Urge frenar enfrentamientos. |
Angel Mario Ksheratto
Evangélicos y católicos quieren lo mismo: paz. Los líderes de ambas congregaciones coinciden en que se debe construir un puente que les permita convivir sin sobresaltos. Aparentemente, las cabezas de ambas instituciones religiosas, están dispuestas a un diálogo franco y abierto. Lo han hecho en otras ocasiones y por los resultados, pareciera que ha sido diálogo entre sordos.
De hace unos días a la fecha, la confrontación interreligiosa en algunas comunidades ha ido más allá de las diferencias dogmáticas y ha caído en acciones que no hablan bien de los llamados hijos de Dios, ésos que, se supone, deben darnos ejemplos de misericordia, perdón y buen comportamiento.
Es obligatorio hacer un alto para analizar las razones por las que en esas comunidades, el pleito se ha salido de los cánones eclesiales y ha llegado a los callejones cantinescos. Lo primero que salta es la ineficacia del diálogo entre los líderes; se han sentado algunas veces, han llegado a acuerdos y terminan en el mismo campo de batalla.
Significa que no se han puesto muy bien de acuerdo o ambas partes, han ignorado los acuerdos, mismos que por cierto, han estado cubiertos siempre, bajo un manto de misterio. Poco se sabe de éstos y por lo tanto, poco podrían estar aportando a las comunidades donde es más potente el dios Baco que el dios Jehová.
Por otro lado, el fracaso de anteriores negociaciones, podría ser la señal inequívoca que los líderes de ambas iglesias, han perdido control sobre sus respectivas feligresías. Control, contacto y autoridad.
Si bien en esos conflictos hay factores paralelos que inciden para ahondar las diferencias, el fondo es la ausencia de dirigentes capaces de enseñarles criterios cristianos y piadosos para evitar la violencia. La cuestión agraria, social, económica y otras que se quisieran agregar a la burda justificación del enfrentamiento, ha permanecido ahí y se ha dirimido o profundizado por las mismas causas y no por la diferencia de credo.
Ausente también está el conocimiento de la ley seglar, referente a la libertad religiosa en México. Ésta, desafortunadamente, es letra muerta para uno y otro bando. Respetuosa es la creencia religiosa y cualquier otro dogma que se tenga por cierto y efectivo en cada una de las religiones, pero deben todos entender que las normas de convivencia, están hechas para mantener el orden, el respeto, la civilidad y la tolerancia.
Hablando de tolerancia, la Católica exige, precisamente, esa actitud de la Evangélica y ésta última, respeto a los derechos humanos a la primera. La acción urgente no es la acusación mutua, sino la emergente necesidad de encontrar una forma de acercarse a cada comunidad y empezar por enseñar los principios de tolerancia, respeto, honestidad, igualdad, afecto, por decir los menos.
En el caso de la comunidad denominada “Los Llanos”, en San Cristóbal de las Casas, el conflicto inició por una mentira evangélica; vino la respuesta católica y ambos grupos se enfrascaron en un desaguisado que no debió darse entre dos grupos que se dicen “hijos de Dios”.
Si sus dirigentes, en lugar de andar haciendo política y metiéndose donde nos les incumbe, se fueran a esas comunidades a enseñarle a la gente que deben ser amables, tolerantes, solidarios, hoy no tendríamos esos problemas.
Se está a tiempo de recomponer las cosas; y más, porque se trata de dos grupos que se cree, están destinados a representar las virtudes de Dios sobre la tierra. ¿Enseña La Biblia el desafecto? ¿Dónde quedan las enseñanzas sobre la piedad y la comunión entre hermanos?
Los indígenas no pueden ser objeto de más descuidos; ya han sido ignorados y perseguidos por las autoridades. Sería triste que ese mismo destino, tengan por parte de los dirigentes religiosos que dan muy buenos discursos, pero muy malos ejemplos. Mentir o justificar acciones violentas, es evadir la responsabilidad que se tiene con esa gente. Y más, cuando los líderes religiosos, tienen la el mandato divino de no perder a una sola de sus ovejas.
IMAGINARIO.- La probable privatización del SMAPA, da mucho de qué hablar. Cierto es que la corrupción arrastró a esa empresa a la quiebra total, como cierto es también que fue una “quiebra” provocada para justificar su venta a inversores poco confiables, ligados a grupos de poder político y religioso. ¿Quiénes serán los grandes beneficiados? Finalmente, el agua se lo tendremos que pagar a quien sea.
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