Televisa, su mejor negocio. |
Fichero Político
Angel Mario Ksheratto
Todo por el bienestar de las personas con capacidades diferentes, es bueno si detrás no se esconden intereses que van más allá de la ética pública de las instituciones, organismos y empresas participantes. Criticado duramente por amplios sectores de la sociedad, el Teletón, impulsado principalmente por la cadena de televisión más grande de México, cumplió a duras penas el objetivo de superar la cifra alcanzada el año pasado. Una de las razones por la que la gente perdió interés de hacer donativos, ha sido la falta de transparencia en la utilización de los recursos captados.
Por otro lado está la arbitrariedad de algunos supermercados, cadenas de farmacias y bancos para obtener de los usuarios el donativo que deja de ser voluntario. En algunos cajeros automáticos, por ejemplo, antes de autorizar el retiro, aparece la pregunta si desea donar para el Teletón, pero la opción “No”, están inhabilitada o escondida fuera de la pantalla, de tal manera que por los pantalones de los organizadores del bacanal (perdón, pero en eso han convertido el evento), el usuario debe hacer la donación. De otra manera, su transacción bancaria puede quedar invalidada.
Pero quizá, la razón de más peso para que éste año los mexicanos hayan dejado de acudir en masa a aportar dinero para la causa, es la versión no aclarada por parte de Televisa y las grandes empresas que la acompañan en el evento, en el sentido que el dinero recaudado es utilizado para pagar los impuestos de esas empresas. Es decir, quienes donan para una causa noble, en realidad están pagando las deudas fiscales de los empresarios. Eso, a todas luces, es inmoral.
Y más inmoral, que se utilice la imagen de niños discapacitados para atraer la misericordia de la gente. Fabiola es una señorita que hoy rebasa los 18 años; padece el síndrome de Down. En el primer Teletón, celebrado en diciembre de 1997, ella rondaba los 5 años; fue presentada como una de las niñas que necesitaba ser atendida en un CRIT. Es chiapaneca.
Cuando en el año 2006 se presentó al recién inaugurado CRIT de Tuxtla Gutiérrez, fue rechazada como candidata a recibir atención. Se le dijo que el rechazo obedecía a que ella no reunía los requisitos: padecer de distorsión sicomotora, tener signos de discapacidad física y presentar evidencias de degeneración corporal. ¡Sólo la utilizaron!
Ahora bien, no es malo que se realicen ese tipo de eventos. Nadie puede negar que desde que empezaron a transmitirse en 1997, la gente se ha sensibilizado más en el tema de la discapacidad. Hay más conciencia de solidaridad.
Lo malo es que por un lado, se evada la responsabilidad fiscal de las grandes empresas, lo que representa una pérdida importante de dinero para el Estado. Por otro lado, se exime de la responsabilidad moral al Estado de cumplir con sus obligaciones con la sociedad. Porque no corresponde al sector privado el cuidado de las personas con discapacidad, sino que es responsabilidad directa del Estado.
Es el gobierno el obligado a garantizar la salud de todos, incluyendo, desde luego, a las personas con capacidades diferentes. No es entonces, ético que funcionarios de los tres niveles de gobierno, se desentiendan de sus obligaciones y dejen que otros hagan su trabajo.
De ahí la dura crítica al cinismo con que algunos corren a depositar ante las cámaras de televisión, donativos a nombre de sus gobernados. Es importante la cooperación, pero inaceptable que la desgracia de millones de niños y niñas con discapacidades, sea utilizada con fines estrictamente de lucro.
No suelo ver Televisa, ni Tv Azteca (salvo algunos noticieros y partidos de fútbol y hasta eso, cuando no los narra el Perro Bermúdez o no está Jorge Campos) por mera salud mental; los pocos minutos que el fin de semana vi partes del Teletón, me parecieron deprimentes. Catastróficos. La denigración del ser humano que ya de por sí sufre alguna enfermedad física, me pareció absurda, inhumana, salvaje, tortuosa.
Ver a conductores de noticieros serios utilizar su figura para bajar al más bajo nivel a niños y niñas gravemente enfermos, me pareció una burla desquiciante, rayana en la peor de las brutalidades. De por sí, Televisa elabora programas con personas tontas… para personas tontas.
Insisto: todo es bueno: las intenciones, los objetivos, las metas. Pero no, el abuso del lucro. No, la falta de respeto a los discapacitados. No, la ausencia de transparencia en la utilización de los recursos captados. No, el cinismo del gobierno que omite su responsabilidad con los millones de personas que padecen alguna enfermedad que les imposibilita moverse con libertad. De esto, la gente parece empezar a darse cuenta. Revisemos las cifras:
En 1997, la variación porcentual de recaudos fue de más 73,00 por ciento; en 1998 de más 3,20 por ciento; 1999 de más 10,70 por ciento. En el 2000 de más 27,14 por ciento; 2001, de más 3,10 por ciento; 2002, de más 5,05 por ciento; 2003 de más 13,72 por ciento; 2004 de más 23,37; el 2005, de más 36,47. En el 2006, bajó dramáticamente a más 0,78; se recuperó en el 2007 y subió al más 4,66; en el 2008, volvió a bajar ubicándose en el más 0,10 por ciento; en el 2009, tuvo una leve recuperación al más 1,105 por ciento. Este año cayó hasta lo más bajo: 0.03 por ciento. Ya no da para más.
A menos que regrese la transparencia y que se dé trato humano al asunto. De otra forma no entenderemos el lucro inmenso e inmoral que se hace de los discapacitados.
Tarjetero
*** Corto, sin muchas expectativas el primer discurso del ahora exalcalde metido a empleado mayor de la UNACH. No dijo nada nuevo ni nada que no se sepa. *** Mientras Carlos Palomeque, líder estatal del PAN jura por todos los dioses que su partido ha quedado fortalecido tras la elección de la nueva dirigencia nacional, el oaxaqueño Roberto Gil, arremete contra Gustavo Madero, el recién ungido presidente. Lo acusa de no cumplir su palabra en la composición del Comité Nacional. Y es que Gil buscaba posiciones para buscar la candidatura al gobierno de Chiapas. ¡Sí, leyó bien! Un oaxaqueño queriéndonos gobernar. No hay moral. *** Luego nos leemos.
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