María Lorenzana, líder sindical informó ayer que los funcionarios fueron destituidos. |
Angel Mario Ksheratto
Como en los más alocados momentos del tristemente célebre Vicente Fox Quesada, el actual habitante de Los Pinos expuso ayer sus ropas íntimas ante un grupo de consejeros bancarios a quienes, por lo visto, les encanta el chisme. Calderón, que aplaudió a rabiar la veda electoral, olvidó la intención de esa especie de ley mordaza a los precandidatos y demás actores del proceso —entre ellos el propio mandatario— y “confió” a sus lenguaraces oyentes que las encuestas hechas desde su oficina, acercaban a Josefina Vásquez Mota al puntero Enrique Peña Nieto… Por apenas cuatro puntos porcentuales.
El exabrupto presidencial desató a todos los demonios que tratan, a regañadientes, guardar la cuaresma impuesta. La ocasión había de aprovecharla, así hubiese sido una treta para hacerlos caer en una trampa para que el IFE, títere a sueldo, actuara en contra de los violadores de la ley.
De ahí que a los pocos minutos de conocerse la imprudencia (o provocación) de Felipe Calderón, saltaran al ring todos cuantos trataron de regresar el bozal a la boca del hasta ahora hombre más poderoso del país. Acusaciones, condenas, amenazas, insultos; de todo, con tal de aparecer en los medios, aún bajo el riesgo de caer en contradicciones y de paso, evidenciar la ausencia de congruencia y el superávit de hipocresía.
Por ejemplo, Manuel Andrés López Obrador, se apresuró a decir que “las encuestas, reflejan lo que el cliente quiere”. ¿Qué? Sí, así como lo leyó. Hace unas semanas, cuando estaba en competencia con Marcelo Ebrard para la candidatura de las llamadas izquierdas, el método no estatutario para saber quién de los dos sería el abanderado, ¡fue el de las encuestas!
¿Acaso nos quiere aclarar don MALO que la encuesta mediante la que ganó a Ebrard, reflejó exactamente lo que él quería y no lo que la mayoría de izquierdistas hubiera preferido? Incongruencia.
Y no estoy diciendo que los resultados del pretendido avance de Vásquez Mota sean verídicos; a estas alturas, solo un loco le creería al Presidente de la República. Encuestas manipuladas o no, la realidad es distinta; nos guste o no, Peña Nieto encabeza las preferencias, pese a su ignorancia, pese a su soberbia, pese a su perfil intolerante y antidemocrático. Y por desgracia, aventaja por mucho.
A la incongruencia de MALO, se unieron las de los priístas quienes, muy sobrados, olvidaron su pasado, aquel cuando ellos hacían y deshacían en los procesos electorales y nada pasaba. Consideraron como “intromisión grosera” la del presidente y, como niños perdedores de canicas, alzaron la voz para que el sometido Instituto Federal de Elecciones, de sus nalgadas a don Felipe que a media tarde, había ordenado a su equipo de Comunicación Social, aclarase que durante la reunión con los descocados agiotistas, nunca mencionó a ninguno de los precandidatos.
No obstante, fue tema emergente y sonado; Peña Nieto, que no se ha caracterizado por ser un hombre veraz y bien informado, exigió tanto al Presidente como a su gabinete y demás miembros del Gobierno Federal “veracidad” en sus informes relacionados con el proceso electoral. Al igual que la dirigencia de su partido, tiró de las puntillas de la minifalda del prostituido IFE, para que le jale las orejas al señor Felipe.
Pero mientras desde los Pinos se desmentía a los prestamistas con garrote de BANAMEX, Josefina Vásquez Mota, hundía el rostro presidencial en el lodo: “(El Presidente) hizo uso de su libertad de expresión”, dijo la aspirante oficial, dando por sentado que sí, que Calderón sí metió la pata, misma que, boletín de por medio, intentaba sacar del fango donde la embutió.
Más allá de si Calderón hizo lo inapropiado y si los precandidatos y partidos se apresuraron, lo que está en el centro del debate es la falta de credibilidad de todos; en éste caso, se han defendido con las armas con que han estado a punto de suicidarse. La falsedad discursiva, la facilidad para la autodestrucción, están a la vuelta de cada esquina que han de doblar los aspirantes presidenciales.
Esto nos obliga a pensar que, si no tienen capacidad para urdir estrategias certeras y eficaces en ésta etapa de la consecución del poder, no la tienen llegada sea la hora de gobernar. Entre burros te veas, compadre.
Tarjetero
*** Roberto Cruz Figueroa y Dolores Navarro García, son dos funcionarios que han perdido la confianza y el respeto de sus subalternos. Malos tratos, nepotismo, posible desvío de recursos, malos manejos financieros y muchas otras cosas que han sucedido en la Jurisdicción Sanitaria número 8, con sede en la ciudad de Tonalá. Todo esto ha generado un paro laboral que, de no ser por la negligencia de James Bond Gómez, titular del sector salud, no se hubiera llegado hasta donde están las cosas. Al encargado de la salud en Chiapas, se le han enviado sendos oficios donde se detallan los abusos de Cruz Figueroa y Navarro García, pero éste, ya por componenda o ya por ineptitud, no ha hecho nada, lo que, evidentemente, pone en riesgo la salud de cientos de ciudadanos, quienes por culpa del paro laboral, no son atendidos adecuadamente. Hay qué decir que dejar en desamparo a los enfermos por un problema laboral, es una irresponsabilidad por parte de los trabajadores, pero, por desgracia, no les dejan alternativa. ¿Hasta cuándo James Bond va a hacer bien las cosas? El tipo se la pasa de pachanga en pachanga y le vale un cacahuate la salud de los chiapanecos. Alguien debe ponerle un correctivo o de plano, mandarlo a su casa, no sin antes, investigarlo. *** Hablando de corruptos, ineptos y demás, se supo que el actual secretario de Educación, Ricardo Aguilar Gordillo, ante la inminencia de su salida de esa dependencia, ha violado las normas internas para otorgar a sus incondicionales, hasta 42 horas en el magisterio. Y lo peor es que, un tal César Armando Rojas, maistrito de primaria, fue beneficiado con 42 horas en una Preparatoria. Claro, no tendrá problema porque desde ahora, Ricardo, que se da baños de pureza y honradez, se las ha arreglado para que casi de manera perenne, el sujeto en cuestión, cumpliendo tareas fuera de lo que debería hacer por el jugoso salario que va a percibir. No es la primera vez que Aguilar Gordillo abusa de sus funciones para beneficiar a sus muchachitos. En la delegación del ISSSTE, varios de ellos siguen cobrando, pese a que le siguen llevando las pantuflas calientitas a su sofá. Y quiere ser diputado. ¡Ja! Con esa honradez, dudo que los electores se fijen en el. *** Luego nos leemos.
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