Tw @ksheratto
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La violencia es madre e hija de la misma violencia. |
Indignarse puede resultar fácil en las circunstancias en que se encuentra el país actualmente: desapariciones forzosas, ejecuciones extrajudiciales, incompetencia de las autoridades, complicidad de éstas con grupos delictivos, infiltración de la delincuencia en las instituciones, silencio absoluto de los medios de comunicación, políticos asociados con el crimen organizado…
Hessel, estudiante normalista parisino y combatiente de la resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial, escribió lo anterior apenas en el año 2010; asumamos que no ha estado nada lejos de la realidad que hoy nos incumbe y nos sepulta en un mar de incertidumbre que ha sido alimento necesario de una indignación que progresa rápidamente hacia la antítesis de las recomendaciones de Stéphane, quien fue torturado en los centros de concentración nazis.
La violencia que hemos visto en los últimos días, no es el camino, pese a la profunda indignación que ha desatado el asesinato de seis personas en Iguala y la desaparición de 43 estudiantes, cuyo paradero sigue siendo motivo de controversias, incredulidad y desconfianza mutua.
La indignación como fuente de violencia, no debe perpetuarse en una lucha justa que empieza a perder el respaldo de una sociedad solidaria que tampoco está dispuesta a doblegar sus esperanzas ante acciones que no tienen un futuro cierto.
Caer en el vandalismo, es un yerro que no reditúa ganancia alguna a ninguna de las partes y menos, al resto de mexicanos que ven horrorizados los actos de unos y otros. Si han de indignarse, seguramente, los acompañaremos, pero no como cómplices de la violencia y la anarquía, sino como solidarios en demandas justas y exigencias concretas.
México, dicen algunos radicales, necesita una revolución capaz de recomponer lo que la clase política ha destruido con corrupción e impunidad. Hablar de “revolución”, podría resultar temerario. La historia nacional nos ha demostrado que las revoluciones, no han sido efectivas. Salvo dos o tres beneficios a largo plazo, las revoluciones solo han dejado muerte y destrucción. Lo que necesitamos es, antes que nada, una evolución social que empiece desde los núcleos primarios que permitan construir ciudadanos comprometidos con el desarrollo y el progreso del país.
Nuestros malos políticos son ladrones, ineficientes y corruptos, porque eso aprendieron en la escuela, la iglesia, el hogar. Esa fue su base educativa; fue su formación.
Mientras como sociedad no evolucionemos, ninguna revolución tendrá éxito. No vayamos lejos: los perredistas, que por un par de décadas se habían constituido en la posible esperanza para los mexicanos, han caído en el fango de los intereses sucios que tanto criticaron. Para ellos es más importante obtener las prebendas del poder público que el bien común de los mexicanos. Postular candidatos con ligas con el crimen organizado, no lo pueden ocultar, por mucho que hagan.
La indignación, es explicable, pero no justifica la violencia, en ninguna de sus modalidades. La exigencia de justicia, es correcta, pero no debe ésta, rebasar los límites entre los legal y lo no permitido. Por mucha razón que se tenga, la indignación no debe destruir lo que los políticos ya devastaron con mentiras y desfachatez.
La indignación debe buscar la justicia, no promover la venganza. Quien así pensare, no contribuye a la búsqueda de la verdad, sino a la profundización de las diferencias que nos tienen, como país, postrados ante una clase política dominante e ineficiente. Hemos osado culpar al sistema político de los males de la nación, pero sostenemos la militancia o la simpatía por partidos políticos que son parte de ese sistema que mata a nuestros jóvenes.
Indignémonos, sí; pero con inteligencia, con respeto a los demás ciudadanos que, igualmente, indignados deben estar.
Indignémonos, pero al mismo tiempo, exijamos que en el país, haya justicia y equidad. Indignémonos contra la riqueza de los partidos políticos y la pobreza de la mayoría de nuestros conciudadanos.
Jean-Paul Sartre dijo alguna vez que “la violencia bajo cualquier forma que se manifieste, es un fracaso.” Absolutamente cierto. No podemos apagar el fuego con gasolina, ni indignarnos, matando al hermano. Estamos a tiempo de frenar al caballo desbocado.
amksheratto@hotmail.com