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Sasil de León: Feminicidios "culturales" |
Angel Mario Ksheratto
@ksheratto
Algunos sectores han mostrado su preocupación por el creciente número de embarazos entre niñas y adolescentes; el fenómeno no es nuevo y sí bastante común, especialmente en zonas marginadas donde la salud y la educación son precarias. Los dos factores que de una u otra manera inciden para que mujeres menores de edad entren a la etapa de maternidad, son por cierto, parte de los derechos fundamentales del ser humano.
Pero son irrespetados tanto por las autoridades mismas, como por las familias en cuyo entorno, las niñas y adolescentes crecen… O más bien, interrumpen su crecimiento.
El argumento oficial para justificar el alto índice de embarazos infantiles, se basa en la cuestión cultural; los usos y costumbres en las zonas indígenas, por ejemplo, son un dique impenetrable y aún hoy, en muchas comunidades, se mantiene el trueque de una niña por una oveja o el pago de la llamada “dote”, que no es otra cosa que la remuneración económica por una muchachita.
En Chiapas no existen estadísticas certeras sobre el número de niñas y adolescentes embarazadas. Algunos organismos manejan una que otra cifra, pero en realidad, éstas pueden ser escandalosamente mayores. Solo en los cinturones de pobreza y marginación de las principales ciudades de la entidad, el número de adolescentes en vías a ser madres, rebasa cualquier expectativa.
Estamos hablando de muchachas que tienen la Preparatoria terminada o cuando menos, la Secundaria. Es decir, jovencitas que, se supone, tienen por lo menos, nociones de educación sexual. En zonas donde apenas terminan la primaria o sencillamente, nunca han ido a la escuela, los números son bastante mayores.
Desafortunadamente al fenómeno de los embarazos en edad inapropiada, se asocia la muerte materno-infantil. Aunque en Chiapas ha habido algunos avances en esa materia, no deja de ser una preocupación, puesto que el más alto porcentaje de embarazos, se encuentra en zonas inaccesibles.
Muchos son los factores que inducen a las niñas y adolescentes a embarazarse; la falta de orientación por parte de los padres, el descuido en las instituciones educativas (un buen porcentaje de embarazos se dan entre maestro y alumna) y uno que llama la atención: el subsidio gubernamental.
Aunque le parezca una brutalidad de mi parte y me tilde de misógino e insensible, esa es una razón que permea en algunos sectores sociales. Entre tantos programas de beneficio a las madres solteras, muchos ven ahí, el camino fácil para vivir sin sobresaltos financieros.
Conozco al menos, cuatro casos de padres que prácticamente, han obligado a sus hijas menores de 15 años a embarazarse con la esperanza de obtener, a través de ellas, el subsidio federal de mil 850 pesos por concepto de “seguro” para madres solteras y la posibilidad de una casa, en caso de demostrar que se obtienen otros ingresos mínimos.
La normativa para acceder a éste subsidio es simple; basta con llevar a dos “testigos” para comprobar que se está “en condición de pobreza”, para ser inscritos en el programa. Y un requisito peor: ¡las interesadas deben tener entre 12 y 68 años de edad!
Si se normatizaren adecuadamente los programas de asistencia social, podría reducirse drásticamente el número de madres adolescentes e infantiles. Elevar la edad mínima para recibir el beneficio, no sería mala idea. Investigar las razones de la soltería de una madre, sería adecuado. Una madre que ha enviudado, que se separó de su pareja por malos tratos o que su esposo perdió la capacidad laboral por un accidente, serían candidatas ideales para la asistencia social.
El recurso de la justificación “cultural”, debe ser revisado también. ¿Cómo subculturas urbanas han cambiado el modo de vida en pueblos y comunidades indígenas y no la forma de concebir la maternidad? Dese una vuelta por San Juan Chamula, por ejemplo y verá a chavales tatuados, con aretes por todas partes del cuerpo, ropa americana y tarareando a Lady Gaga, Pink Floyd y otros cantantes de moda. Esto nos indica que por desgracia, la culturización es acomodaticia. Mientras, el fenómeno nos absorbe como sociedad.
IMAGINARIO.- Hace unos días, a propósito de la ola de feminicidios en Chiapas, una funcionaria del actual gabinete (Sasil de León Villard, titular de la SEDEM), atribuyó el fenómeno a la cultura chiapaneca. En cierto modo, no miente. Pero, ¿acaso por ello debe dejarse el problema a la deriva? Urgen medidas preventivas y de sanción severas. No hay de otra.
amksheratto@hotmail.com