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Angel Mario
Ksheratto
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Informe incómodo. |
Los
razonamientos del gobierno mexicano para desestimar el informe del Instituto
Internacional de Estudios Estratégicos, denominado “Encuesta sobre conflictos
armados 2017”, son de algún modo, ciertos; la institución que elaboró el
informe, se quedó corta frente a la realidad del país en materia de seguridad y
violencia. Una síntesis del libro publicado en Estados Unidos, ubica a México
entre los diez países más violentos del mundo, superando a Afganistán y Somalia
y un punto debajo de Siria, sumida en una cruenta guerra interna.
Ahora bien,
la estadística local es abrumadoramente superior a los tanteos que hacen los
expertos del IIEE, quienes por cierto, omiten el uso de la tasa de homicidios
per cápita que hace del informe, un tanto subjetivo, lo que desde luego, no
resta importancia a la grave crisis que se vive en el país.
Es imposible
negar que se vive un conflicto armado de gran envergadura en México. La
utilización del ejército para controlar y someter a los grupos armados
pertenecientes al llamado “crimen organizado”, es reveladora para quienes
estudian ese tipo de fenómenos y por supuesto, los resultados en materia de
mortalidad, indican con claridad que se viven las consecuencias de una guerra
interna.
Basados en
ello, resulta irresponsable que las secretarías de Gobernación y Relaciones
Exteriores, minimicen el documento en mención, toda vez que lejos de
contrarrestarlo, le dan valor probatorio ante la comunidad internacional y
dejan a la administración de Peña Nieto, como una de las más mentirosas.
Y lo es;
nada de lo que hagan o digan para ocultar la realidad en materia de seguridad, va
a cambiar la crítica situación de un país que vive bajo signos de violencia
imparable. “Sus conclusiones —dicen ambas dependencias refiriéndose al informe
del IIEE—, no tienen sustento en el caso de México.”
Hay que
aclarar que el reporte mencionado, retoma cifras sobre la violencia en el país
durante el año pasado. Las estadísticas del 2016, son de terror: un promedio de
56 homicidios diarios. En comparación con el 2015, según cifras oficiales, éstas
se elevaron a tres mil 500 crímenes, aunque algunas organizaciones
independientes, manejan números mucho más altos, mismos que conforme pasa el
tiempo, se han ido confirmando. En total, el gobierno de Peña Nieto admite que
el año pasado, se cometieron casi 20 mil asesinatos.
En otra
parte de la respuesta de la SRA y SEGOB, afirman que la violencia se ha
focalizado a determinadas regiones del país. Ello contradice el informe del
Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en el que se
establece que en el 2016, la violencia se extendió al 75 por ciento del país. En
lo que va del presente año, los hechos violentos ya no solo se limitan a
acciones contra el narcotráfico, sino que se han extendido contra
organizaciones sociales y civiles, como ocurrió recientemente en Puebla.
Ocultar información
o maquillarla, no le ayuda a la administración actual. “La existencia de grupos
criminales no es un criterio suficiente para hablar de un conflicto armado no
internacional”, responde el gobierno de México… Pero en otra parte, se contradicen
al reconocer que la guerra contra el narcotráfico, es un conflicto que se
comparte con Estados Unidos, Belice y Guatemala. ¿Qué es entonces lo que México
enfrenta? Un fenómeno regional, se dice oficialmente.
Si hablamos
de criterios, los del gobierno peñista, están disociados de la verdad; no
corresponden a lo cotidiano, ni a lo que se vive en estados como Tamaulipas,
Nuevo León, Veracruz, Michoacán, Guerrero, Sinaloa, Tabasco, Nayarit y otros
estados donde la violencia ha mermado a la población de manera espantosa.
¿Cómo, si no
guerra, debe llamársele a una confrontación multipartita? El gobierno mexicano
debe reflexionar antes de apresurar respuestas a sus críticos. No debe
adelantarse a un terreno en el que tiene perdidas todas las esperanzas de
convencimiento. Estamos en medio de una guerra. Tenemos un número elevado de
muertos derivados de ésta. Uno de los argumentos para defender al gobierno es
que Honduras y El Salvador tienen un índice de criminalidad mayor.
Es eso
cierto; pero son países proporcionalmente menores en cuestiones de
territorialidad y con condiciones distintas. Acá hubo una declaratoria formal
de guerra por parte del expresidente Felipe Calderón. Esa guerra sin
estrategia, ha dejado miles de muertos y no ha sido frenada por el gobierno de
Enrique Peña Nieto. ¿A quién quieren, entonces, engañar? Antes de abrir la
boca, deben ver bien la realidad.