Haría alianzas hasta con el PRI. |
“Tenemos un Estado impune”, afirma, al confirmar que solo el 3 por ciento de los delitos que se cometen en el país, es investigado y sancionado. “El que la hace en México, no la paga; el que comete un delito, es muy probable que se salga con la suya”, recalca durante una entrevista en la que adelanta que de ser posible, hará alianzas con el PRI para las elecciones para la gubernatura en el año 2018 y lamenta que la crisis de la corrupción, haya alcanzado a todos los partidos políticos.
—La gente no le cree a los políticos, no cree en las instituciones,
no encuentra razones para tener expectativas hacia futuro; el Sistema (Nacional Anticorrupción) hoy se promulga, va a haber una gran celebración ahí en Palacio, pero esa celebración será un mero instante…
—¿Fue convocado el senador Robledo?
—Estuve convocado pero creo que no era momento de estar ahí por una razón: yo creo que hay que estar ahí cuando el sistema empiece a funcionar; hay que estar ahí cuando veamos los primeros casos de corrupción que sean perseguidos y castigados. Hay que estar ahí cuando veamos que los gobernadores que hoy ejercen y están rodeados de un enorme halo de corrupción, empiecen a ser investigados. Vienen dos nombramientos: el del secretario del control interno y el del fiscal anticorrupción. Viene el nombramiento del Comité que va a elegir al Consejo de Participación Ciudadana; los ciudadanos que van a estar al frente del Comité, no los elegimos nosotros. Nosotros elegimos a los que los van a elegir. Sigo insatisfecho que el tema del 3de3 se haya relegado, se haya desnaturalizado; hoy, para que los funcionarios, los políticos mexicanos tengan la obligación de presentar sus declaraciones, va a pasar hasta un año, cuando esto podría pasar a partir de mañana. Hoy estaríamos celebrando porque mañana, todos los políticos mexicanos deberían estar presentando sus declaraciones. No quise formar parte de una celebración que adelanta cosas.
—La ley que sustenta ahora al Sistema Nacional Anticorrupción, prevé sanciones a futuro, no para sancionar a quienes ya cometieron actos de corrupción, como el caso de la “Casa Blanca”, el caso del Secretario de Hacienda…
—Es una ley que va a tener capacidad de ir hacia atrás; como muchas cosas en México: podemos tener un extraordinario diseño institucional, podemos tener buenas leyes, pero si no se aplican, si no se ponen al frente a las mexicanas y los mexicanos que realmente están comprometidos para combatir la corrupción, va a ser muy difícil. Ahí está el caso de Virgilio Andrade; lo llevan a la Función Pública solamente para hacer una investigación de la cual ya se conocía el resultado: cuidar a su jefe.
—¿Se puede decir entonces que es insuficiente el sustento político, social, legal, jurídico del Sistema Nacional Anticorrupción?
—El Sistema Nacional Anticorrupción, en lo que atiende la corrupción entre los servidores públicos, creo que tiene buenas herramientas para empezar a perseguir y sancionar la corrupción. Hay otra agenda muy amplia que tiene que ver con la corrupción en la iniciativa privada en los procesos políticos y electorales. Deben sancionarse de manera más efectiva esas distorsiones políticas en las cuales, un empresario decide financiar la carrera de un político, a cambio de garantizar contratos de obra pública, contratos como proveedores.
—Su partido está estrenando dirigente, ¿cuál es el augurio para un PRD que ha venido de pleito en pleito, de escándalo en escándalo, de actos de corrupción? ¿Cuál es su pronóstico?
—Para hacer un pronóstico hay que tener un diagnóstico; el diagnóstico es que el modelo partidista de corrientes, no está sirviendo en su totalidad. No sirve tener tribus. Si Alejandra Barrales no se quita esa atadura de las corrientes, va a ser muy difícil que logre los objetivos del partido. Cuando se habla de construir alianzas, creo que es hora de decidir con quién. Cuando participé para la dirigencia del partido, dije que la alianza debe ser con la izquierda, es decir, MORENA, PT y Movimiento Ciudadano, pero también con la izquierda no partidista: sindicatos, organizaciones sociales, organizaciones campesinas, colectivos de artistas, académicos, empresarios, locatarios, comerciantes, profesionistas… a todos aquellos que no están satisfechos con la alternancia del PAN y los que no lo están con los ya casi cuatro años del PRI, se debe presentar el PRD como opción.
—Tomando en cuenta el historial de la señora Barrales, que ha sido ambivalente con las tribus, ¿garantiza la posibilidad de una alianza, aun así sea con el PAN?
—Ella tendrá que acreditar todo lo anterior en los próximos días; me parece que hay que atender el llamado que hace Andrés Manuel (López Obrador) sobre la posibilidad de construir una coalición de la izquierda. Es hora de echar mano de la creatividad política, de la imaginación institucional. Hay que pensar en nuevas coordenadas; parte de éstas pueden ser estas alianzas en donde quepan todos, incluso los 15 millones de nuevos votantes que habrá en el 2018.
—Si juzgamos los resultados de algunos gobernantes jóvenes en el país —gobernadores, funcionarios—, que prácticamente han sido un fracaso, ¿es un riesgo para ustedes los jóvenes?
—Los jóvenes políticos mexicanos están hoy, empoderados como nunca, pero haciendo lo de siempre. Hoy, un joven no es garantía de absolutamente nada en política. Es más, si volteamos a ver al mundo, las opciones que son predilectas por los jóvenes en países como Estados Unidos, Inglaterra, Italia, no son jóvenes. Los jóvenes prefieren a gente mayor que les habla con la verdad. Yo sí creo que hay una crisis porque los jóvenes políticos mexicanos estamos ocupando posiciones de poder, pero no estamos diferenciándonos. El modelo de joven hoy, ha sido pervertido por el modelo de gobernadores jóvenes que no están cambiando las coordenadas del ejercicio de la política. Están adoptando las viejas prácticas y en algunos casos, haciéndolo peor.
—Hablando de gobernadores, es notorio que el senador Robledo tiene sus propias aspiraciones para el 2018. ¿Habrá alianzas?
—Tiene que haber alianzas en Chiapas. Se tienen que construir dos alianzas: una para acceder al poder y otra para ejercer el poder. Puede haber alguien que tenga muy claro cómo ganar una elección, pero que no tenga claro cómo gobernar un estado. Estoy a favor de quienes quieran construir una alianza lo suficientemente amplia; quien crea que podrá gobernar solo, está totalmente equivocado. Se tiene que gobernar con los partidos políticos y con la sociedad, los ciudadanos, las organizaciones, la diversidad religiosa, la pluralidad étnica. Quien no haga esa suma democrática, puede ganar una elección pero nunca podrá gobernar.
—Ejercer el poder, no compartirlo.
—El poder se ejerce; no se comparte. El poder debe servir para tener objetivos claros y alcanzables. Ejercerlo en el sentido más amplio y democrático, significa una invitación a que sea un colectivo amplio, generoso y plural; el estado en su condición pluriétnico, plurilingüístico, pluriclimático, pluripolítico, no puede entenderse con un ejercicio vertical del poder, único. El poder tiene que entenderse como un ejercicio colectivo.
—A su juicio, ¿cuál es el problema más grave y urgente que debe resolverse en Chiapas?
—La corrupción. Sin duda, la corrupción. Por una razón: la corrupción no es solo una bola de políticos que se estén enriqueciendo. La corrupción encarece los servicios públicos, encareciendo la vida de los que menos tienen. La corrupción hace que el ejercicio de los derechos políticos, sean desiguales. Esto está distorsionando por completo a la democracia. Afecta la seguridad. El caso de Ayotzinapa, fue un acto de corrupción; que la policía esté al servicio del crimen organizado, es un acto de corrupción. Afecta la inversión privada, porque ahora ya no solo piden el diezmo; ahora exigen ser socios del inversionista.
—Si le tocara hacer un análisis de la actual administración local, ¿cuál sería su conclusión?
—Ha tenido un momento en el que sí, ha tenido una convulsión social particularmente en lo educativo, que no es una decisión local. Sin embargo, creo que hubo un error grande por parte, no del Ejecutivo del Estado, sino de los integrantes del Partido Verde. De su dirigencia en particular. Tienen la idea de querer homogeneizar a Chiapas, uniformarlo, pintarlo todo del mismo color. Es un error grande que revela que no hay conocimiento del origen de los problemas de Chiapas. Los problemas de Chiapas se resuelven en la pluralidad, no en la imposición. Hay funcionarios en éste gobierno que son chiapanecos comprometidos con el estado, que quieren hacer las cosas bien, pero hay otros que están en una euforia y una suerte de borrachera de poder, intentando hacerlo todo uniforme, todo controlado bajo los mismos incentivos. No necesariamente son cosas que tengan que ver con el gobernador, sino con el equipo que lo rodea.
—¿Cuál es su relación personal y política con el gobernador en turno?
—Es una relación cordial, respetuosa, institucional; a él como persona, yo le tengo aprecio y amistad, pero también mantengo una posición que me parece que es responsable. Es una posición crítica que no va a mezclar cualquier tipo de cercanía con comprometer una posición opositora, que es la naturaleza de tener diferentes partidos políticos. Con él (Manuel Velasco Coello), una relación extraordinaria; con su equipo, no tanto.
—¿Cómo se ve para el 2018, senador?
—Con dos años más de edad. (Risas.) Me veo trabajando para el estado. Claro que estoy intentando construir una alternativa, pero creo que hay que entender que muchas veces, esa alternativa no debe enfocarse en las personas. Si un proyecto político solo se enfoca en uno, va a ser muy difícil que esa alternativa se convierta y deje de ser alternativa electoral y pase a ser una alternativa por el poder. Quiero hablar con el número más grande posible de chiapanecos y chiapanecas, escucharles (creo que los políticos tenemos que entender que si tenemos una boca y dos orejas es porque deberíamos escuchar el doble de lo que hablamos), y con ellos construir una opción real de gobierno. ¡Claro que me veo participando! Sobre todo me veo, más que en el 18, me gusta imaginarme a mí y a mi familia en el 19, no sé haciendo qué, pero siguiendo nuestra vida aquí en Chiapas.
—¿A quién de sus posibles contrincantes ve fuerte, al que hay que pelearle con ganas?
—La determinación más que a una persona es a un partido y ese es el Partido Verde; es la posibilidad de que éste mismo partido siga en el poder y la posibilidad que haya alternancia. El Partido Verde tendrá un candidato o candidata que va a echar mano de muchos recursos políticos para mantener el poder. Hay muchos actores, pero no veo a uno que esté por encima del partido. Sea quien sea, lo que va a tener es la estructura del Partido Verde.
—¿Alianza con el PRI?
—¡Claro que sí! Hay sectores del PRI —de ese PRI progresista, revolucionario que creía en su principio de justicia social y que están más cercanos a posiciones de izquierda— que yo veo que están muy insatisfechos con que la coalición Verde-PRI, sea solamente de acompañamiento a ese partido. Creo que hay priístas que van a querer cambio en el 18 y que si les imponen una alianza en la que el candidato sea del Partido Verde, no sé si van a estar muy de acuerdo.
—¿Va a ser una especie de guerra entre junior´s?
—No. Yo no lo creo porque no me asumo en esa condición. Yo soy hijo de un político que a la vez es sobrino de otro político. Si estuviera en ese concepto de junior, me hubiera ido por el PRI y quizá hubieran sido las cosas distintas. Debe ser una competencia de ideas, de propuestas, de estilos, de récords en el paso por nuestras diferentes responsabilidades políticas. Estoy orgulloso de mi familia, pero construyo mis propias ideas en la pluralidad que aprendí a tener en la mesa de mi casa.
—¿Ha sido difícil, complicado, ser hijo de Eduardo Robledo?
—¡No! Para nada. Haber crecido en una familia política tiene, sin dudas, sus pros y sus contras. Nunca me he querido beneficiar de actitudes y privilegios que rodean a los políticos. Hay veces que a uno lo clasifican, lo etiquetan. Por eso decidí nunca ser plurinominal. Ser un hijo de político que se dedica a la política, es tan natural, como ser un hijo de político que no se dedica a la política.
—¿Cómo vivió Zoé Robledo el día que su padre, Eduardo Robledo, renuncia al poder?
—Lo viví muy de cerca. Tenía 15 años. Lo viví como un momento difícil, pero más difícil de explicar, que difícil de asimilar. Cuando mi padre dijo, durante su campaña, que sería gobernador un día o seis años, con la dignidad que merecen los chiapanecos, se refería a que, si debía tomar decisiones como esa, estaría dispuesto a hacerlo. Sabía que muchos no lo iban a aplaudir; algunos, porque creyeron en él, otros porque creyeron que les iba a ir bien. Esa mañana llegó mi abuelo Zoé a la casa; estuvo hablando mucho con mi padre y después, nos sentamos y nos lo dijo ahí, en la mesa, desayunando con mi madre y mis hermanos. Recuerdo que había mandado al Congreso del Estado un paquete de iniciativas que incluía la revocación del mandato, las candidaturas ciudadanas, el Consejo Indígena, una nueva ley de reparto agrario, sobre austeridad económica que me parecía, podría darle la vuelta a las cosas en Chiapas. Ninguna de esas iniciativas, ningún gobierno posterior las retomó. En ese momento había que tener esa gracia bajo presión de decir: hay que abrir un momento, hay que distensionar para la construcción de la paz.
—¿Cuál es el mejor consejo que Eduardo Robledo le ha dado?
—Uno muy simple: Hay que decir lo que uno piensa y hay que hacer lo que uno dice. Es éste, un principio de congruencia.
—¿Algo que quisiera agregar, senador?
Estamos viviendo en Chiapas momentos complicados y creo que aquí, debemos apostarle a tener la altura para que en medio de una crisis, veamos cuáles son las oportunidades y no nos concentremos solamente en los riesgos. En esas oportunidades deben estar la voz, el talento, el amor de las chiapanecas y los chiapanecos por su estado, anteponiéndose y buscando soluciones que nos saquen adelante y emprendamos ese vuelo histórico al que estamos designados a tener.
—¿Qué error no cometería de los anteriores gobernadores?
—Dos cosas: Nunca hay que llevar temas personales al ejercicio del poder; jamás se debe llevar una agenda personal porque eso es una distorsión democrática muy grave. Lo segundo: no escuchar; perder la capacidad de escuchar a los demás. Por más críticas, por más ácidas que puedan ser sus críticas, por más, incluso, testarudas que puedan ser las posiciones, todas merecen ser escuchadas siempre, siempre. Caer en la burbuja política, tener solamente pocas voces hablando al oído y de esas voces intentar reconstruir la realidad, me parece que es un error grave.