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Angel Mario
Ksheratto
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AMLO, el más perjudicado. |
Las
tronantes acusaciones de la diputada veracruzana Eva Cadena, contra su
expartido MORENA, no extrañan ni escandalizan; de cierto se sabe que todos
—absolutamente todos— los partidos políticos, hacen mal uso del erario y de los
fondos ilícitos que obtienen mediante componendas y complicidades. La
organización política a la que la cuestionada legisladora pertenecía, no hace
la excepción en materia de corrupción, lo cual quedó evidenciado desde que ella
aparece recibiendo fajos de billetes.
La
autodefensa de quien días antes fue ampliamente elogiada por el dominante líder
partidista y virtual candidato presidencial, fue tan endeble, como los
argumentos de los aliados de Andrés Manuel López Obrador, a quienes se les
acusa de manejos turbios en las fracciones parlamentarias.
Ni Cadena ni
sus acusados en ésta nueva fase de la telenovela que han armado en torno a sus complots
y corruptelas, han mostrado pruebas contundentes, lo que hace de todo,
aparentes inventos que solo enlodan aún más a su dirigente, cuyo plumaje vemos
más manchado que el fondo del pantano mismo.
En una cosa
tiene razón la diputada: fue utilizada y luego, desechada. Sorprende la
prontitud con que amigos y enemigos de López Obrador, la señalaron e incluso,
promovieron su desafuero. El mismo dirigente de MORENA se desatendió de ella, a
pesar del caudal de aplausos que le tributó días antes… Como en la mafia, ni
más ni menos; quien hace bien su chamba, es retribuido ampliamente. El que
falla, es eliminado.
Pese a las
explicaciones ofrecidas éste miércoles y que fueron tomadas como un intento
para desacreditar a MORENA a apenas unos días de la crucial elección en el Estado de México,
nada ha quedado claro, puesto que los protagonistas del affaire, han encontrado
refugio en verdades a medias y mentiras absolutas que no son reveladores sino
más bien, esclarecedores de la forma de vida de quienes prometen rescatar al
país de la corrupción, ¡con más corrupción!
La táctica
parece ser la búsqueda de culpables. Es una vieja manía de la izquierda
mexicana que ahora, no le está dando resultados contundentes como quisieran. En
ese tenor, los implicados (incluido AMLO), buscan responsabilizar del asunto a
los medios de comunicación. El planteamiento en sí es que, si los medios no
hubiesen hecho públicos los videos donde Eva Cadena recibe dinero ilegal, nada
extraordinario pasara en los intestinos de ese partido.
Debemos por
tanto, entender que de no haber sido por esas publicaciones, el dinero ilícito
hubiera llegado a manos del destinatario y abríase cumplido, sin sobresaltos,
un acto más de corrupción. Nos deja entonces la impresión que las enojadas
reacciones de todos ellos, se debe a la pérdida que significó y no la actitud
de la principal acusada.
Sobre esa
plataforma de suciedad, el sistema partidista mexicano pierde miles de bonos
ante una sociedad cansada de políticos inescrupulosos. Porque si había una
esperanza de rescatar a México de las garras de funcionarios rapaces, era
MORENA, empero con lo hasta ahora visto, se pierde toda capacidad de confianza
en esa agrupación, pero principalmente, de su líder.
En caso que,
como acusan los morenistas, el show hubiese sido montado por la estructura
PRI-AN para incidir en las votaciones del próximo domingo, el asunto se
complica en materia de democracia efectiva, pues estaríamos a merced de un
sistema ineficaz en el tema de la pluralidad, lo que traería como consecuencia,
un mayor abstencionismo.
Pero el
escándalo no compete solo al partido de Andrés Manuel. Todos los partidos
incurren en las mismas anomalías. Los fondos públicos para la manutención del
sistema de partidos, es insultante. Se gasta más en éstos que en programas para
combatir la pobreza y garantizar la seguridad de los ciudadanos.
Ello reabre
el debate para una profunda revisión del gasto en cuestiones políticas. Ningún
partido debería recibir dinero del erario para sufragar gastos y gustos personales
de sus dirigentes, ni sus candidatos. Quien quiera tener un partido, que lo
financie con aportaciones de sus militantes.
Resulta
oprobioso que sean los mexicanos los patrocinadores de políticos superficiales
y corruptos. Y no por decisión de cada ciudadano, sino por disposiciones
complacientes del gobierno, en clara confabulación con sus “opositores”; en un
acto de congruencia, éstos últimos deberían renunciar a tales privilegios. Erradicar
la corrupción en el sistema partidista mexicano, debe ser un paso que debe
darse cuanto antes. Seguir en el mismo esquema, solo traerá más confrontación,
pobreza y marginación. No podemos seguir siendo un país de pobres, con
políticos millonarios.