Albores: Consejos Ciudadanos. |
Angel Mario Ksheratto
El tema es álgido; “delicado” para quienes intentan matizarlo. Pero por desgracia, es una realidad inocultable e incontenible: la ola de feminicidios. El problema se ha magnificado, especialmente en las redes sociales. Y cuando hablo de “magnificar”, no intento en lo absoluto, adjetivarlo para contrarrestar los efectos, sino darle su justa dimensión.
A partir de ahí ha surgido la preocupación genuina por el fenómeno. Principalmente, porque en casi todos los casos, los asesinos son personas cercanas a las víctimas; a la par, crece la confianza en las autoridades que han logrado, en tiempo récord, la captura de los feminicidas. La preocupación se enfoca hacia el origen de los crímenes.
En algunos círculos se propone una campaña de prevención; otros siguen enarbolando las viejas teorías que sirvieron de marco a los movimientos sociales antiimperialistas de las últimas cuatro décadas del siglo pasado. Estos últimos culpan al capitalismo, al militarismo y a otras cuestiones, haciendo del tema, un menjurje que no pasa de la protesta social sin sentido.
La violencia contra las mujeres, no respeta ideologías ni credos religiosos. Católicos y evangélicos, izquierdistas y derechistas, demócratas y anarquistas, ricos y pobres, todos recurren a la violencia para someter a sus parejas, para demostrar su supremacía machista… Ése es el fondo del asunto: el machismo asumido como cultura.
Los movimientos y la presión social en todas sus formas, son buenas para que las autoridades actúen; no se puede negar el hecho que, de no ser por ello, hoy no hubiera un solo detenido por los últimos asesinatos de mujeres. Pero hay que ir más allá, hay que ser más contundentes.
Se debe pugnar porque se legisle una pena más severa contra los feminicidas. En segundo lugar, debe proponerse una reforma al Código Penal para elevar el castigo contra quienes agredan física, emocional y psicológicamente a sus esposas o novias. Exigir al Congreso del Estado, adecuar el Código de Procedimientos Penales para que entre otras reformas, se incluyan penalidades severas a los servidores públicos que incumplan con lo establecido en el Código Penal.
Una tercer acción sería la de crear una Comisión Estatal de Seguimiento, encargada, justamente, de dar seguimiento y vigilar el actuar de los ministerios públicos, las fiscalías especializadas y los jueces. Decenas, cientos (sino miles) de demandas de mujeres agredidas, quedan en el olvido. Común se ha vuelto que el mismo agente del MP o el juez, alerten al agresor mediante el pago de una jugosa extorsión. De esa forma, la mujer queda social y jurídicamente, desprotegida. Dicha Comisión tendría facultades para revisar los expedientes y hacer las recomendaciones legales para que los agresores, vayan a la cárcel.
Por otro lado, crear una institución especializada en atención a víctimas de violencia familiar que incluya asistencia psicológica a madres y niños y por qué no, a los mismos hombres.
Habrá también que iniciar una campaña para concientizar a los medios de comunicación para revertir el impacto mediático de los feminicidios; es decir, en lugar de publicar fotos del cadáver de una mujer descuartizada o la gráfica de otra de ellas molida a golpes, que se exhiba la foto del agresor en todos los medios posibles.
Por último, debemos exigir al Congreso del Estado y a la Secretaría de Hacienda para que asignen más recursos al Poder Judicial, a los cuerpos de policía y a la instancia encargada de procurar justicia. Esto para capacitar mejor al personal y aumentar el número de especialistas en investigación criminalística.
Por años y sexenios, la sociedad organizada ha trabajado alejada de las instituciones del gobierno; en éste como en otros temas, creo que lo idóneo es dejar atrás las tradicionales desconfianzas y trabajar juntos. Es un asunto que se puede solucionar entre la sociedad, el gobierno y los medios. Aislados, no avanzaremos y sí, dejaremos a las mujeres en estado de indefensión. Debemos entenderlo.
Tarjetero
*** Derivado de una iniciativa del Gobernador del Estado, San Cristóbal de las Casas ya tiene un Consejo Ciudadano para la defensa de las mujeres agredidas; es el primero en el estado. La idea, nos comentaba ayer por la tarde el diputado Pepe Albores Trujillo, es instalar dichos Comités en todos los municipios de la entidad. Estos estarán encargados de dar seguimiento a casos de agresiones y feminicidios. Es una buena noticia. Habrá que estudiar a fondo los alcances de éstos Comités que, en lo personal, se me hacen muy interesantes y en una de tantas, contribuyen a la solución de un tema que nos preocupa e indigna a todos. *** Preocupante el cambio climático; es irreversible, según las autoridades. Alguna estrategia debe haber por ahí para por lo menos, evitar que siga causando estragos. *** El gobernador del estado, Por cierto, encabezó la mesa de Coordinación en Seguridad. Ahí se retomaron temas que se vienen ventilando y se propusieron nuevas estrategias que, esperemos, sirvan de mucho para frenar el índice de violencia. *** Las cosas en el ICATECH, no están muy buenas que se diga; los anteriores directivos, se robaron hasta el papel de baño. Solo con decirle que el hijo de un conocido cantinero tuxtleco, con un sueldo de 15 mil pesos, adquirió, en cinco años, cuatro residencias valuadas en por lo menos, cuatro millones cada una. Lo peor es que llegó Enoch Hernández y la cosa empeoró. Ya le tendré, en breve, pelos y escamas de ese asuntillo. *** Preocupan los actos cada vez más violento en Tuxtla y Tapachula. Pero más preocupan las versiones de cierto funcionario que inventa cada escena del crimen, que de verdad, no se sabe si llorar o reírse a carcajada batiente. *** En la Universidad de la Selva, hay una serie de inconformidades. Y todo, porque nombraron a un rector con antecedentes penales pero además de eso, nada honrado. Nos dicen que Mario Carlos Culebro y Aquiles Espinosa, enviados para apagar el fuego, más gasolina le echaron. Por eso, los conflictos crecen. Ya sea por mala fe, inexperiencia o gana de no hacer bien las cosas, el cuento es de nunca acabar. *** Alma Rosa Cariño Pozo, no pudo dejar más mal a la Procuraduría con sus números relacionados con los feminicidios. Ahí, disculpen, pero huele a corrupción. *** Luego nos leemos.
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