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Pobladores de Talquián, sin ayuda del edil. |
Angel Mario Ksheratto
@ksheratto
Desde la tarde, la noche había cubierto a ésta población. Tras el susto, les llegó la desesperación y la indiferencia. Más que amilanados por el temblor que los despertó éste lunes, cundía la desesperación y la molestia porque cerca de las 8 de la noche, ninguna autoridad había acudido a atenderles.
Uno que otro funcionario de Protección Civil llegó eventualmente durante el día. Vieron los daños y se marcharon como si nada. Los policías municipales, suben y bajan con las manos vacías. Trabajadores de la CFE, luchan por enderezar dos postes que cayeron sobre la carretera. A metros de ellos, el asfalto yace cuarteado. Elementos de la Marina, parece ser la única autoridad federal. Cuidan las casas abandonadas por sus dueños.
Talquián es la parte más apartada de Unión Juárez; el cerro más cercano a la cima de la barranca donde está asentada ésta pequeña población de no más de 750 habitantes, ya pertenece a Guatemala. Tomar la cuesta desde donde los vehículos ya no tienen permitido avanzar, lleva minutos. La gente se acerca y cuenta sus penas y abre las puertas de lo que fue su casa.
La mayoría han sido desocupadas durante el día; las pertenencias han sido amontonadas en casas de familiares y amigos. Nadia había comido y el frío se apoderaba de todo. Sin luz eléctrica ni agua ni gas… Y muchos, sin techo dónde pasar la noche. La tarde —nos cuentan al grupo de periodistas que llegamos con la tarde en agonía— la pasaron en una cancha de básquetbol, esperando la llegada, por lo menos, de su alcalde.
Desde las seis de la mañana hasta entrada la noche, no envió el edil a nadie; los policías municipales, todo así lo indicaba, subían de motu proprio, pero no tenían autorizado recoger siquiera un ladrillo.
Conforme la lluvia va creciendo y a noche se cierra, la molestia sube, aunque los habitantes de éste lugar, saben disimularla. De oídas, se enteraron que el presidente municipal habría ido a un evento que presidió Peña Nieto y tuvo como invitado a Otto Pérez Molina, presidente de Guatemala, país también azotado por el temblor de 6.9 grados.
Pero la mayoría coincide con un dato: desde hace casi un mes, nadie sabe nada de él y de su familia. Hay quienes se aventuran a soltar el rumor que todos saben, pero ninguno tiene certeza: salió fuera del país. ¿Desde hace un mes?
Mientras, la gente busca refugio bajo el agua con la desgastada esperanza que mañana, Martes, alguien, quien quiera que sea, el que sea y por lo que sea, pero proveniente del gobierno, llegue a, por lo menos, echar mentira.
Las casas acá están en pésimas condiciones; según ellos mismos, más de 40 sufrieron afectaciones graves. Y sí; algunas fueron prácticamente devoradas por la tierra. Otras presentan cuarteaduras preocupantes que, cualquiera en su sano juicio, no habitaría hasta no tener certeza de la condición de éstas.