El Jefe Diego, otro "salvador" |
Fichero Político
Angel Mario Ksheratto
Justo cuando un torrente de ira colectiva se venía sobre el Gobierno Federal por las explosiones de ductos de PEMEX en Texmelucan, Puebla, ¡se apareció Diego Fernández de Cevallos! ¿Casualidad? ¿Montaje? ¡Vaya Usted a saber! Lo cierto es que tras la pena e indignación por el secuestro del controvertido político, vinieron, otra vez, los “sospechosismos” y malos pensamientos que, por lo general, siempre son certeros en un país donde la mentira es parte de la cultura, la idiosincrasia.
Salvo la crecida barba, casi mesiánica, todo el resto del físico del Jefe Diego, estaba en condiciones como para entrar en el terreno de las dudas. La cabellera recortada como en los grandes salones de estética masculina del Pedregal; el cutis, como bronceado… Las arrugas menos pronunciadas que antes de su desaparición y el talante, mejor que si hubiera estado encerrado en un elevador por más de 20 minutos. Y la cobertura de medios, especialmente los afines al gobierno calderonista, de primera, como anunciada en los mismos términos del más alto prelado de la Iglesia Católica o cualquier Jefe de Estado de suprema importancia.
Los conductores de los principales noticieros, haciendo de reporteros novatos en horas de la madrugada mexicana. Diego, como el Santo Cachón, repartiendo perdón por todos lados y a todos los que hubieran estado de acuerdo con él. No parecía un sujeto saliendo de un cautiverio forzoso, en el que por lo general, se adquieren sindromas sociales, sicológicos y emocionales de repercusiones considerables.
Solo se habla del entorno del cautiverio, cuando se ha estado en cautiverio. Eso es claro. Dijo que sus captores le dieron un trato digno de su persona. Si nos atenemos a ello, suponemos que no estuvo amordazado ni vendado de los ojos; asumimos entonces que debió hablar de las condiciones del lugar en que estuvo encerrado; describirlo sería importante para considerar no solo su estado de ánimo, sino su necesidad de descargar el cúmulo de emociones que todo prisionero trae cuando es liberado.
Cosas como esas que no encajan y que empiezan a ser parte de la colección de pifias que han dado a México momentos de desesperante hilaridad tragicómica. Juanito, Paulette, la matanza de inmigrantes, la guerra contra el crimen organizado, las explosiones de Puebla, Diego… En fin, miles de asuntos que han quedado, unos en la impunidad y otras, en el olvido por decreto oficial.
Si la detención de “La Barbie” salvó el Cuarto Informe de Calderón, Diego parece ser el salvador de las explosiones de Texmelucan, donde 28 personas perdieron la vida instantáneamente. El escándalo se veía venir, pues desde siempre ha habido denuncias de perforaciones ilegales a los ductos de PEMEX, pero ninguna autoridad había actuado con severidad. La corrupción y la impunidad siempre han estado presentes en beneficio de los criminales y eso fue finalmente, el detonante de una tragedia que la liberación de Diego Fernández de Cevallos opacó.
¿Era acaso más importante la liberación de un político que la vida de 28 inocentes? Parece ser que sí. Si analizamos los noticieros de las dos cadenas de televisión más importantes del país, otorgaron más espacios informativos a los desplantes del Jefe Diego, que a la tragedia de los poblanos. Las víctimas de Texmelucan, podrán esperar. Diego, no.
No estamos diciendo que el secuestro de Fernández de Cevallos sea una farsa, aunque todo cabe en las posibilidades nuestras; solo decimos que resulta sospechoso, altamente dudoso, que tanto su secuestro como su liberación, se hayan dado en momentos difíciles para la administración de Felipe Calderón. ¿Raro no?
La desconfianza, la ausencia de credibilidad en las instituciones y en los hombres que las dirigen, tienen al país al borde de una crisis mayor: la del retiro del apoyo a éstos. Si de hecho hay un vació de autoridad, el retiro de la sociedad del esquema de gobierno, sería el fin no de un sistema de gobierno, sino de todo lo que encierra la responsabilidad como nación. Felipe Calderón parece no darse cuenta de ello. Lamentablemente así es.
Tarjetero
*** No, para nada; sólo será enlace para algunos medios. Esa será la chamba de Manuel de la Torre, quien llegó como encargado de prensa de la Gubernatura, área de la administración de palacio de gobierno. Algunos ya lo ven hasta presidenciable. Pero no. De ahí no pasará y todo por la buena salud del actual gobierno. *** Luego nos leemos.
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