Fichero Político
Angel Mario Ksheratto
Calaveras

Agustín Carstens
Inventando mayores impuestos,
ha sido pillado Agustín,
por una flaca de malos gestos
que encontró pronto al malandrín.
–Has de saber impoluta señora
que a éste caballero, catarro
no hay que le mate ahora,
pues dinero hay para el despilfarro–,
alegóel funcionario malora.
Más sabiendo la paciente dama
que éste era conductor de la ruina,
pidióle que soltase una soflama,
para convencerse de su elocuencia albina.
–No he de convenceros a vos, villana,
sino al Gran Dador de Empleos,
al que vos también perseguís, alacrana,
patrona de sindicalistas y amorreos.
–Tenéis tantos arrestos como cachetes–,
objetó la flaca, de bilis embarazada;
pero hasta aquí llegaron tus trinquetes,
andanzas, locuras y otras babosadas
que vos y otros tantos alcahuetes,
han convertido en grandes payasadas.
He de llevarte, así sea del antifonario,
pues de vos, el pueblo háse hastiado,
y no ha de salvarte ni el Fondo Monetario,
al que recurrís como un acaudalado,
para presumir la fiesta del bicentenario.
–Os juro diosa de la oscuridad
que estáis muchas veces equivocada;
pues lo que ahora llaman adversidad,
es de los opositores, ¡una jalada!.
Y así, jurando, Agustín rodó al Seol,
llevando consigo el dos por ciento,
muerto en el Congreso facistol
que quiso así, poner fin a éste cuento.
Felipe Calderón
¡Aaayyy, mis reformas!
¡Aaayyy, mis reformas!
Oyóse por todos Los Pinos
cuando llegó el fin a los desatinos.
Érase el Presidente Felipillo,
que por las napias soltaba moquillo,
cuando enteróse que los diputados
habíanse vuelto chiflados,
desaprobando impuestos dispendiosos
que a los infortunados llegaría por endosos.
Empero de nada valdría el griterío;
sobre su espinazo, corrió un escalofrío
como circuló el embuste de la influenza,
la gripa porcina que ya es una vergüenza.
De las grupas es tomado con firmeza,
llevado al reino de la tristeza,
donde la única existente pobreza,
será su ingratitud, mentiras y bajeza.
José Ángel Córdova Villalobos
Ni curules ni academia,
salvaron al secretario
de la cruel epidemia
que lo hizo beneficiario.
Las almas de los muertos,
lo llevaron de las patas,
que encauce sus entuertos
e increpe a los de batas,
que con tantos desaciertos,
parecen médicos piratas.
Disfrazada de gripa porcina,
le llegó a su lecho la huesuda;
en medio de monserga bizantina,
se lo llevó la muy cojonuda.
Juan Sabines
De famas ancestrales,
murió Juan Sabines,
así dicen los boletines,
escritos con modos anticlericales;
“ha sido dolores anormales,
que han dado muchos trajines”
cuentan las noticias viscerales.
Muerto, le cargan tojolabales,
tzotziles, tzeltales y chapines;
con música de tamborines,
le entierran en las ciudades rurales.
Noé Castañón
Siete crudas le mataron,
del panteón quiso regresar,
los muertos lo acobardaron
y hubo pronto de recular
cuando botellas le mandaron.
Angel Mario Ksheratto
Calaveras

Agustín Carstens
Inventando mayores impuestos,
ha sido pillado Agustín,
por una flaca de malos gestos
que encontró pronto al malandrín.
–Has de saber impoluta señora
que a éste caballero, catarro
no hay que le mate ahora,
pues dinero hay para el despilfarro–,
alegóel funcionario malora.
Más sabiendo la paciente dama
que éste era conductor de la ruina,
pidióle que soltase una soflama,
para convencerse de su elocuencia albina.
–No he de convenceros a vos, villana,
sino al Gran Dador de Empleos,
al que vos también perseguís, alacrana,
patrona de sindicalistas y amorreos.
–Tenéis tantos arrestos como cachetes–,
objetó la flaca, de bilis embarazada;
pero hasta aquí llegaron tus trinquetes,
andanzas, locuras y otras babosadas
que vos y otros tantos alcahuetes,
han convertido en grandes payasadas.
He de llevarte, así sea del antifonario,
pues de vos, el pueblo háse hastiado,
y no ha de salvarte ni el Fondo Monetario,
al que recurrís como un acaudalado,
para presumir la fiesta del bicentenario.
–Os juro diosa de la oscuridad
que estáis muchas veces equivocada;
pues lo que ahora llaman adversidad,
es de los opositores, ¡una jalada!.
Y así, jurando, Agustín rodó al Seol,
llevando consigo el dos por ciento,
muerto en el Congreso facistol
que quiso así, poner fin a éste cuento.
Felipe Calderón
¡Aaayyy, mis reformas!
¡Aaayyy, mis reformas!
Oyóse por todos Los Pinos
cuando llegó el fin a los desatinos.
Érase el Presidente Felipillo,
que por las napias soltaba moquillo,
cuando enteróse que los diputados
habíanse vuelto chiflados,
desaprobando impuestos dispendiosos
que a los infortunados llegaría por endosos.
Empero de nada valdría el griterío;
sobre su espinazo, corrió un escalofrío
como circuló el embuste de la influenza,
la gripa porcina que ya es una vergüenza.
De las grupas es tomado con firmeza,
llevado al reino de la tristeza,
donde la única existente pobreza,
será su ingratitud, mentiras y bajeza.
José Ángel Córdova Villalobos
Ni curules ni academia,
salvaron al secretario
de la cruel epidemia
que lo hizo beneficiario.
Las almas de los muertos,
lo llevaron de las patas,
que encauce sus entuertos
e increpe a los de batas,
que con tantos desaciertos,
parecen médicos piratas.
Disfrazada de gripa porcina,
le llegó a su lecho la huesuda;
en medio de monserga bizantina,
se lo llevó la muy cojonuda.
Juan Sabines
De famas ancestrales,
murió Juan Sabines,
así dicen los boletines,
escritos con modos anticlericales;
“ha sido dolores anormales,
que han dado muchos trajines”
cuentan las noticias viscerales.
Muerto, le cargan tojolabales,
tzotziles, tzeltales y chapines;
con música de tamborines,
le entierran en las ciudades rurales.
Noé Castañón
Siete crudas le mataron,
del panteón quiso regresar,
los muertos lo acobardaron
y hubo pronto de recular
cuando botellas le mandaron.