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Manuel Andrés, perdido en su demagogia. |
Fichero Político
Angel Mario Ksheratto
Como los viejos políticos, Manuel Andrés López Obrador —MALO—, no presentó nada nuevo en su reciente discurso al que los que le siguen, dieron por llamar “Las 50 acciones del proyecto de nación”. Más de lo mismo: un discurso anquilosado, demagogo y carente de visión; las mismas acusaciones, los mismos lloriqueos, las misma perorata. Era de esperarse. Al politiquero tabasqueño se le ha consumido el ceso y por si fuera poco, no permite que sus “asesores” le den una manita para retomar el camino a la presidencia, del que se extravió por su enorme bocota.
Lo novedoso fue la inclusión de la palabra “nuevo” en el título de las anteriores “propuestas”, lo cual nos habla del estancamiento de un hombre que, desquiciado él, pretende desordenar al país sin más recurso que una empobrecida retórica que no va más allá de sus intereses personales. Por paradójico que parezca, el frustrado candidato de la desorientada izquierda mexicana, llama a derrotar a la oligarquía antidemocrática sin admitir que si alguien ha sido antidemocrático en éste país, ha sido él; si alguien sigue las normas corruptas de los oligarcas, es él.
Muchos son los ejemplos de “democracia” que MALO nos ha dado en su atropellada carrera política. Juanito, el locuaz de Iztapalapa, Dolores Padierna y su marido (René Bejarano), por mencionar los casos más sonados de imposición unipersonal e irrespeto al derecho de las gentes; la imposición bajo amenazas de candidatos en varios estados y los berrinches al interior del destartalado PRD, no nos dejan la menor duda que el señor López Obrador, es un demagogo más, un embaucador que se aprovecha de la pobreza e ignorancia de muchos ciudadanos que sí quieren un cambio para México.
Como un “mesías” cualquiera, un rufián de cantina barata, MALO se ha dispuesto a contravenir la noble ideología de la antigua izquierda, aquella que ponderaba la lucha por mejorar en el terreno de los hechos, las condiciones de vida de hombres, mujeres, niños, ancianos. Ataca a todos, pelea con todos, lincha a todos; es su estilo, mal estilo, por cierto.
No se le puede negar la razón en muchos asuntos, pero sí se le puede achacar que a la hora de la verdad, se reproduzca como los mismos a los que condena en calles y plazas públicas. Se ha obsesionado con el poder y eso le ha enceguecido, de tal manera que se ha vuelto un politiquero con escasa credibilidad.
Si la “mafia” es la que gobierna al país, él y el grupo de defenestrados sociales que le acuerpan, han quedado en el papel de la servidumbre de esa “mafia”. No lo quiere ver así.
Quienes han seguido de cerca los discursos de MALO, saben a ciencia cierta que nada en él ha cambiado; si acaso, ha crecido su ambición por el poder y se ha convertido en un obseso por tener en sus manos los recursos que dilapidan sus hoy “enemigos” políticos.
Chistoso: ofrece apertura y libertad de expresión y cuando viene a Chiapas, exige que a sus conferencias de prensa, no asistan periodistas incómodos para no ser cuestionado; propone “elegir democráticamente” a los ministros de la Suprema Corte y él impone candidatos afines a su movimiento… Y los quita cuando se le pega la gana. Hace algunos años, promovía los sondeos y ahora no se acordó de ese mecanismo, porque no le favorecen en el EDOMEX.
Promete “limpiar” al gobierno de la corrupción y cuando fue Jefe de Gobierno del DF, cobijó a varios corruptos entre éstos a René Bejarano a quien todo el país vio cómo se llenaba las bolsas der dinero mal habido. Su secretario de Finanzas fue exhibido en Las Vegas, gastándose el dinero del pueblo. También lo defendió. Con todo esto, a MALO se le complica el camino a la candidatura del PRD a la Presidencia de la República.
Rompió esquemas, sí, pero con éstos, la posibilidad de agraciarse con las tribus perredistas quienes bajita la mano, se han puesto a los pies de Marcelo Ebrard, el principal contrincante de un Manuel Andrés sumido en recetas de la derecha para apropiarse de la izquierda. Nada bueno, pues, le espera al tabasqueño, quien tendrá que ingeniárselas para por lo menos, convencerse a sí mismo que la política, ya no se hace como en los mejores tiempos del PRI en el gobierno. Hoy la sociedad se hace respetar.
Tarjetero
*** Los diputados perredistas federales por Chiapas, perdieron el sentido de la lealtad en las últimas horas: se desbocaron a favor de la tribu denominada “Los chuchos”, la misma que aboga porque Pablo Abner Salazar sea candidato al Senado de la República. ¿Y la lealtad a Sabines? ¿No es acaso Pablo Abner quien busca el fracaso del actual gobierno? Y todo, porque “Los chuchos les ofrecieron más poder. La más entusiasta, dicen, fue la diputada Malena Torres, quien por cierto, siempre ha dicho que ella es “política”, no perredista, ni priísta, ni madracista, ni sabinista. ¡Vaya! *** Hablando del extirano Pablo Abner, en los últimos días se ha dado a la tarea de enviar desde un correo adscrito a la vieja página de internet de su corrupto gobierno, boletines donde destaca sus reuniones con personajes del foxismo y uno que otro desinformado que cree que éste es un pan de ángel. Sorprende que algunos personajes sepan tanto de Chiapas, que ya quisiera el Güero Velasco esa información para adornar sus aburridos boletines de prensa. Ya haremos un análisis de las mentiras que publicita el extirano, quien se dice, ha logrado una alianza con MALO para ser candidato al Senado por el PT, ese partidito de maistros haraganes. *** Los Testigos de Jehová han sido siempre respetados en Chiapas; nadie los molesta. Pero ellos sí se dan el lujo de afectar a sus vecinos. Intentan cerrar un centro cultural cercano a uno de sus templos, lo cual puede interpretarse como un acto de intolerancia que no debe ser permitido en la entidad. Si quieren respeto, deben ser respetuosos. Todos tienen derecho a manifestarse. *** Carlos Pascual, embajador gringo en México, por fin se fue; se volvió incómodo para la Presidencia de la República y pese a que Obama había dicho a Calderón que no lo removería, el representante de la Casa Blanca tuvo qué empacar sus cosas y marcharse. Tiene sus pantalones bien puestos don Felipe. *** Luego nos leemos.
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