Hace unos días, el caricaturista Enrique Alfaro, nos trazó con la genialidad que le caracteriza, su enfoque del proceso electoral federal: una letrina repleta de excrementos a la espera de los candidatos para hacer uso de tales residuos humanos, durante sus respectivas campañas. En una más, aparece una catapulta cargada con heces fecales, lista para expulsar su contenido… A falta de argumentos. Dos sátiras que para nuestra desgracia, no son solo el punto de vista del prestigiado artista de la tinta, sino una visión global que nos preocupa y más, porque los candidatos, ante la fatalidad de sus campañas, no hacen otra cosa que seguir echando mano de recursos escatológicos para tratar de ganar adeptos. En todos los distritos, los discursos son una verdadera calamidad. Son un despropósito descarado que no pasa de promesas, tantas veces prostituidas, que la gente acude, por la mera necesidad de una playera, un gorro o unas bolsas de granos para engañar al hambre.
Y como si las mentiras fueran pocas, para atraer la atención se han entrelazado en reyertas en las que las acusaciones mutuas, se han convertido en la principal actividad, en una total falta de respeto a la ciudadanía.
En Tuxtla Gutiérrez, dos de los candidatos, han caído en la obscenidad política, de tal forma que si un céntimo de credibilidad poseían, hoy no pasan de ser dos personajes sacados de la misma fosa séptica de donde han salido otros de su especie. Acusaciones y más acusaciones y ninguna propuesta confiable.
Que si Emilio utilizó sus influencias para favorecer sus negocios; que si Soriano aprobó la cuenta pública de Juan Sabines al que ahora ataca con ferocidad. ¿Ayuda eso a la normalidad democrática? ¿Es sano para dos candidatos utilizar la Tribuna del Congreso para aventarse todo el excremento que hasta hoy se han lanzado sin pudor alguno?
Alejandra Soriano y Emilio Salazar, de entrada, están obligados a solicitar licencia para poder ser candidatos a otra diputación. Es lo lógico, lo moralmente responsable que se espera de los dos. En segundo lugar, están obligados —en virtud de su necedad a seguir cobrando sus respectivas dietas—, a respetar la Tribuna del Congreso. La campaña es afuera, es de frente a los electores, no ante el resto de diputados que a decir verdad, disfrutan el indigno espectáculo que los dos legisladores protagonizan.
El desafortunado debate entre los dos aspirantes a la misma curul, solo demuestra la poca importancia que están poniendo a temas de relevancia que, quien quiera que gane la contienda, deben abordar para el bien de los mexicanos. Más que debate, es un grotesco escenario que deja mal parada a la directiva del Congreso del Estado, toda vez que ambos, utilizan un espacio que fue creado para la búsqueda de consensos en beneficio de la sociedad, para asolear sus trapos sucios.
El alegato de Emilio y Alejandra, no es válido desde ninguna perspectiva. No es cuestión de derechos o complicidades; no es cosa de acusaciones para ganar adeptos. Se trata de ser calificados por la ciudadanía para ser tomados con la debida seriedad.
Los puntos débiles de ellos, la gente los conoce; sabe perfectamente quien es Emilio Salazar y quien, Alejandra Soriano. El ciudadano común ya no necesita oír las asquerosidades de ambos. Siendo las únicas alternativas en movimiento (los candidatos de los demás partidos no están haciendo campaña, al parecer), lo que deben hacer es proponer. Soriano ha puesto sobre la mesa dos o tres propuestas interesantes, pero insuficientes. Emilio, no ha tenido buen tino. Ha hecho igualmente, dos o tres propuestas en las que, creo, debería trabajar más a fondo.
Enfocar tiempo, energías y demás recursos en gritos plañideros, ni los beneficia a ellos ni convence a la gente. Y más, cuando la inmoralidad es el asiento de ambos. ¿Habrán leído la plataforma electoral de sus respectivos partidos? Sería bueno que Soriano y Salazar, le den una hojeadita. Ahí encontrarán elementos discursivos interesantes, propuestas concretas y viables, y temas de interés nacional que podrían servirles para, por lo menos, adornar sus discursos y dejar de lado ese enfermizo pleito que solo los deja como echadero de marranos.
Y esto último, va para todos los candidatos. Lean sus plataformas y dejen de abusar de su mentirosa imaginación, prometiendo lo que bien saben que no cumplirán. Sean inteligentes. Nos obliguen a la sociedad a creer que son, ustedes los candidatos, tontos utilitarios. Ladrones, ya sabemos que sí no lo son ahora, en eso se convertirán siendo diputados.
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