Fichero Político
Angel Mario Ksheratto
El desaparecido subcomandante Marcos,
nada ha dicho sobre los abusos de los
pretendidos guerrilleros contra la
población indígena.
Es difícil fijar una postura re
specto a las actividades de los zapatistas que han quedado varados en los 15 minutos de fama que les diera en 1994 el desaparecido subcomandante Marcos; para algunos, siguen siendo el símbolo más reciente de la resistencia indígena contra los invasores de sus antiguos territorios, pero para otros, se han convertido en una fuerza irregular –con licencia– para aterrorizar ¡precisamente a los mismos indígenas!
La crisis de rehenes de Bolom Ajaw, predio de la comunidad “Agua Azul” del municipio de Tumbalá, revela la preocupante situación de miles de indígenas que han quedado dentro de lo que se conoce como “zona de conflicto”, donde se vive una especie de autogobierno, con medidas y normas poco más que dictatoriales, todas, desde luego, reñidas con los derechos civiles de cada uno de los ahí atrapados. La intolerancia como máxima regla de convivencia dentro de ésa zona, ha llevado a los zapatistas ¬–o presuntos zapatistas– a cometer cualquier cantidad de injusticias contra quienes no pertenecen a ésa agrupación o sencillamente, no comparten algunas formas de lucha.
La patente de corso otorgada por el Gobierno Federal poco después del levantamiento armado, ha dado al grupo armado, facilidades y poderío para acometer contra sus propios defendidos, los indígenas, sometiéndolos a vejaciones que nadie quiere ver, supuestamente, para no provocar un berrinche al dirigente del EZLN; es como llevar la fiesta en paz, brindando con la sangre de los inocentes. El ya clásico argumento del zapatismo para arrebatar predios a comunidades indígenas desarmadas, es que pertenecen al PRI, como si la sola militancia partidista fuese razón de peso para hundirles en más miseria de la que ya tienen encima.
Pero, ¿son zapatistas los grupos que han llevado actos de terrorismo contra decenas de comunidades? Aparentemente, sí. Los testimoniales de las víctimas son contundentes. Si así es y recurrimos al disfrazado discurso de solidaridad de la dirigencia ezetaelenista, tenemos una cuestión de fondo y que tiene qué ver con una de dos cosas: o el EZLN ha perdido la esencia de su lucha ó la dirigencia perdió el control de sus bases. En ambos casos, la preocupación debe convocar a acciones gubernamentales dentro del marco de la ley, pues obligación suya es preservar la seguridad y el bienestar de todos los ciudadanos. Es decir, debe provocarse reuniones urgentes con la dirigencia zapatista para encontrar soluciones de fondo a una crisis que podría desembocar en enfrentamientos entre los mismos indígenas.
El silencio del principal líder de la pretendida guerrilla y su complicidad con el dictatorial sexenio de Pablo Abner Salazar, son factores que deben sopesarse con sumo cuidado. ¿A quién favorecen los secuestros, desapariciones forzadas de indígenas no afines al zapatismo y asesinatos hasta hoy ocultos? La impresión clara que va dejando el asunto es que los zapatistas –ó algunas hordas facciosas que se han desligado de los lineamientos primarios de la comandancia general del EZLN– están determinados a estimular la desestabilización regional.
Durante los seis años de la dictadura salazarista, curiosamente, no invadieron un solo predio; las atrocidades que el gobierno de entonces cometió contra miles de indígenas y campesinos, jamás fue denunciada por los zapatistas. Guardaron silencio brutal y cómplice. De tal manera que hay qué ver con claridad lo que está aconteciendo dentro y cerca de la zona de conflicto. Hay evidentes actos de terrorismo, secuestros y desapariciones. Esto preocupa porque pareciera que el EZLN (ojalá estemos rotundamente equivocados, por Dios) está siguiendo –ó empezando a seguir– los pasos criminales de las FARC de Colombia. Aquellos iniciaron con subrepticios secuestros de campesinos considerados “no alineados”; siguieron con secuestros de empresarios para financiar su movimiento y luego, con políticos, periodistas, líderes sociales, miembros de la policía y ejército y por último, con miles de inocentes civiles.
El término “terrorismo” podrá parecer exagerado para los defensores del zapatismo; pero lamentablemente, es una realidad que no podemos soslayar. Retener contra su voluntad a ciudadanos que no comulgan con sus ideas y formas de lucha, es considerado por cualquier tratado internacional como un acto de terrorismo. No creo que los cinco secuestrados por la milicia zapatista en Bolom Ajaw, estén ahí por su gusto y gana. Los organismos internacionales, nacionales y locales que durante años han denunciado la brutalidad oficial contra supuestos militantes zapatistas, deben ahora voltear hacia las víctimas de ése secuestro y garantizar que no están siendo torturados. Es su obligación, si es que son organismos liberales, plurales y si su interés sumo es velar por los derechos humanos. No por ser zapatistas, se les puede exonerar de cargos que rayan en delitos de lesa humanidad.
Tarjetero
*** ¿Se habrá dado cuenta que el PRD es el mayor fabricante de bufones en el país? Ahí está “El señor de los hules” (René Bejarano), Jesús Ortega, Ariel Gómez (el Chunco), Guadalupe Acosta Naranjo, Gerardo Fernández Noroña y el mismo Andrés Manuel López Obrador, por citar a unos cuantos. ¿Así quieren ser un partido serio? Ni hablar. *** Hablando de partidos, el PRI en Chiapas, está más muerto que los muertos. Sin una dirigencia activa, con fondos desfondados y con una militancia a la deriva, se apresta a un año electoral en el que, si quieren ganar, deberán cambiar a su lideresa pues hasta ahora, doña Arely Madrid no ha hecho otra cosa que no sea desbarrancar a su partido. *** Luego nos leemos.
ksheratto@gmail.com
ksheratto@hotmail.com
http://ksheratto.blogspot.com
Angel Mario Ksheratto
El desaparecido subcomandante Marcos,
nada ha dicho sobre los abusos de los
pretendidos guerrilleros contra la
población indígena.
Es difícil fijar una postura re

La crisis de rehenes de Bolom Ajaw, predio de la comunidad “Agua Azul” del municipio de Tumbalá, revela la preocupante situación de miles de indígenas que han quedado dentro de lo que se conoce como “zona de conflicto”, donde se vive una especie de autogobierno, con medidas y normas poco más que dictatoriales, todas, desde luego, reñidas con los derechos civiles de cada uno de los ahí atrapados. La intolerancia como máxima regla de convivencia dentro de ésa zona, ha llevado a los zapatistas ¬–o presuntos zapatistas– a cometer cualquier cantidad de injusticias contra quienes no pertenecen a ésa agrupación o sencillamente, no comparten algunas formas de lucha.
La patente de corso otorgada por el Gobierno Federal poco después del levantamiento armado, ha dado al grupo armado, facilidades y poderío para acometer contra sus propios defendidos, los indígenas, sometiéndolos a vejaciones que nadie quiere ver, supuestamente, para no provocar un berrinche al dirigente del EZLN; es como llevar la fiesta en paz, brindando con la sangre de los inocentes. El ya clásico argumento del zapatismo para arrebatar predios a comunidades indígenas desarmadas, es que pertenecen al PRI, como si la sola militancia partidista fuese razón de peso para hundirles en más miseria de la que ya tienen encima.
Pero, ¿son zapatistas los grupos que han llevado actos de terrorismo contra decenas de comunidades? Aparentemente, sí. Los testimoniales de las víctimas son contundentes. Si así es y recurrimos al disfrazado discurso de solidaridad de la dirigencia ezetaelenista, tenemos una cuestión de fondo y que tiene qué ver con una de dos cosas: o el EZLN ha perdido la esencia de su lucha ó la dirigencia perdió el control de sus bases. En ambos casos, la preocupación debe convocar a acciones gubernamentales dentro del marco de la ley, pues obligación suya es preservar la seguridad y el bienestar de todos los ciudadanos. Es decir, debe provocarse reuniones urgentes con la dirigencia zapatista para encontrar soluciones de fondo a una crisis que podría desembocar en enfrentamientos entre los mismos indígenas.
El silencio del principal líder de la pretendida guerrilla y su complicidad con el dictatorial sexenio de Pablo Abner Salazar, son factores que deben sopesarse con sumo cuidado. ¿A quién favorecen los secuestros, desapariciones forzadas de indígenas no afines al zapatismo y asesinatos hasta hoy ocultos? La impresión clara que va dejando el asunto es que los zapatistas –ó algunas hordas facciosas que se han desligado de los lineamientos primarios de la comandancia general del EZLN– están determinados a estimular la desestabilización regional.
Durante los seis años de la dictadura salazarista, curiosamente, no invadieron un solo predio; las atrocidades que el gobierno de entonces cometió contra miles de indígenas y campesinos, jamás fue denunciada por los zapatistas. Guardaron silencio brutal y cómplice. De tal manera que hay qué ver con claridad lo que está aconteciendo dentro y cerca de la zona de conflicto. Hay evidentes actos de terrorismo, secuestros y desapariciones. Esto preocupa porque pareciera que el EZLN (ojalá estemos rotundamente equivocados, por Dios) está siguiendo –ó empezando a seguir– los pasos criminales de las FARC de Colombia. Aquellos iniciaron con subrepticios secuestros de campesinos considerados “no alineados”; siguieron con secuestros de empresarios para financiar su movimiento y luego, con políticos, periodistas, líderes sociales, miembros de la policía y ejército y por último, con miles de inocentes civiles.
El término “terrorismo” podrá parecer exagerado para los defensores del zapatismo; pero lamentablemente, es una realidad que no podemos soslayar. Retener contra su voluntad a ciudadanos que no comulgan con sus ideas y formas de lucha, es considerado por cualquier tratado internacional como un acto de terrorismo. No creo que los cinco secuestrados por la milicia zapatista en Bolom Ajaw, estén ahí por su gusto y gana. Los organismos internacionales, nacionales y locales que durante años han denunciado la brutalidad oficial contra supuestos militantes zapatistas, deben ahora voltear hacia las víctimas de ése secuestro y garantizar que no están siendo torturados. Es su obligación, si es que son organismos liberales, plurales y si su interés sumo es velar por los derechos humanos. No por ser zapatistas, se les puede exonerar de cargos que rayan en delitos de lesa humanidad.
Tarjetero
*** ¿Se habrá dado cuenta que el PRD es el mayor fabricante de bufones en el país? Ahí está “El señor de los hules” (René Bejarano), Jesús Ortega, Ariel Gómez (el Chunco), Guadalupe Acosta Naranjo, Gerardo Fernández Noroña y el mismo Andrés Manuel López Obrador, por citar a unos cuantos. ¿Así quieren ser un partido serio? Ni hablar. *** Hablando de partidos, el PRI en Chiapas, está más muerto que los muertos. Sin una dirigencia activa, con fondos desfondados y con una militancia a la deriva, se apresta a un año electoral en el que, si quieren ganar, deberán cambiar a su lideresa pues hasta ahora, doña Arely Madrid no ha hecho otra cosa que no sea desbarrancar a su partido. *** Luego nos leemos.
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