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David Aguilar, pablista de hueso colorado. |
Fichero Político
Angel Mario Ksheratto
EL rostro de Pablo Abner Salazar era una auténtica cascada de sudor; pese a que los ventiladores de techo estaban funcionando a todo lo que daban, el calor le asfixiaba y más, cuando tomó la determinación de confesar lo que un político reservado y cauto no haría ni en la peor de las circunstancias. Bajó sus lentes a la mitad de la nariz y vio a sus pocos interlocutores por encima del vidrio. La pluma en sus manos, temblaba con ferocidad. Aún así se declaró un político amado por las multitudes… Los 12 asistentes se voltearon a ver incrédulos.
Y es que el exdictador no tuvo empacho en desmentir a Pío López Obrador, que unas horas antes, había jurado que “Morena”, la agrupación política que lidera su hermano Manuel Andrés, nada tenía que ver con Pablo Salazar. “Es un hombre muy repudiado”, dijo Pío ante periodistas de Tapachula.
—López Obrador me mandó llamar para participar en el Movimiento de Regeneración Nacional —aseguró el tirano— y yo acepté gustoso porque López Obrador va a ser un buen Presidente de la República; solo que me puso como condición que viniera a trabajar a Chiapas.
Rodeado de una nube de zancudos a los que espantaba a ratos con un pañuelo, Pablo Abner dijo a sus boquiabiertos espectadores que atendiendo la invitación de Manuel Andrés López Obrador, había iniciado la conformación de agrupaciones denominadas “Círculos de la Esperanza”, con los que se pretende fortaleces las aspiraciones presidenciales de MALO. Para ello, afirmó, se ha reunido con dirigentes de muchas organizaciones de campesinos quienes se habrían comprometido a garantizar cinco votos a la causa del tabasqueño, cuyo hermano, insistimos, lo desconoció a medias hace un par de días.
La reunión era en un salón rentado ex profeso en la ciudad de Tonalá; se preveía la asistencia de entre 80 y 100 gentes; solo doce llegaron. Horas antes, en Arriaga, solo David Sol le recibió, quizá en agradecimiento porque Pablo le regaló una notaría en el centro de Tuxtla Gutiérrez. Pablo Abner Salazar iba dispuesto a todo; “soltaría la sopa” para tratar de ocultar su negro pasado, ése que lo tilda de corrupto, corruptor, ladrón, abusivo y despojador.
Arremetió contra Felipe Calderón, como queriéndose curar en salud: —Felipe Calderón es un rencoroso; Fox (Vicente) me pidió durante la campaña electoral que como gobernador de Chiapas, me pronunciara a favor de Calderón. Me negué a hacerlo. Cuando Calderón ya era presidente electo, en una reunión en Campeche (donde Juan Camilo Mouriño tenía una amante, especificó) al saludarme, me dijo: “voy a poner la otra mejilla”.
Con un profundo sentimiento de rencor, Pablo Abner relató a sus comensales que su preocupación personal es el dilema del presidente Calderón. “¿Cómo explicará a sus hijos que un mediocre como Vicente Fox sacó al PRI de Los Pinos y él se lo va a regresar a ese partido?”, preguntó. La respuesta de sus interlocutores fue el silencio y la incredulidad. Recordaron que cuando era gobernante, los elogios para el entonces Presidente Fox eran desmesurados, casi rayanos en la ridiculez. Hoy no es más que un “mediocre”.
Así es Pablo: un oportunista que no deja pasar ocasión para servirse de la gente. Ante el silencio de todos —y no porque su charla fuera amena sino porque no atinaban a creer lo que oían— el exdictador se adelantó a lo que, según él y su permanente paranoia, pudiera venir: “Felipe Calderón está armando expedientes de políticos incómodos, como yo, para ligarlos al narcotráfico y meterlos a la cárcel. Eso pretende hacer con quienes estamos apoyando la candidatura de López Obrador”, acusó.
Uno de los asistentes murmuró al oído de otro: “Cuando el río suena, compadrito, piedras trae; éste hijueputa, la debe, por eso se lava las manos antes de tocar mierda”. El murmullo se intensificó y las miradas se volvieron de fuego. Pablo Abner trató de no inmutarse. Sabía que estaba en tierra de malhablados, pero también, de hombres de rigor. Optó por ignorar el comentario que oyó a medias. Mañana, otra parte de la perorata del dictador.
Tarjetero
*** Ahora que está de moda la frase “Ya estamos hasta la madre”, bien podemos aplicarla al hartazgo mediático sobre la beatificación de Juan Pablo II y la boda real de Inglaterra. ¿Nos debería importar una boda que durará solo lo que dura la conmoción social de una sociedad ávida de escándalos monárquicos? ¿Nos incumbe la ostentosa beatificación de un hombre del Vaticano mientras millones de católicos en el mundo se mueren de hambre y frío? Es la locura de un mundo imbuido en otra locura: la de ser parte de lo que solo existe para fines de sometimiento. *** Para los próximos días se prevé un periodo extraordinario más de sesiones en el Congreso del Estado. Esto, con la intención de avanzar en algunos temas de importancia para la vida política de Chiapas. *** El Congreso del Estado está a la espera del expediente elaborado por la Procuraduría de Justicia en el caso del alcalde de Tumbalá, Porfirio Ramos Torres, acusado de golpear brutalmente a un hombre señalado de abuso sexual. Hasta donde se sabe, el edil ya anda huyendo, pues aparte de la justicia que podría estar tras sus pasos, algunas comunidades ch’oles buscan venganza en mano propia. A ver quién lo alcanza primero. Lo cierto es que el desafuero es el único camino que le queda al sujeto en mención. *** David Aguilar, alcalde de Tonalá, se deshizo en honores y atenciones al exdictador Pablo Abner Salazar durante su estancia en aquella ciudad. Ello provocó el malestar de cientos de turulos, quienes para empezar, empiezan a exigirle poner un fin al excesivo nepotismo en su administración. *** Loables los logros de Esther Almazán Torres en la Secretaría de Trabajo. *** Luego nos leemos.
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