: porque como siempre, perderá los comicios, derrota suficiente para
chantajear a quien gane la elección a la gubernatura y negocie otra cartera en
el gabinete. Tonto no es.
Con el
historial de Carlitos, no me imagino como estaría Tuxtla si en un remotísimo
caso ganare la elección. Basta voltear a la SMAHN, para darse una idea del caos
que será la ciudad. ¿Le darán, los tuxtlecos, el voto a un personaje que solo
lo utilizará para su beneficio personal? Aquel muchacho bienintencionado, se ha
convertido en la antítesis de sus antiguos ideales; es ahora, un político
mañoso, incongruente, ambicioso y poco confiable. La corrupción que criticó, es
ahora su sustento. Su religión.