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Angel Mario
Ksheratto
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Diputada Olvera, icono de la corrupción y la impunidad. |
Acostumbrada
a salirse con la suya gracias a la impunidad y protección de políticos de la
calaña suya, la diputada María de Jesús Olvera Mejía, intentó defenderse en las
últimas horas por dos vías: las redes sociales y la Tribuna del Congreso del
Estado, en cuyas apariciones, se pintó sola. Sí, sin el apoyo de los líderes
camerales que hicieron notar su ausencia en la sesión de éste jueves y bajo la
mirada burlona de los legisladores que sí acudieron y que durante su perorata,
hacían comentarios en corto o atendían su celular.
Desde ahí,
contó la historia que en la madrugada había hecho circular: que había pedido
derecho de réplica al medio que hizo público su negro historial; que no le
hicieron caso, que se sentía ofendida, que es la viva representación de la
Madre Teresa de Calcuta, que nunca ha ordenado despojos, que nunca ha robado un
solo quinto, que su moral por acá y su moral por allá.
La joya: que
los periodistas somos violentos. Lo repitió dos o tres veces. Pero nada dijo de
las demandas penales en su contra, ni sobre la existencia de dos actas de
nacimiento; tampoco habló respecto al despojo, robos, abusos y amenazas de
muerte contra los obreros chiapanecos que han mostrado, infinidad de veces, repudio
por sus actos violentos e intimidatorios.
Básicamente,
dedico su tiempo, en asuntos generales, a presentar la antítesis de sí misma.
Lo que pudiera ser, pero su perversidad, ambición y prepotencia, no le permiten
ser.
Quien no la
conoce y pudo escucharle, habrase sentido conmovido. Un historial que ni el más
grande santo de la Iglesia Antigua, sería capaz de tener. Sin embargo, los
hechos le desmienten rotundamente. A Chiapas llegó para robar, para agredir. Su
efectividad en esas tareas, le abrieron las puertas en el PRI, cuya dirigencia
estatal, ha guardado mutis ante la avalancha de quejas en su contra.
En los
intestinos de viejo y debilitado partido de Albores Gleason, le tienen como a
“una militante distinguida”, una operadora política eficaz y contundente. A
muchos funcionarios del gobierno pevemista, los tiene intimidados, amenazados.
“Soy amiga del güero, cabrones”, suele decirles a modo de presión para que le
cumplan sus caprichos. No obstante, en conversaciones privadas, despotrica
contra su “amigo”, el gobernador, y su líder Roberto Albores, contra quien
opera a sus espaldas.
Fuentes del
PRI, han reconocido que el dirigente del tricolor, la detesta y le teme, pero
le mantiene su protección en razón de los trabajos sucios que ha sabido hacer
bien en beneficio de ese partido. “Es una m… la tía; es cabroncita, abusiva,
prepotente, rata, pero le saca la chamba al senador”, me confió ayer mismo un
personero del PRI y adelantó: “si estás buscando una reacción a la bronca en
que se metió la Olvera, no te la va a dar (el senador Albores) porque es capaz
que al otro día, toma las instalaciones del PRI.”
La tibieza
de las autoridades y su dirigente partidista, ha consolidado la impunidad a su
favor. Se siente intocable. Cree que tiene el mando y el control político en el
estado. Ello, evidentemente, debilita al Estado y a las instituciones.
Demuestra
que la pretendida lucha contra la impunidad y la corrupción, son solo un mito;
un discurso hueco que a pesar de su flaqueza y retórica insostenible, solo
engorda a los delincuentes. Deja en claro que en Chiapas, cualquiera puede
delinquir y salir avante. Cualquiera puede burlarse de la justicia y de la ley.
Aunque fue
sintomática la ausencia del presidente del Congreso y del líder de la fracción
priísta durante el discursillo fanfarrón de la legisladora acusada de diversos
delitos, hacen falta acciones decisivas para frenar el abuso, los excesos y
arbitrariedades de personajes como la diputada Olvera, quien se ha convertido
en un riesgo para los derechos civiles de los chiapanecos.
El mutis de
su dirigencia, más que silencio temeroso, es un mensaje de complicidad e
indiferencia. De valemadrismo que, llegado el momento, la sociedad habrá de
cobrárselos en las urnas. ¿Pretende acaso el señor Albores Gleason ser
candidato a la gubernatura con semejantes especies de su lado? ¿Busca el voto
popular de la mano de una mujer que vino a Chiapas a despojar a los
chiapanecos?
Por último
hay que dejar en claro a la diputada Olvera que ni Silvano Bautista, ni los
periodistas somos violentos. Se equivoca; la violenta es ella. Quien ha robado
a los chiapanecos, es ella… Ella que ha ordenado “partirle la madre” a obreros
y trabajadores que solo buscan el bienestar de sus familias. Ella y su hija,
que apenas ayer se conoció que despojó, mediante documentos falsos, de un
terreno a un reconocido ciudadano de la entidad. Silvano, no está solo. ¡Fuera
el fuero para Olvera!