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Angel Mario
Ksheratto
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Lo que fue planeado para emerger, terminó en escándalo. |
El escándalo
en que terminó el evento organizado por el senador y cuasi perpetuo dirigente
del PRI, Roberto Albores Gleason, reaviva el debate sobre la conveniencia de
los “informes de labores” de diputados, alcaldes, senadores, regidores,
síndicos, funcionarios y todo aquel que, lejos de “informar”, utiliza espacios
y recursos públicos para promover aspiraciones personales que chocan con la
transparencia y la legalidad.
El argumento
para el despilfarro y el condicionamiento de la asistencia financiera ha sido,
siempre, “la obligación institucional” de informar acerca de los “logros y
avances” de los implicados, lo cual, frente a los hechos, es una falacia.
De los
diputados federales y los senadores que representan a Chiapas en el Congreso de
la Unión, no vemos actividad permanente en materia legislativa y menos que, si
acaso la tuviesen, sea ésta a favor del pueblo, como debería ser su obligación
constitucional. Sucede exactamente lo mismo con los diputados locales quienes,
hasta el día de hoy, jamás han regresado a sus distritos y si llegaren a
hacerlo, será para volver a embaucar a los electores con falsas promesas.
En lo
tocante al reciente “informe” del senador Albores Gleason, las evidencias en su
contra han sido más, que cualquier resultado a favor suyo. Los testimoniales de
personas acusando el condicionamiento del programa “Prospera” y los intentos
para acallar tales denuncias mediante el amedrentamiento e incluso, el secuestro
de quienes recogían sendas versiones, dejaron en claro que ni el senador, ni el
PRI, están en condiciones de ofertar un verdadero cambio para Chiapas.
Ante ello,
el legislador ha sido parco, débil e indiferente, como si el escándalo que le
atañe, fuese poco o lo que es peor, como si los chiapanecos deberían estar
obligados a vivir bajo el anquilosado esquema del viejo PRI. Ha sido, además,
reacio a ofrecer explicaciones de por qué se convocó a la gente bajo la promesa
de entregarles recursos financieros, pertenecientes a la Federación y por qué
el afán de esconder lo evidente.
No nos
espanta la manipulación, ni el uso de recursos públicos, puesto que, por
desgracia, es práctica común que alimenta la impunidad. Nos preocupa el futuro
de Chiapas, cuyos políticos jóvenes, se niegan a dejar el pasado corrupto, lo
que augura un triste destino; uno que garantiza la debacle moral de México y da
continuidad a la pobreza y marginación, principales resultados de ese estado,
impulsado por políticos insensibles y torpes.
Preocupa
que, existiendo leyes y autoridades para hacer que se cumplan, en Chiapas, el
tema de las campañas adelantadas, sea solamente un asunto anecdótico, lo que
desde ya, ensucia el proceso electoral.
Porque una
cosa es cierta: no solo Albores Gleason ha hecho actos de campaña antes de
tiempo, ni ha sido el único que utiliza fondos extraídos del erario para ese
propósito. No hay un solo aspirante que desembolse de su peculio, los gastos
que implica hacer campaña en estos tiempos. Desde el más “fuerte” hasta el más “débil”,
ha incluso, robado descaradamente y nadie ha hecho lo mínimo para meter orden a
un proceso electoral sin más rumbo que el fraude y la manipulación.
Independientemente
de las consecuencias que traerá a las aspiraciones de Albores Gleason el evento
del sábado, se advierte desde ya, un clima de confrontación entre los
aspirantes, el cual, solo esperemos que no se violente, como ocurrió durante el
llamado informe de labores, donde personas cercanas al senador, agredieron y
secuestraron a dos reporteros que grababan denuncias de acarreo, por parte de
algunas mujeres.
La extrema
violencia utilizada por Liliana Cabrera Urbina, Hiber Gordillo Náñez y otros
sujetos, alertó al gremio periodístico que ha exigido un freno a los abusos y
agresiones contra los periodistas. De hecho, los afectados interpusieron una
denuncia penal a la que, sin duda, deberá responder el propio senador Albores,
quien señaló en su defensa que los implicados, eran parte del staff de seguridad
del estadio “Víctor Manuel Reyna” y negó conocerles.
Sin embargo,
los dos arriba señalados, aparecen en innumerables fotos con el senador priísta
en actos de campaña adelantada. La exigencia es de justicia, pero también, de una
profunda investigación de los recursos de SEDESOL, toda vez que de comprobarse
su mal uso, se habría incurrido en un delito grave. Por lo pronto, Albores
padece su propio infierno, del que han surgido Ammones, Astarotes y Asmodeos,
dispuestos a destruirle. Es decir, en su tártaro privado, tiene a sus peores
enemigos.