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Angel Mario Ksheratto
Angel Mario Ksheratto
ksheratto@gmail.com
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¿De dónde obtuvo millonarias cantidades de dinero? |
La
afirmación del presidente Enrique Peña Nieto, en torno al problema de la
corrupción en el país (“la corrupción es parte de la cultura mexicana” paráf.),
no es nueva, ni de aplicación remota o eventual. El fenómeno se ha enraizado
por todos lados, principalmente en la clase política, cuyos integrantes se han
llenado los bolsillos de manera excesiva y cínica.
Hace apenas
unos días, la presidenta nacional del PRD, Alejandra Barrales, fue exhibida
como la propietaria de un lujoso departamento en Miami, Florida; al dirigente
nacional del PAN, Ricardo Anaya, le descubrieron propiedades en ese mismo país,
lo mismo que a la esposa del presidente, Angélica Rivera y otros “distinguidos”
miembros de esa realeza impune y grosera.
Para nadie
es secreto que el 90 por ciento de los políticos y funcionarios mexicanos,
utilizan recursos públicos para adquirir bienes en otros países. La lista de
exgobernadores y gobernadores en funciones que se han apoderado de millonarias
cifras provenientes del erario, para ampliar su riqueza personal, es larga.
El caso del
exgobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, se ha convertido en el de
mayor escándalo, por las repercusiones que está dejando en el Ejecutivo Federal
y por el derroche de medios al que su sucesor está recurriendo y que, no tiene
otro objetivo que tapar con los excesos de Duarte, los propios, que empiezan a
ser evidentes.
Así se va
armando la cadena de corrupción; así también se va fortaleciendo la impunidad
que sido el fundamento de cientos de hombres y mujeres dedicados a esa otrora
noble tarea: gobernar para el progreso de los pueblos.
De ahí que
cuando el presidente Peña Nieto, nos recordó esa penosa justificación de
políticas fallidas, muchos se sintieron indignados. Y con sobrada razón, puesto
que la frase salida de la boca de quien tiene la responsabilidad institucional
y obligación moral de combatirla, sonó a burla, a vituperio, a escarnio oficial
contra un pueblo que, hay que decirlo, ha permanecido silente, conformista y
muchas veces, solidario con los que han saqueado al país.
¿Es la
corrupción parte de la cultura mexicana? Sí y no. Sí, porque actualmente,
ninguna política pública, ninguna estrategia, ninguna ley, ningún castigo ha
sido suficiente para acabar con el flagelo; la corrupción se practica en todas
partes. No, porque hay antes de ésta catastrófica crisis, un puñado de buenos
ciudadanos que lucharon por forjar a un país progresista y sentaron las bases
para su desarrollo.
Si hoy se
considera a la corrupción como parte sustancial del ser mexicano, es
precisamente por las políticas fallidas y estrategias sin sustento. Hace
todavía algunos años, era impensable que un militante de la izquierda del país,
se beneficiase con recursos públicos. Se consideraba hereje a quien siquiera,
aceptase sentarse a dialogar con un priísta, por ejemplo.
Por
desgracia, quienes heredaron las siglas de partidos que antes lucharon
férreamente y con dignidad contra la corrupción del PRI, son igual o peor de
ladrones que los priístas. ¿De dónde la señora Barrales obtuvo el millón de
dólares para adquirirlo? (Se presume que el departamento está tasado en más de
millón y medio, pero ella ha insistido en uno solo.) ¿De sobornos políticos?
¿De venta de candidaturas? ¿Del erario de la CDMX? ¿Del erario de estados gobernador
por el partido que dirige?
Entre ella y
Anaya y una gran lista de políticos millonarios, se ha perdido el futuro del
país y se ha mancillado la dignidad que otrora tuvo la oposición. En todo esto,
podemos decir sin temor a equivocarnos que tan corruptos son los priístas como
sus aparentes opositores.
En ese
contexto, debemos estar preparados para los discursos de campaña. No habrá uno
solo de los candidatos que se asuma como parte de esa “cultura de la corrupción”.
Habrá quienes prometan todo su esfuerzo para combatirla. Y no pasará nada.
Discursos bofos; solamente palabras sin esencia ni sustancia, menos acción.
Cuando la podredumbre
se vuelve forma de vida, los pueblos mueren. Desaparecen. Lo estamos viendo
ahora mismo: indiferencia, caos, anarquía. Son remanentes de la impunidad y la
corrupción. Es el resultado de una autoridad sin supremacía moral y un pueblo
silente, conformista. Si los santones de antes ahora son corruptos, ¿Qué debemos
esperar de los ladrones tradicionales?