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La detención de presuntos asesinos, en duda. |
Angel Mario Ksheratto
Acostumbrados como estamos a que, tras los crímenes cometidos en Chiapas, las autoridades correspondientes demuestren incompetencia e incapacidad, sorprendió que a los presuntos asesinos de dos migrantes hondureñas —asesinadas con saña impresionante— los detuvieran en tiempo record. Nueve u once; el número varió en cada medio que dio a conocer la noticia. Debió suceder lo de siempre: corrigen hasta seis veces el primer boletín oficial. Desde ahí las cosas son malas para la pretendida consecución de justicia.
Para tan sonado “éxito” judicial, debieron incidir dos cosas: uno, la presión ciudadana, especialmente la radicada en la zona de Palenque, quienes por todos lados, daban pelos y señales de los presuntos asesinos. Y dos, la visita por esos mismos días del presidente Enrique Peña Nieto a Guatemala, donde tendría que dar, eventualmente, respuestas al cuestionamiento sobre la violencia imparable contra migrantes provenientes de Centro América.
De la detención de los posibles criminales, se desprenden todavía, dos cosas que deben analizarse con la cabeza fría: ¿son verdaderamente los asesinos o solamente víctimas de su apariencia física? Las fotos de éstos no dejan lugar a dudas que se trata de tipos brutalmente inclementes. Pero las apariencias, suelen engañar.
La otra cuestión es la inmediatez para detenerlos. ¿Estaban en el lugar equivocado? Y si realmente son los criminales, ¿cómo supieron los agentes policiales dónde localizarlos y a qué hora? En éste caso, queda la impresión que los cuerpos de seguridad, concomitan con los grupos delincuenciales y por ello, tenían plena certeza de dónde encontrarlos y detenerlos, ante la exigencia de un acto para medio limpiar la imagen pública del aparato de justicia.
En Palenque como en Arriaga y otros puntos de Chiapas que son paso obligado de migrantes, las bandas de violadores y extorsionadores, operan con absoluta libertad. La mayoría de miembros de esas bandas, son también de procedencia centroamericana, cuya misión es alcanzar territorio gringo. Pero les es más redituable, económicamente hablando, quedarse en la región que ir a trabajar a los Estados Unidos.
Los nexos de éstos con policías, polleros y agentes del INM, son evidentes, inocultables. Sucede lo mismo con los tratantes de blancas; en casi todos los bares y prostíbulos disfrazados de hoteles y restaurantes a lo largo de la Costa, las chicas menores de edad que son obligadas a prostituirse, son vigiladas por la misma policía e incluso, por autoridades municipales.
Las pocas redadas que eventualmente se realizan, las ejecutan tras el consabido aviso a los dueños de los lupanares para que cuando lleguen, no encuentren nada “anormal”. En Tapachula, por ejemplo, opera un tugurio en el que niñas de entre 14 y 17 años, son esclavas sexuales. Las denuncias contra ese lugar, son desoídas por todas las corporaciones de policía e instituciones de toda índole. Las patrullas de distintos cuerpos de policía, rondan el lugar para evitarle problemas a la dueña, una hondureña despiadada que mantiene otro centro de esa naturaleza en Tonalá.
Sobre el tema, el obispo de San Cristóbal de las Casas, Felipe Arizmendi Esquivel, dijo que las dos mujeres asesinadas, dos días antes habían presentado una denuncia por el delito de extorsión. ¿Quién las señaló?
Esto último nos obliga a exigir una investigación a fondo en los cuerpos de policía y agencias del Ministerio Público. Alguien desde dentro de una de esas instituciones, puso en manos de los criminales a dos mujeres indefensas que solo iban en busca de un mendrugo de pan para sus familias.
Y ahí viene la cadenita: policías y/o funcionarios que delatan ante las bandas a los que se quejan; criminales que asesinan en venganza y ante las presiones, policías y/o funcionarios que delatan a los criminales que finalmente, son detenidos… Pero, ¿son los verdaderos asesinos? ¿Rivales de la banda que cometió el crimen? Muchas dudas que deben esclarecerse.
IMAGINARIO.- Una cosa es el respeto a los usos y costumbres y otra, que admitamos que los abusos, se vuelvan costumbre; en San Juan Chamula, Domingo Gómez Díaz, funcionario municipal, insultó a las mujeres al decir que “da vergüenza” que, estando embarazadas, estudien, “pues sólo sirven para la cocina y para trabajar en el campo”. Francamente, el sujeto en cuestión, no supo lo que dijo ni por qué lo hizo. Ahí, las autoridades deben intervenir enérgicamente, pues las mujeres indígenas, en la condición en que se encuentren, tienen derecho a superarse. Solo un torpe, abusivo e ignorante como Gómez Díaz, estaría en desacuerdo con que los indígenas, superen su ancestral marginación. amksheratto@hotmail.com